“Vencer el miedo”, Monseñor José Domingo Ulloa

“Vencer el miedo”, Monseñor José Domingo Ulloa

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 “La Palabra de Dios vuelve a reiterarnos, Jesús resucitado se dejó ver por los que, en adelante, habrían de ser sus testigos hasta los confines”, dijo el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa, en la homilía de hoy, en la que también anunció la habilitación de una línea de acompañamiento a las personas que están atravesando situaciones de soledad o confusión.

Antes de referirse a las lecturas de hoy viernes de Pascua, pidió oración comunitaria por su consagración episcopal y la de Monseñor Pablo Varela Server, hace 16 años, y sus 10 años de estar al frente de la Arquidiócesis de Panamá. 

“Queridos hermanos en ese marco de referencia y desde esa visión ministerial, con mis luces y sombras, he querido siempre enfocar y desarrollar esta responsabilidad que hoy celebro ante ustedes y para ustedes, con total disponibilidad y, eso sí, con absoluta generosidad”, expresó.

Volviendo a la reflexión de la lectura de hoy, en la misa que cada día transmite FETV y Radio Hogar, sobre la tercera aparición a los discípulos, en esta ocasión todos cuantos le vieron le reconocieron y tuvieron clara conciencia de que se trataba de Jesús.

Indicó que hoy el evangelio, nos enseña que las confusiones aniquilan nuestro corazón. “Jesús está en nuestro medio, pero no sabemos quién es Él, no sabemos dónde Él está y no lo reconocemos”, añadió.

Los discípulos de otrora también no lo reconocieron, no sabían que era Él. ¿Por qué ellos no sabían que era Él? Porque estaban confusos, con mezclas de sentimientos de fe, inseguridades, miedo y pavor.

Trayéndolo a nuestra realidad, advirtió que cuando la confusión, la angustia se apodera de nosotros, nuestra visión interior se bloquea, nos vamos convirtiendo en ciegos y no conseguimos ver la realidad como ella es. 

Por ello, “si dejamos que la confusión crezca, de hecho, la distorsión de la realidad se va apoderando de nuestra vida. “No podemos seguir con el corazón confuso, lleno de inquietudes y perturbaciones”.

En medio de la angustia que vivimos, calma tu corazón, purifica tu alma, permita que Jesús hable contigo, que sea él quien te de órdenes a tu vida para encontrar el sentido y la razón de vivir, porque estamos lanzando nuestras redes para todos lados. 

El arzobispo, en medio de la homilía, ofreció a las personas consejos para enfrentar los miedos y preocupaciones que aquejan a la población, muchos por el aislamiento en que están, de manera particular las que viven solas. 

Al final de su homilía, anunció el servicio de acompañamientos a las personas que estén atravesando situaciones de soledad o confusión, y dio números telefónicos para que puedan comunicarse ante la necesidad que están experimentando.

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

Homilía Viernes de Pascua

Mons. José Domingo Ulloa Mendieta

Hermanos y hermanas:

 Quiero que nos unamos hoy en la oración por este servidor y Mons. Pablo Varela que cumplimos 16 años de ordenación episcopal, y 10 años de estar al frente de esta Arquidiócesis.

¿Qué es lo que debe hacer un obispo? ¿Qué se espera de un obispo?: San Agustín ante estos interrogantes responde:  el episcopado no es un arte de pasar bien esta vida falaz (Ca. 85, 2). Sino que consagrados en beneficio de la población cristiana hemos de contribuir con nuestro cargo a la paz cristiana (Ca 1283) y, en consecuencia, los obispos hacen las veces de abogados ante Dios por su pueblo.  Por eso el Obispo, además de tener sabiduría para enseñar, debe tener paciencia para aprender (TB 4, 5, 7) o, lo que es lo mismo, paciencia para escuchar. Por todo eso, Agustín pedía a sus fieles: “Orad por nosotros, pues cuanto más elevado es el lugar en que estamos, tanto mayor es el peligro en que nos encontramos” (S 340 A, 8).

