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Santa Ana lanza pastoral de acogida  y acompañamiento espiritual a migrantes

Santa Ana lanza pastoral de acogida  y acompañamiento espiritual a migrantes

En el corazón de esta comunidad late una misión que abraza con compasión y fe a quienes caminan lejos de su tierra.

 

Por Marianne Colmenárez

La parroquia de Santa Ana, joya espiritual enclavada en el corazón de la ciudad de Panamá, ha sido desde sus orígenes un refugio para los olvidados.

Desde los tiempos en que los afroantillanos construían el Canal sin poder cruzar “el muro” hacia el sector de la clase pudiente, esta comunidad ha respondido con amor al grito de los que llegan desde lejos.

El padre Anel Sánchez, actual párroco, informó que, desde el pasado sábado 5 de abril, en pleno tiempo de Cuaresma, Santa Ana marcó un nuevo capítulo en su historia de servicio con el lanzamiento oficial de la Pastoral de Acompañamiento Espiritual a la Familia Migrante, una obra que une oración, escucha, consuelo y fraternidad para quienes caminan con las maletas llenas de incertidumbre y esperanza.

“Estamos respondiendo al llamado de la Iglesia y de nuestros obispos de atender a quienes transitan por nuestro país huyendo de la pobreza extrema, de los conflictos armados y de la persecución”, expresó.

 

En cada migrante que llega hay un Cristo que llama a nuestra puerta.

 

Una alianza para el Reino

Con la celebración de la Eucaristía inició la misión el pasado 5 de abril.

La iniciativa nace en coordinación con el arzobispo metropolitano, monseñor José Domingo Ulloa y los Misioneros Scalabrinianos, especialistas en atención a migrantes en todo el mundo.

En la Eucaristía inaugural participaron el padre Quynh Hoang Van, de Vietnam; el padre Mario Geremia, brasileño y consejero general de la congregación, junto al padre Anel y el vicario parroquial, padre Alfredo Uzcátegui.

“Queremos que este espacio sea más que una ayuda material”, explicó el sacerdote Anel y resaltó que se ofrecerá acompañamiento espiritual, atención psicológica y formación para que los migrantes conozcan sus derechos y no se sientan marginados.

Cada primer sábado de mes, a partir de las 4:00 p.m., las puertas de la parroquia se abrirán para recibir a los migrantes con espacios de escucha y orientación. A las 5:00 p.m. se celebrará la Eucaristía, seguida a las 6:00 p.m. por un grupo de oración y, posteriormente, un momento de compartir fraterno.

 

En el comedor encuentran aquí un espacio de acogida y sustento.

 

El comedor, un signo de misericordia

La generosidad no es nueva en Santa Ana. Desde 1989, durante los difíciles días de la invasión, se crearon “ollas comunes” para alimentar a quienes no tenían nada. Aquella iniciativa creció y hoy el Comedor Parroquial funciona de lunes a viernes, sirviendo almuerzos, principalmente a adultos mayores en situación de calle y, cada vez más, a migrantes que han escuchado que en Santa Ana hay una parroquia que ayuda y acoge”.

“Por aquí han pasado cubanos, haitianos, venezolanos… todos buscando un plato de comida y un poco de paz”, recordó el párroco.

 

La misión apenas comienza

Hoy, más que nunca, Santa Ana se convierte en casa de acogida, signo del Reino de Dios.

En este primer encuentro de abril, un grupo de migrantes venezolanos dio un paso adelante y se ofreció para ayudar en esta misión, compartiendo su experiencia, capacitando a otros y siendo puente para más hermanos.

El padre Mario Geremia, con palabras sencillas, pero llenas de fuerza, expresó que la Pastoral de Movilidad Humana de la Arquidiócesis de Panamá, a través de los misioneros y misioneras Scalabrinianas, busca reflejar la presencia de Dios en las parroquias y comunidades.

“En cada encuentro que tendremos, daremos gracias a Dios por la vida, con la ayuda del Padre y de nuestro patrono San Juan Scalabrini fortaleceremos la fe y acompañaremos desde el amor a los migrantes, refugiados y víctimas de trata”, puntualizó.