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Un santo ermitaño, modelo de piedad, servicio y entrega total

Un santo ermitaño, modelo de piedad, servicio y entrega total

La Iglesia maronita es la misma Iglesia católica, solo que con diferentes expresiones y ritos que representan la experiencia de fe en Oriente.

 

Por Karla Díaz 

A partir de ahora, la reliquia de San Charbel ocupará un espacio especial en la Catedral Basílica Santa María la Antigua, luego de que se realizó  una ceremonia de entronización, en la cual participaron fieles y seguidores. Este querido monje ermitaño es conocido por sus milagros y ser el primer santo oriental canonizado.

Monseñor Fabi Bou Chebl Abi Nassif, exarca Apostólico de los Fieles Maronitas en Colombia, Ecuador y Perú, señaló que esta entronización representa un gesto de sinodalidad y una manifestación al pueblo de Dios de que somos una sola Iglesia, a pesar de que existen distintos ritos, tradiciones y elementos, pues todos están cimentados bajo la misma fe.

Una Iglesia que a lo largo de los siglos ha permanecido fiel a la sede de Pedro en Roma, a pesar de las persecuciones, el destierro, el hambre, la guerra y el martirio.  “La vida de San Charbel es un claro ejemplo de lo que significa ser fiel a Cristo”, dijo monseñor Fabi.

 

Esta reliquia se convierte hoy en un símbolo de unión y esperanza para nuestra Iglesia.

 

Pero, ¿quién es San Charbel?

Es un santo fiel maronita. San Charbel se dedicó a vivir en soledad, su vida estuvo marcada por la oración constante, penitencia y sacrificio. Vivió tiempos de mucha crueldad y turbulencias, y las dificultades le ayudaron a purificar su amor por Dios.  “A través de su vida, San Charbel se dedicó completamente a la oración y trabajo manual, buscando una vida al servicio de los demás. Hay testimonios de muchos milagros que han sido gracias a su intercesión”, aseguró el exarca.

 

Charbel es el hombre de las bienaventuranzas, con su fe nos enseña que incluso en las pruebas más duras podemos encontrar paz en el Señor. 

 

Por su parte, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, destacó la importancia de esta ceremonia para nuestra iglesia, ya que este santo libanés representa la fe purificada de los hermanos de oriente.

“Al reunirnos, damos sentido del espíritu sinodal que caracteriza a la iglesia. La presencia de los hermanos libaneses, sirios y palestinos en Panamá es testimonio de la acogida y generosidad de nuestro país hacia estas personas que han llegado aquí buscando refugio de persecuciones religiosas o políticas, y han sido recibidas por el pueblo panameño, que ha mostrado su buen corazón”, dijo el arzobispo.

Asimismo, indicó que la reliquia peregrinará próximamente por los hospitales del país y recorrerá las parroquias y diócesis que así lo soliciten.

“Será una oportunidad para orar por la paz en el Líbano, tierra de este santo, y especialmente para que en el mundo entero podamos encontrar esa tan anhelada paz que Jesús nos trajo”, concluyó monseñor Ulloa Mendieta.