Y eso es lo mismo que hoy me atrevo a pedirles y no solo pedirles sino suplicarles y agradecerles las oraciones que están realizando: para que siga siendo fiel a este encargo que representa para mí una doble responsabilidad: la que conlleva el ser cristiano y la que conlleva el ser obispo; la primera implica ser la primera de las ovejas, la segunda, ser un fiel pastor.  Por eso queridos hermanos, en ese marco de referencia y desde esa visión ministerial con mis luces y sombras he querido siempre enfocar y desarrollar esta responsabilidad que hoy celebro ante ustedes y para ustedes, con total disponibilidad y eso sí con absoluta generosidad. 

Comparto una carta que recibí hace 16 años: Querido José Domingo

Ser obispo es desacostumbrarse a la verdad desnuda, y verse obligado a atravesar con los ojos el frondoso bosque de la adulación. Es pelear por mirar a la vez el suelo y las nubes y aguantar con gesto amable los rejones de quienes no te quieren bien, aunque te llamen de excelencia y compartan tu mesa. Ser obispo es soportar el sopor de la alta política cuando preferirías estar orando en la soledad de tus cuatro paredes.

Ser obispo es institucionalizar tu vida para siempre. Ya no eres José Domingo o José, sino el Señor Obispo. Te criticarán porque no tomaste vino o porque sí lo tomaste. Te pondrán etiquetas de las que nunca podrás liberarte: progresista, conservador, pastoralista, doctrinalista. Muchos te mirarán con odio sin que les hayas hecho nada, mientras otros no pararán de hacerte inclinaciones de cabeza, como si te las merecieras. Pasarás tu vida episcopal deseando volver a encontrarte, diluido entre una muchedumbre de problemas cotidianos, y preguntándole a Dios qué pecado has cometido para que te cayera el cielo sobre la cabeza.

 Hoy la Palabra de Dios vuelve a reiterarnos, Jesús resucitado no quiso manifestarse abiertamente, como cuando estaba vivo en carne mortal, sino que se dejó ver por los que, en adelante, habrían de ser sus testigos hasta los confines de la tierra (cfr. Lc 24,48).

Pero todos cuantos le vieron le reconocieron y tuvieron clara conciencia de que se trataba de Jesús.

De hecho, los evangelios no tienen ningún reparo, en su fidelidad a los hechos, en mostrarnos como los apóstoles se resistieron a creer que Jesús había resucitado:

-Los Once se resistieron a creer, y Jesús les tuvo que enseñar las marcas de los clavos (cfr. Lc 24,40; Jn 20,20).

-Tomás, uno de los Apóstoles, incluso pidió meter los dedos y la mano en los agujeros de los clavos y la lanza respectivamente; si no, no creería que era realmente Jesús quien había resucitado y estaba vivo (cfr. Jn 20,24-29).

-Los Apóstoles no quisieron dar fe a las Escrituras ni tampoco a las palabras que Jesús les había dicho mientras estaba con ellos (cfr. Mc 8,31; Mc 9,9-32; 10,32-34).

-Por tanto, Cristo mismo les hizo ver que realmente había resucitado.

Y esta experiencia, indudable e inconfundible, cambió la historia. Es la revelación máxima del amor de Dios a los hombres y de su promesa de vida eterna. También condiciona la historia de cada hombre.

Desde entonces todos los que tenemos noticia de la resurrección estamos obligados a elegir: creer o no creer a sus testigos.

En ello, lo queramos o no, nos jugamos la vida: el sentido de la vida, el valor de la vida, el modo de vivirla, y si queremos el regalo de la vida eterna.

() A las autoridades religiosas judías no les salió del todo bien haber clavado a Jesús en la cruz. Pensaban que con su muerte nunca más se volvería a oír hablar de él. Pero no fue así. Jesús, al tercer día resucitó y el pequeño grupo de sus apóstoles cogió su relevo y predicaba a Jesús resucitado y todo su mensaje. 

