¿Sabes cuál es tu llamado? Dios tiene una vocación para cada uno

¿Sabes cuál es tu llamado? Dios tiene una vocación para cada uno

El diácono Carlos Icaza dice que al pensar en “vocación”, enseguida nos viene a la mente una profesión, o un ministerio o servicio en la Iglesia. Pero Dios va más allá, siempre está llamando. ¿Sabes cuál es la primera vocación a la que te llama el Señor?: Pues se trata de “la vocación a la vida”.

“Antes de haberte formado en el vientre de tu madre, ya te conocía” (Jeremías 1,5). Sobre esta cita bíblica el diácono Icaza desarrolla su argumento: “El Señor nos llama primero a ser humanos, a ser personas”. 

Lo mismo sostiene el sacerdote Jhassir Pacheco, Secretario Ejecutivo del Consejo de Ministerios y Vocaciones de la Conferencia Episcopal Panameña (CEP): “La vocación podemos vivirla en varios momentos, pero el primero de todos es la vocación a la vida”.

Y agrega: “Nacer, existir, nos hace comprender que la vida es sagrada, desde su concepción hasta la muerte natural, y vivir nos lleva a valorar la vida y respetarla”.

“Escuchar la invitación de Dios, y responderle, nos hace tener con Él un solo querer”, indica el padre Pacheco, quien también es Secretario Ejecutivo de la Pastoral Vocacional de la Arquidiócesis.

Añade el padre: “La vida, compartir en familia, la amistad, los talentos, las habilidades: todo se convierte en un regalo de Dios”.

Vocación cristiana

Este es el “segundo momento”, según explica el padre Pacheco: Dios llama a todos los bautizados a ser sacramento suyo en la sociedad, a proclamar en los diferentes ambientes la Buena Nueva.

“Jesús nos llama para que le sigamos, para que seamos sus discípulos y misioneros”, subrayó el sacerdote quien, además de atender las Vocaciones y Ministerios en el país, es vicario en la parroquia San Francisco de la Caleta.

“A partir del bautismo, Jesús nos invita a seguirle para que tengamos un corazón como el suyo, para amar a Dios y amar al prójimo también”, añadió el presbítero.

Y concluyó: “Ser bautizado, es ser vocacionado”.

 

La vocación específica

¿Hay algo más? ¿Podemos encontrar en el camino tareas o misiones especiales? 

A esas preguntas, el padre Jhassir dice que sí, que el Señor también hace llamados específicos.

“A lo largo de nuestra vida, Dios también nos invita a seguirle de manera particular” y ese seguimiento específico “se convertirá en un camino para llegar al Cielo”, señaló.

Las vocaciones específicas son: vocación laical, aquella que se inclina por la vida religiosa, y vocación al ministerio ordenado, según explica el sacerdote Pacheco.

Esas personas que han sido llamadas al laicado, están invitadas a ser “sal y luz del mundo” desde el matrimonio, como laico comprometido o un profesional.

Dice el padre Jhassir: “El Señor nos invita a dar sabor en todos los ambientes, incluso los no creyentes (…), eso es lo que hace un laico de Dios”.

La vida religiosa

Pero también Dios puede estar haciendo el llamado para algo más. Es la que se le hace a algunos hombres y mujeres para que sean “profetas del Amor”.

Para esta vocación hay que abrazar los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia”, de acuerdo al padre Pacheco.

Esta vocación es a tiempo completo, y significa dar todo tu tiempo a los otros, y ver en los otros al mismo Jesús, “tanto en la vida contemplativa, activa o mixta”, explicó el sacerdote.

El ministerio ordenado

Esta es la vocación que han encontrado esos hombres que hoy son sacerdotes, diáconos u obispos.

Para esta vocación, “Dios invita a la persona a ser pastor, acompañante, un hermano (…) un amigo”, subrayó el padre Pacheco.

“El sacerdote y el obispo realizan esta gran misión de predicar y de dar los sacramentos al pueblo de Dios, en todos los momentos de su vida”, amplió el sacerdote.

“Esta vocación” -dijo- “es un regalo de Dios, es una invitación del Señor para que seamos servidores”.

¿Y el matrimonio?

También es una vocación y, según el Arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta, una de las más difíciles.

Es vivir para otra persona: amarla, servirla y darse por ella.

Jaime Sterling, integrante del Movimiento Familiar Cristiano en la parroquia San Juan Bautista de La Salle y Santa Mónica, en la vicaría La Asunción, indica que “para dar el paso del matrimonio hay que conocer bien a la otra persona, y conocerse bien a sí mismo, sin mentiras ni engaños ni verdades a medias”.

¿Cómo vivir la vocación matrimonial?

Sterling responde sin dudar: “Con fe y oración diaria”.

Una palabra clave que usa Jaime es “agradecer”. Dar gracias por lo mucho o lo poco que se tenga.

También habla de respeto, tanto al cónyuge como a los hijos. Según dice, eso le dará a la persona la “tenacidad” para luchar por todas las personas que están en el hogar.

Las preguntas correctas

Los entrevistados coinciden en que la clave está en conocerse a sí mismo. En la medida que me conozca, iré conociendo qué quiere Dios de mí, “escucharé su voz”.

Entonces una pregunta primordial es “¿Quién soy, qué regalo me ha dado Dios?”.

Entonces irrumpe la otra pregunta: “¿Qué quiere Dios de mí?”.

Hay que estar claros, en el fondo subyace el hecho de estar enamorado de Dios, y querer saber qué desea Él de nuestra vida. 

“Busquemos en esa dirección, y encontraremos Su Voz”, dice el sacerdote colombiano Alfonso Quiroga, sin olvidar la ayuda que pueda dar un director espiritual.

“En el diálogo y la oración encontramos las herramientas para vivir la vocación al matrimonio”.

E. SOTO P.

Jorge y Mayra Peralta son los presidentes arquidiocesanos del Movimiento Familiar Cristiano, y él asegura que descubrieron el llamado de Dios al matrimonio a través del noviazgo que vivieron.

“En algún momento, entre los dos o tres años que fuimos novios, descubrimos que el amor y la entrega mutua podía ser nuestro proyecto de vida”, indica Jorge.

Ellos tienen 38 años de casados.

Por su parte, Mayra asegura que además de haber encontrado juntos su llamado a hacer una familia, el haberse casado por la Iglesia les dio “la Gracia” para vivir plenamente esa vocación uno al lado del otro.

Una herramienta fundamental fue el diálogo, señala Jorge Peralta, quien subraya que aprendieron el valor de este recurso en el Movimiento Familiar Cristiano.

“En el intercambio con otras parejas aprendimos a valorar el matrimonio”, sostiene Mayra.

Y Jorge la apoya en eso: “En el MFC nos dimos cuenta que el matrimonio es un camino hacia la santificación”.

“Exhortamos a todas las parejas jóvenes a descubrir realmente que esa unión es para toda la vida, y que hay que superar las pruebas mediante el diálogo y la oración juntos en todos los momentos de la vida”, señalaron Mayra y Jorge, padres de cuatro hijos.