Cada parroquia en asamblea vecinal o grupal, compartirá la Palabra de Dios y reflexionará acerca de este segundo tema de la Fase de Evangelización.
Redacción
Apegados al lema “Seamos puentes de diálogo y testigos de la Buena Nueva”, descubriremos con gozo el valor de la comunión a través del diálogo. En esta ocasión compartiremos sobre la importancia de la política, que, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad. Iniciemos nuestro encuentro con esperanza y alegría.
La Palabra nos ilumina – Mateo 20, 25-28
“Jesús los llamó y dijo: Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.
La Palabra nos hace reflexionar
Una tarea fundamental, que forma parte de la misión de la Iglesia, es fomentar el diálogo.
El objetivo principal del diálogo de la Iglesia con los políticos es contribuir al bien de la paz. De acuerdo con “Evangelii Gaudium” esto requiere, en primer lugar, apostar por una cultura que privilegie el diálogo y aprender a diseñar caminos de consenso y acuerdo, (cf. EG 239).
El diálogo es la base para construir sociedades abiertas y plurales. El servicio que la Iglesia debe prestar es crear espacios de diálogo verdadero y sincero. La Iglesia se compromete a favorecer el diálogo político, curando heridas y evitando enfrentamientos. Esto supone contribuir al diálogo entre los diversos partidos políticos y fuerzas sociales.
En este diálogo, la Iglesia no aporta soluciones concretas para los temas político-sociales, sino su visión sobre los valores fundamentales de la vida humana.
La Iglesia “habla desde la luz que aporta su fe” y ofrece su experiencia de más de dos mil años (EG 238). Junto con otras fuerzas sociales, aporta la luz del Evangelio, acompañada por propuestas que sirvan a la dignidad y al bien común, (Cf. EG 241).
La dificultad más seria para el diálogo proviene del laicismo exagerado, que excluye a las religiones del diálogo político. El Papa denuncia la tendencia a privatizar las religiones, reduciéndolas al silencio y a la conciencia de cada uno o encerrándolas en los templos, sinagogas o mezquitas. Frente a ello, Francisco acentúa la contribución que hacen las religiones a la vida social. Hay que respetar la laicidad de la política, porque el mundo goza de autonomía propia; pero hay que reconocer que las religiones aportan criterios y presupuestos fundamentales que dan solidez a las relaciones entre las personas. Las religiones ayudan a construir puentes y aportan “las grandes motivaciones que hacen posible la comunicación, el sacrificio, la bondad”, (LS 200).
Para entablar el diálogo:
- ¿De qué manera me involucro en las realidades de mi comunidad?
- ¿Soy humilde para oír las opiniones de los demás a fin de construir el mejor camino?
- ¿De qué manera podemos combatir el clientelismo y la corrupción?
- . ¿Cuáles deben ser las cualidades de nuestros futuros gobernantes?
La Palabra nos hace actuar
Hay que orar por los gobernantes como dice san Pablo: orad por los reyes y por todos los constituidos en autoridad. Nosotros, los gobernados, damos lo mejor. Sobre todo, la oración.
Un buen católico debe comprometerse en política, dando lo mejor de sí, para que el gobernante pueda gobernar bien, con mis ideas, sugerencias y propuestas.