Jesús tiene sumo cuidado de convencer a sus apóstoles que ha resucitado. Es que sin su resurrección todo lo suyo se habría venido abajo. Como dice un buen teólogo: “Si la muerte hubiera sido superior al mensajero del Reino, todo habría concluido. Jesús hubiera sido definitivamente olvidado; de su pretensión de ser el mensajero del reino de Dios no habría quedado más que un amargo sabor a utopía, ingenuidad o fracaso.

El evangelio de hoy nos presenta la tercera de las apariciones de Jesús resucitado a sus apóstoles, junto al lago de Tiberíades Pedro y otros seis apóstoles, después de la muerte de Jesús, tratan de pescar. Sabemos el resultado de su esfuerzo nocturno.

Hoy el evangelio nos enseña que Las confusiones aniquilan nuestro corazón

Jesús está en nuestro medio, pero no sabemos quién Él es, no sabemos dónde Él esta, no reconocemos a Él.

Los discípulos de otrora también no reconocieran a Él, no sabían que era Él. ¿Porque ellos no sabían que era Él? Porque estaban confusos, estaban mezclando los sentimientos de fe, inseguridades, miedo y pavor.

Cuando todo está confuso no reconocemos ni unos a otros, muchas veces, no reconocemos ni quien está en nuestra casa. A veces, el padre no reconoce el hijo, el hijo no reconoce el padre, el marido no reconoce la esposa; no reconocemos ni a nosotros mismos.

Cuando la confusión, la angustia se apodera de nosotros, nuestra visión interior se bloquea, nos vamos convirtiendo en ciegos y no conseguimos ver la realidad como ella es.

Si dejamos que la confusión crezca, de hecho, la distorsión de la realidad se va apoderando de nuestra vida, y estamos buscando por todos los lados lo que está delante de nosotros. No permitamos que el corazón y el alma estén divididas.

Somos personas fragmentadas aun cuando tenemos la oportunidad para recogernos y volver para dentro de nosotros, no lo conseguimos, porque queremos hacer muchas cosas al mismo tiempo y seguir con las inquietudes del alma, de la cabeza y del corazón.

No podemos seguir con el corazón confuso, lleno de inquietudes y perturbaciones.

Es una mano que no quitamos del teléfono móvil y en otra tiramos del mando a distancia; es la cabeza que va para un lado y el corazón que parte para otro.

Todas estas confusiones aniquilan el alma y el corazón. ¿Y dónde está Jesús? Intentando calmar y purificar todas las confusiones que están dentro de nosotros.

En medio de la angustia que vivimos, calma tu corazón, purifica tu alma, permita que Jesús hable contigo, que sea él el que dé órdenes a tu vida para encontrar el sentido y la razón de vivir, porque estamos lanzando nuestras redes para todo el lado.

En el desespero y en el impulso de los acontecimientos, lanzamos las redes para allá y para aquí, quedamos hasta en la red de internet y no buscamos lo que encontramos.

Es necesario escuchar la voz de Jesús y lanzar la red en la dirección que Él nos envía. Jesús dijo: “Lanza la red a la derecha de la barca y allí encontrarás”. ¿Dónde está a la derecha? ¿Dónde está al lado correcto? Está en escuchar, obedecer y creer a Jesús.

Si hacemos esto, podemos tener la seguridad de que tendremos pescas abundantes, nuestro corazón tendrá la paz abundante para dar, distribuir y sembrar en todos los lados. No podemos seguir con el corazón confuso, lleno de inquietudes y perturbaciones que no permiten encontrar la dirección de la vida.

Importancia de la salud Mental

 El mundo conocido nunca volverá a ser el mismo. El coronavirus ataca por igual, a pobres y a ricos, no entiende de clases sociales, razas, o ideologías. Ni el dinero, ni el poder, ni la fuerza, ni la inteligencia, ni la fama pueden hacerte escapar de esta pesadilla y nuestra salud mental también está en juego. Todos somos iguales ante la ley que dicta el coronavirus.

