Hemos llegado a creer con firmeza que todo se resuelve con dinero, pero el Evangelio de esta semana (Juan 4, 5-42), Jesús nos enseña que el ser humano debe depender de Dios, que es espíritu, y que la lógica del hombre y la mujer no puede ser la respuesta a las verdaderas necesidades que tenemos.
Por eso, esta semana vamos a renunciar a algo que nos tiene atados, y que en nuestra ceguera creemos que tal objeto nos da seguridad y paz.
En realidad, esa dependencia nos ha convertido en esclavos de esos objetos, y en esta Cuaresma debemos empezar a romper esos hilos, esas cadenas que nos atan.
Pensemos en aquellos que viven pegados al teléfono celular, al televisor, a los video juegos, al confort interior de un carro, a cierto tipo de comida, a los perfumes, y a veces hasta a la soledad, porque preferimos aislar a la gente para que no nos moleste.
En «Espíritu y Verdad» seremos seguidores del Dios de la vida.
Esta semana, sugerimos renunciar a eso y depender de Dios y de los hermanos, como señal de comunión cristiana.
No encenderemos el aire acondicionado ni veremos tantas horas de televisión, ni estar pendientes del teléfono celular.
Esta semana, pondremos más atención a quienes están a nuestro alrededor, a sus voces e historias. Vamos a escuchar a Dios en nuestro desierto, y ahí descubriremos que no necesitamos de ningún objeto para ser felices.