Reconciliarnos con aquel que nos cae tan pesado

Reconciliarnos con aquel  que nos cae tan pesado

Debemos reconstruir los puentes que están caídos o dañados. El “suave yugo” de la vida comunitaria es clave evangélica.

En estos días de encierro obligatorio, de limitaciones en el acercamiento social y en la libertad de movimiento, ha generado que en casa y en el vecindario (en las ciudades ocurre en los elevados condominios) las batallas se multipliquen, el mal humor, la rabia más bien, y el disgusto con la gente que nos rodea se torne en rutina. 

Esta semana el Señor nos está pidiendo que abramos el alma al perdón, a la calma y la reconciliación con los demás.

Jesús nos está diciendo que “el suave yugo” de la vida familiar y en comunidad, así como “la carga ligera” de los valores evangélicos son posibles, además de ser la señal del cristiano.

Cristo nos habla, y nos explica que no vivimos solo tiempos de crisis, sino tiempo de Gracia que debemos aprovechar para madurar en la fe.

Por eso, esta semana, la acción sugerida es buscar a aquella persona con quien tanto roce hemos tenido, ese con quien discutimos a diario y no soportamos, aquel grupo con quien nos hemos peleado y hemos bloqueado en nuestra vida. Buscarlo, sí, para reconstruir los puentes que están rotos o dañados.

Por supuesto que es necesario madurar la fe y crecer como personas antes de meterse en este proyecto. Pedirle al Espíritu Santo, dador de vida y santidad, que nos ayude y nos sostenga.

Lo que sí es urgente es que lo hagamos en casa, donde podríamos habernos hecho mucho daño. No le temamos al perdón y a la reconciliación. Es necesario que reconstruyamos ese tejido social dañado, porque es la red que nos apoya la vida, y el escudo que protege de tanta maldad que abunda.

 ¡Ánimo!