El líder cristiano deja el protagonismo y sabe delegar

El líder cristiano deja el protagonismo y sabe delegar

Entre los jóvenes, hay variedad de talentos, gustos y grados de conocimientos; por esto es importante comprender que siempre necesitarán de otros para cumplir con la misión encomendada.

 

Por Marianne Colmenárez

El simple hecho de reconocer que no tienen todos los talentos, ni toda la sabiduría, es razón suficiente para comprender que necesitan siempre de otras personas que contribuyan a enriquecer los dones que Dios ha provisto para el desarrollo y fortalecimiento de su obra.

Casi siempre son muchas las tareas que deben llevarse a cabo para cumplir con los objetivos trazados del grupo de estudios o de la parroquia.

En la Iglesia siempre se necesitan personas que sepan predicar, cantar, bailar, escribir, animar, cocinar, limpiar y hasta administrar los recursos, que casi siempre son recaudados a través del trabajo que se hace en equipo.

Así que un buen líder debe saber que hay espacio para todos, ya que se requieren un equipo juvenil bien estructurado.

Para profundizar en el tema, el padre Justo Rivas, asesor de la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Panamá, resalta que no es una coincidencia que Jesús pasara toda la noche en oración antes de seleccionar a sus doce primeros líderes la mañana siguiente.

“Un líder está llamado al fracaso si llega a creer que solo puede hacerlo todo, que solo él o ella tienen la razón. Jesús eligió 12 apóstoles que estaban lejos de ser perfectos y Jesús sabiendo eso confió y no se arrepintió”, explicó.

Señala que un buen líder observa las oportunidades que hay detrás de los errores de cada persona, porque no se concentra en el problema sino en las virtudes, lo ve todo con esperanza, sabe animar y aglutinar a todos en torno a Jesús.

En el momento de la caída o fracaso, también sufre, pero aprende de estos. Expresa sus molestias, pero no deja de luchar para que todos vivan en comunión y lleguen alcanzar la vida eterna.

 

Siempre es necesaria la formación

Yoel Emil González, laico comprometido desde muy joven, señala que a través de los años y con los errores cometidos han aprendido que todos necesitan formarse en liderazgo. “En ocasiones nos dejamos llevar por la apariencia, por la primera impresión que nos da un chico que llega muy proactivo, lo designamos sin haberle formado y no funciona en esa responsabilidad”.

Mi misión con los chicos siempre va amarrado a la fe. “Quienes tenemos la bendición y la responsabilidad de coordinar algún grupo de muchachos debemos es confiar plenamente en Dios, solo Él puso esa persona allí con talentos, a quien eligió para capacitarla en el desarrollo de una tarea”, asevera.

“¡Ser líder no es fácil, pero Dios te capacita! Al estar al frente de la organización se tienen más obligaciones que los demás miembros. Se está más expuesto a la crítica y se corren riesgos de diversos tipos”, dijo Yoel.

Sin embargo, asegura que también se tienen satisfacciones significativas, como es la de sentir que se está dando lo mejor de sí al servicio para Cristo y para el movimiento juvenil.