Que nos hace falta para vivir la Navidad

Que nos hace falta para vivir la Navidad

Empezaron los preparativos para vivir la Navidad, desde el primer domingo de Adviento. Pero ¿qué nos hace falta para que nuestra preparación sea completa?

Roquel Cárdenas

En nuestro país es bastante común que nos preparemos durante el Adviento, para la Navidad. Con un año de antelación tomamos medidas ahorrando lo que podamos, para estar preparados. En la gran mayoría de los hogares se empieza los preparativos desde el primer domingo de Adviento que, en algunos años como este, empieza desde noviembre.  Estamos prestos a realizar una limpieza profunda a nuestras casas, que incluyen en muchos casos pintura y hasta renovación del mobiliario. Planificamos la decoración de nuestros hogares, sitios de trabajos y automóviles.

No puede faltar la ropa nueva para los festejos, incluso desde antes, usar alguna prenda de vestir alusiva a la época. No alcanzaría el tiempo para hablar de la preparación para la comida y bebidas propia de las festividades, que se realizan en las casas y oficinas, los intercambios de regalos, la música que ambienta la época.

Nos planificamos para las cosas materiales, pero no para las espirituales.

Claro que nos tomamos el tiempo y estamos planificando con antelación. Pero si somos sinceros con nosotros mismos y le preguntamos a Jesús, que es la razón de la festividad, si hemos planificado bien su fiesta. ¿Qué nos diría? Si le planteamos que desde nuestra juventud siempre hemos planificado bien su fiesta y hemos sido minuciosos hasta los últimos detalles. ¿Qué más me hace falta?

Tal vez Jesús, nos podría contestar como le contesto al joven rico… “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme”, Marcos 10, 21.

Es probable que frente a eso nos quedemos un poco pensativo y hasta triste, no era la respuesta que esperábamos. Pensamos que después de tanto esfuerzo al menos Jesús nos debería haber dado una palmadita en la espalda. Sin embargo, sería prudente no alejarnos de Jesús de inmediato y quedarnos con Él para reflexionar un rato ¿qué nos quiere decir con esa respuesta?

Pensar, ¿qué le agradarían en realidad a Jesús? Que le compartamos algo de los que tenemos con Él. Sería bueno incluir en nuestro plan algo del presupuesto para Jesús y no hay cosa que le agrade más a nuestro Señor que compartamos con el más necesitado. Que curiosamente si miramos con atención no está muy distante de nosotros.

A Dios le agrada los esfuerzos que hacemos por honrarle.

Luego nos invita s seguirle, a ser su discípulo. Pero ser discípulo de Jesús requiere una cuota de algo que tal vez hemos descuidado. Somos personas muy planificada para las cosas materiales. Difícilmente nos sorprenda la Navidad sin tener algo, aunque sea lo más sencillo preparado para recibir al Niño Dios. Pero nos hemos olvidado de una frase de Jesús… «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad», Juan 4, 24.

Muchos de nosotros fallamos en ese aspecto que si bien es cierto somos seres materiales también somos espirituales. Que por supuesto a Dios le agrada los esfuerzos que hacemos por honrarle materialmente, pero cuando nos olvidamos del aspecto espiritual somos “como metal que resuena o címbalo que retiñe”, 1Corintios 13, 1. Como decimos en el argot popular: “puro tilín tilín y nada de paleta”

Sería prudente en este tiempo de Adviento que incluyéramos esos dos aspectos importantes en nuestra apretada agenda de preparación. No nos olvidemos de los necesitados y recordemos que no podremos agradar a nuestro Jesús si no lo hacemos en espíritu y en verdad. Para ello es indispensable cuidar de nuestra espiritualidad: vigilar con más cuidado nuestra oración, participación en la santa Misa y sacar tiempo para hacer una buena Confesión, puede ser un complemento indispensable para que nuestra preparación sea completa.