Lo importante es poner atención a nuestra vida, y responder cómo Jesús ha influido en ella, cómo se ha manifestado.
Esta es la gran pregunta que debemos responder a lo largo de esta semana.
No se vale repetir como loro lo que otros han dicho, o lo que hemos aprendido de memoria. Debemos responder con la experiencia vivida, con hechos concretos, con verdades experimentadas. ¿Quién ha sido Jesús en tu vida? ¿Cómo se ha manifestado? ¿Qué testimonio puedes dar?
No es que las verdades doctrinales no tengan valor. No es que lo que en el catecismo se nos dijo alguna vez no importe. Todo eso forma parte de la verdad sobre Cristo, pero en este caso el Señor nos está mirando a los ojos y nos hace la pregunta a cada cual, es una pregunta íntima, ¿Quién dices tú que soy Yo? y debemos responder desde el alma, no con la memoria o desde el intelecto.
Algunos dirán que no saben qué responder, porque no han tenido una experiencia con Jesús. Eso tal vez sea cierto, pero muy posiblemente resulte que la has tenido y no te has dado cuenta.
Lo importante es poner atención a nuestra vida, y responder cómo Jesús ha influido en ella, cómo se ha manifestado.
Otra cosa es determinar si estoy viviendo las consecuencias de esa experiencia con Él, o si lo olvidé y seguí mi camino como si nada.
Esta es una semana para evaluarnos, para hacer diagnósticos, y corregir lo que haya que corregir.
