Una mirada pastoral

Una mirada pastoral

Las causas que hacen al mundo cerrado y no abierto a todos son: pérdida de la memoria histórica e identidad cultural, creciente individualismo, y materialismo economicista que olvida la dignidad y los derechos humanos.

P. Miguel Ángel Keller, OSA

La metodología ver-juzgar-actuar, nacida ya el siglo pasado en Francia, ha dado y sigue dando muchos y muy positivos frutos en la reflexión teológica y la práctica pastoral de América Latina.  Parte del análisis crítico de la realidad, y esta es la opción metodológica del Papa en su Encíclica Fratelli Tutti (FT), que comienza por eso con un primer capítulo titulado “Las sombras de un mundo cerrado”. Francisco no es pesimista, de hecho el capítulo termina con un canto a la esperanza, incluso en tiempo de pandemia, invitando a caminar en esperanza, seguros de que Dios sigue derramando en la humanidad y en la historia semillas del bien, (FT 54-55). Pero, parte de la realidad y se siente obligado a denunciar proféticamente las sombras o aspectos negativos que se oponen hoy al desarrollo de la fraternidad universal, tema de la Encíclica y corazón del plan de Dios.

Hoy la sociedad globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. Estamos más solos que nunca.

Porque por desgracia, y el Papa lo sabe muy bien, lo lamenta y lo denuncia, el mundo de hoy no vive de acuerdo a este ideal. Es un mundo cerrado y lleno de sombras. Se habla mucho de democracia, libertad, justicia, derechos humanos…pero por todas partes podemos observar enormes problemas de pobreza, marginación, abuso de poder, materialismo consumista, nacionalismos cerrados, pérdida del sentido social, que dan como resultado masas de desplazados e incluso esclavizados; es lo que Francisco llama la cultura del descarte, un descarte mundial. Hoy la sociedad globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. Estamos más solos que nunca. Y las causas que hacen al mundo cerrado y no abierto a todos son: la pérdida de la memoria histórica y la identidad cultural, el creciente individualismo, el materialismo economicista que olvida la dignidad y los derechos humanos, el influjo negativo de muchos medios de comunicación.

  • Crece hoy una destructiva colonización cultural, que amenaza sobre todo a los jóvenes:«Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que ella les dice? Esa persona los necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen —o de-construyen— todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido», (FT 13).

 

  • Frente al ideal de un mundo fraterno, abierto a todos, con sentido comunitario, se fomenta muchas veces un individualismo insolidario e incluso violento: “En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que está caído en el camino? Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso…. Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común”, (FT 16-17).

 

  • “Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que «nacen nuevas pobrezas… En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados». ¿Qué dice esto acerca de la igualdad de derechos fundada en la misma dignidad humana?”, (FT 21 y 23).

 

En la comunicación digital, “Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante. Se quiere mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima. El respeto al otro se hace pedazos y, de esa manera, al mismo tiempo que lo desplazo, lo ignoro y lo mantengo lejos, sin pudor alguno puedo invadir su vida hasta el extremo… Los medios de comunicación digitales pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténtica”. Degeneran incluso con frecuencia en la agresividad sin pudor, la información sin sabiduría, (FT 42-53).