Esta situación desconocida provocará y está provocando consecuencias a todos los niveles: sanitario, económico, político, demográfico… Pero, sobre todo, provocará consecuencias a espiritual y psicológico.

Para vencer al miedo y superar la incertidumbre que no provoca está crisis, ¿Qué podemos hacer para para afrontarla

 “Ante el miedo se dan tres respuestas posibles en la naturaleza humana, dependiendo de nuestra personalidad responderemos de una u otra manera. Estas tres respuestas posibles pueden ser bloqueo, huida o agresividad”. “Son respuestas totalmente automáticas, viscerales. Para manejarlas, habría que poner cabeza a la sensación, identificarla, tomar conciencia de lo que nos sucede para así poder relativizarla y tranquilizarnos”,

Algunos puntos para tener un equilibrio espiritual y psicológico:

1. Huye de la sobreinformación

Es comprensible querer estar al tanto de lo que ocurre, y preocuparse por esto es lógico. Pero para quienes ya tienen algún problema de salud mental existente, el exceso de noticias alarmantes puede ser contraproducente.

Entonces sigue informándote, pero limita ese consumo a un determinado momento del día, y luego apaga la pantalla, busca otra actividad. No te quedes todo el día viendo noticias o leyendo acontecimientos trágicos.

2. Acepta la incertidumbre

Para lidiar con las preocupaciones y la ansiedad, a causa del «no saber lo que va a pasar», primero se debe reconocer, admitir, aceptar esa incertidumbre que viene a la mente. Sin reaccionar ante ella… simplemente, hacer una pausa. Los pensamientos no son declaraciones ni hechos. Despídete de algunos pensamientos y sentimientos. Pasarán. No tienes que reaccionar».

3. Vive el momento presente

Otra cosa —que está relacionada con la incertidumbre— es la preocupación por lo que podría venir. ¿Cuánto tiempo más estaremos encerrados?, ¿cómo pagaré mis deudas?, ¿será que me despedirán? Y muchas otras preguntas como estas se presentan y alimentan la ansiedad.

Sé que no es fácil hacerlo, pero procura vivir solo el momento presente. «No se inquietes, por el mañana, porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes», nos dice el Evangelio (Mt 6, 34). Vive un día a la vez.

George Chevrot escribió «Vivir en la presencia de Dios es vivir únicamente en el presente, en una paz que no turba ninguna inquietud». También dijo que «El día es una medida divina del tiempo» y que «la preocupación, en efecto, roe, es deprimente.

4. Aislamiento no significa estar solos

La depresión muchas veces nos puede mentir y hacer creer que estamos solos. No estamos solos, todos estamos atravesando exactamente por lo mismo.

Desde la distancia, podemos apoyarnos. Por la Comunión de los Santos, podemos acompañarnos. También podemos recordar: «Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo» (Jn 16, 32). Además… ¡gracias, Dios por el Internet! Nunca fue tan útil como ahora, el que a ratos parecía separar a las personas, hoy las puede unir. Organiza con tus amigos una videollamada, escribe a alguien con quien puedas hablar y distraerte, llama a tu familia si no están contigo. Aunque la idea no te termine de convencer ¡inténtalo!

5. No te exijas más de lo que puedes

Para quienes sufren de ansiedad por ser muy perfeccionistas, estar todo el día en la casa puede ser agobiante, por el hecho de creer que no se está siendo lo suficientemente productivo.

Para quienes no pueden trabajar desde sus casas, quizás aparezca la tentación de querer ser productivos en el descanso. Pero no es necesario: no necesitas leer un libro por día, no necesitas escribir una novela, no tienes por qué convertirte en youtuber o influencer.

Está bien leer, escribir, pintar, subir videos… pero no seas tú el peor jefe que podrías tener, ¡date un respiro! En Imitación de Cristo, vemos a Jesús decir al alma: «Eres hombre y no Dios, eres de carne y no como los ángeles».

