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Templo de Atalaya cumplió 60 años de su consagración como basílica

Templo de Atalaya cumplió 60 años de su consagración como basílica

El Papa Pablo VI le otorgó al templo San Miguel Arcángel, la dignidad de Basílica Menor el 28 de julio de 1963 y el arzobispo de Panamá Monseñor Francisco Beckman, la consagró el 15 de febrero de 1964. Peregrinos de todo el país llegan al templo y se postran ante la imagen de Jesús Nazareno para orar y agradecerle sus favores.

 

Por Luis Miguel Blanco Bonilla

En el pueblo de Atalaya, en Veraguas, desde 1912 prevalece el sentido religioso en honor a Jesús Nazareno de Atalaya, gracias a su mayor promotor, Monseñor Juan José Cánovas.

Los peregrinos que participan en esta romería son fáciles de identificar pues portan el tradicional hábito morado y el cinturón blanco ceñido a la cintura, aunque muchos miles más van con su vestimenta diaria, en especial los campesinos que por décadas caminan hasta la Basílica Menor San Miguel Arcángel, que este año 2024 celebra 60 años de haber sido erigida como basílica, la primera de Panamá.

 

Datos importantes

Desde antes de los carnavales, los lugareños notan la llegada de flujos de peregrinos que llegan a cumplir su “manda” y a venerar la imagen de Jesús Nazareno que se cree fue traída antes del año 1730 por los españoles.

En 1753 se construyó una iglesia, en la cual ya se podían apreciar tres naves, aunque tuvo sus orígenes como un bohío de paredes de madera sin labrar, con pilares interiores hechos de mangle, y techo de hojas de palma.

Posteriormente, en 1783, se iniciaron los trabajos para la construcción de una nueva iglesia, la cual quedó terminada en 1802. Ahora bien, la torre de esta nueva iglesia quedó inconclusa, y en el año 1923 el sacerdote español Juan José Cánovas reinició los trabajos de terminación de la torre, la cual quedó concluida en 1925 y fue inaugurada y bendecida el 19 de marzo de 1927 por el arzobispo Guillermo Rojas y Arrieta.

 

El mayor crecimiento o auge de la Romería ocurre con la llegada de Cánovas a Atalaya en 1912, él impulsó el amor y la devoción a Jesús Nazareno.

 

Mínimo son 260 años del inicio de la devoción

El origen de la romería se entrelaza entre la historia y la leyenda, similar a lo que ha sucedido con muchas de las tradiciones religiosas de la América hispana.

Por una parte, se afirma que la imagen fue encontrada a orillas del río de Jesús, situado a un kilómetro y medio del poblado, sin embargo, otros sostienen que la imagen fue traída por los españoles, como cumplimiento de una promesa de batalla.

Esta segunda versión se sostiene en el libro de monseñor Pedro Mega y testimonios recogidos por el padre Cánovas en 1912 donde se relata que: “Debido a las rencillas entre los jefes indígenas y los españoles, se registró una guerra entre ambos grupos. Los españoles prometieron que, si ganaban la guerra, ellos donarían una imagen de Jesús Nazareno a los aborígenes. Y así sucedió, los españoles ganaron la guerra, trajeron la imagen, no se sabe de dónde, la obsequiaron a los nativos, quienes armaron un rancho de paja y empezó la devoción al Cristo milagroso, hasta nuestros días”.

 

Devoción bien cuidada

El mayor crecimiento o auge de la romería ocurre con la llegada del sacerdote español a Atalaya en 1912, puesto que él impulsó el amor y la devoción a Jesús Nazareno.

Pero Cánovas, como buen religioso, no era “perita en dulce” con las cosas de Dios y no dudó en suspender oficialmente en dos ocasiones la peregrinación, cuando en el pueblo intentaron celebrar bailes populares en plena Cuaresma; desde entonces se ha mantenido ese respeto. No hay ninguna celebración festiva popular ni matrimonios religiosos durante toda la Cuaresma.

El sacerdote holandés José Schmiehuizen, de la orden de los Cruzados, acompañó a Cánovas desde la inauguración oficial del orfanato, el 17 de junio de 1961, al que transformaron en un colegio agrícola elemental y que ahora ofrece un bachillerato en ciencias agropecuarias en Atalaya.

Cuando Schmiehuizen llegó a Panamá, el cura Cánovas llevaba 40 años como párroco de la Basílica Menor San Miguel Arcángel de Atalaya. Lo acompañaría una década más y luego el cura holandés sería designado párroco.

Cánovas vivió 50 años en Atalaya como su cura párroco; en dos ocasiones intentaron expulsarlo del pueblo sus adversarios y en otras él se retiró a Montijo, una comunidad cercana, a lomo de caballo, cuando los atalayeros no le hacían caso, resume Schmiehuizen, quien también sufriría esas amargas experiencias durante sus 40 años al frente de la basílica y el colegio.

 

Juan José Cánovas

Juan José Cánovas llegó a Panamá en 1910 con tan solo 30 años de edad.

Llegó a Panamá en 1910, cuando contaba con 30 años, pues su destino original era Colombia. A este país sudamericano no pudo viajar por una epidemia de fiebre amarilla, por lo que desembarcó en el puerto panameño de Colón, me refirió en su momento el exrector y exalumno del centro educativo Edison Vallejos.

El español murió en su natal Totana el 28 de noviembre de 1964, a los 84 años, siendo monseñor y camarero secreto del Papa, además de haber recibido en vida la Orden Vasco Núñez de Balboa, la máxima condecoración panameña, según el escrito El Nazareno de Atalaya, publicado en 1965 por Carlos Pérez Herrera.

Su última voluntad fue reposar en Atalaya, por eso su tumba está en la basílica a los pies del altar del Nazareno desde el 1 de febrero de 1981.

 

Atalaya: centro de peregrinación

La población de Atalaya es el centro de una devoción religiosa que va más allá de la sola peregrinación de Cuaresma, aunque esta romería que se calcula este año superará los 300.000 devotos, es la que le da más lustre y recursos a la diócesis de Santiago.

Pedro Zevallos, educador y joyero del pueblo, me refirió esa cifra de peregrinos a “ojo de buen cubero”, porque su casa está frente a la basílica, y recuerda con mucho cariño los años vividos cerca de esta devoción.

 

Conversión personal

Durante todo el año, Atalaya, como todo centro de peregrinación, recibe a miles de fieles nacionales y extranjeros que van al encuentro con Jesús Nazareno, a través del sacramento de la reconciliación y la eucaristía. Pero como advierte el padre Reginio Aguilar, párroco de la parroquia San Miguel Arcángel de Atalaya, hay que seguir trabajando por la conversión personal. “El peregrino debe regresar a su casa y ambiente de trabajo, dispuesto a cambiar su vida”, afirmó. 

 Precisamente, la iglesia invita a todos sus fieles a una auténtica y profunda conversión a través de la oración, que es indispensable para nuestro encuentro con Dios; la penitencia, y la caridad, que es necesaria para llegar a la Pascua santificados.