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Queremos ser un pueblo dinámico y trabajador

Queremos ser un pueblo dinámico y trabajador

Durante este mes de Mayo, la Iglesia panameña, a través del plan de pastoral, quiere resaltar la virtud del trabajo como un llamado a colaborar con Dios para realizar sobre la tierra un mundo conforme a su plan de salvación y donde se valore la dignidad de todo hombre y mujer. En la Sagrada Escritura, encontramos la Palabra de Dios que nos dice: “Dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó. Después los bendijo Dios con estas palabras: “Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla” (Cf. Gén. 1, 26-28).
Con el trabajo y el esfuerzo de cada día, el hombre, participa de la conservación y embellecimiento de la creación, ya ordenado por el Creador. Cada uno con una misión, una vocación específica que nos lleva a realizar cada día la voluntad de Dios, donde Él quiere que trabajemos. Si es tan importante el trabajo, es bueno que nos preguntemos, ¿dónde se aprende este estilo de vida laborioso? Primero que nada se aprende en la familia, como Iglesia doméstica y escuela de las buenas obras. La familia educa al trabajo con el ejemplo de los padres: el papá y la mamá que trabajan por el bien de la familia y de la sociedad. En el Evangelio, la Sagrada Familia de Nazaret aparece como el modelo de toda familia, una familia de trabajadores, y Jesús mismo es llamado ‘hijo del carpintero’ o incluso ‘el carpintero’. El trabajo hace vivir con dignidad, porque lo que se come no es fruto del trabajo ajeno ni del robo –descarado o elegante, que es igual–, sino de un esfuerzo noble y generoso.