6. Evita el estrés y trabaja de manera saludable

– Un trabajo, de por sí, puede ser un motivo de estrés y sabemos que este empeora la salud mental. Trabajar desde la casa no es fácil, aunque algunos quisieran idealizarlo.

Piensa y procura aceptar que tu trabajo de hoy no será igual al que desarrollabas antes de la cuarentena. Todo el mundo está atravesando por lo mismo, así que encontrarás mucha comprensión si tienes que cambiar la forma en que trabajas o cambiar algunas fechas.

7. Cumple con los horarios

Al no tener que levantarnos temprano para llegar a la oficina, o acostarnos tarde por la misma razón, se puede desconfigurar un poco el horario que seguíamos antes de que empezara toda esta locura.

Pero, habiendo tantas cosas que no podemos controlar, aprovecha para controlar lo que sí puedes. Un horario adecuado y saludable. Respeta la cantidad de horas de sueño que necesitas, así como también los horarios de las redes sociales, la televisión, el trabajo, las comidas… ¡evita los excesos!

8. No pienses de más

Sé lo difícil que es esto. Y sé que no piensas de más porque quieres, sino por qué no puedes evitarlo. Y, cuanto más aislados estemos, más tiempo hay para pensar, y pensar, y pensar… y terminamos más ansiosos o deprimidos. Si tienes algún pensamiento distorsionado, quizás te sirva hacerte algunas preguntas como: ¿Qué datos de la realidad están a favor de este pensamiento?, ¿hay otra forma de interpretar lo que ocurre?, ¿qué le diría a otra persona que piensa esto?

Miremos este tiempo del coronavirus como un tiempo de gracia y no de desgracia, pues nos está dando un tiempo de calidad para estar en familia, hablar con nuestros hijos, llamar a los amigos y familiares de quienes nos habíamos desconectados, ante las actividades cotidianas y el corre, corre al que nos ha llevado la sociedad actual”.

En este tiempo de crisis, es una llamada “a tener los pies bien puestos sobre la Tierra para enfrentar estos momentos con mucha valentía con la fuerza de nuestra fe, que nos ayuda a salir delante de cualquier situación”.

Por eso, los invito a orar, hablar con Dios, a tener confianza y mucha calma, así como “descubrir lo sagrado que puede llegar a ser cada rincón de nuestra casa, donde se puede rezar el Rosario, la coronilla de la Divina Misericordia en familia”.

Y sobre todo a dejarnos ayudar por Dios, y por los profesionales de la psicología y espiritualidad.

IGLESIA ARQUIDIOCESANA HABILITA LÍNEA PARA ACOMPAÑAMIENTO DE LAS PERSONAS

La Arquidiócesis de Panamá, con la finalidad de acompañar a las personas que estén atravesando situaciones de soledad o confusión, ha habilitado una línea telefónica, donde pueden comunicarse.

Es un hecho, que la soledad de muchas personas se ha acentuado con la medida de “quedarse en casa” a causa del Covid-19, especialmente si es adulto mayor, lo que puede crear una sensación de angustia y de inestabilidad emocional.  Y para la gente de fe existe también un vacío espiritual al verse confinados sin poder asistir a misa, comulgar o confesarse, por lo que sienten la necesidad de una orientación de cómo vivir esta pandemia desde la fe y la confianza en Dios.

También se estará habilitando una línea para las parejas que estén atravesando alguna dificultad.

Estas son las razones que impulsan la iniciativa de la línea de acompañamiento para dar ayuda psicológica y apoyo emocional, a quienes siente ansiedad, angustia y estrés.

Líneas a las que puede llamar:

-Movimientos Focolares 282-6586, atención de 8:00 a.m. a 4:00 p.m.

– Psicólogo en línea, Carlos De León, 6253-3547.

-Cruz Blanca 6020-9285/6674-9695, atención de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.

-Instituto de Salud Mental 523-6813/523-6846.

PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