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Templo Nuestra Señora del Carmen, 70 años después

Templo Nuestra Señora del Carmen, 70 años después

Desde su construcción, hace 70 años, el templo dedicado a Nuestra Señora del Carmen es muy visitado y admirado por su belleza. Esto es posible gracias al celo de los Padres Carmelitas Descalzos, de darle una hermosa casa a nuestro Señor y a su amada Madre.

 

Por Lourdes del Carmen Rodríguez

Se levanta imponente y recibe a cientos de personas, día a día. Así es el templo de Nuestra Señora del Carmen, en Vía España, que cumple 70 años siendo una de las más hermosas edificaciones de la capital. La entrega de sus frailes hace posible que se haga realidad su carisma: la escucha y la contemplación.

 

Un sueño que se hizo realidad

El 1 de julio de 1941, monseñor Juan José Maíztegui, arzobispo de Panamá, viajó a Medellín y a Turbo, Colombia, para entrevistarse con los Padres Carmelitas Descalzos y ofrecerles una fundación en la capital de Panamá, además de vastos territorios de Misión en Chiriquí, ya que no se contaba con muchos presbíteros.

Los Carmelitas aceptaron la oferta y con las debidas autorizaciones, se trasladaron a Panamá. Un padre llamado Leocadio se quedó en la capital, hospedado con los Padres Jesuitas y se encargó de la Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes y la Clínica San Fernando. Los Padres Tomás, Remigio y Anselmo fueron a las misiones de Chiriquí en Tolé, Remedios y Gualaca.

Por dentro, el templo también es de gran belleza.

 

En 1942,  Mons. Maíztegui solicitó formalmente a la Santa Sede una fundación de Carmelitas Descalzos en Panamá y el 11 de enero de 1943, el Cardenal La Puma, Prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos, autorizó dicha erección canónica. El 17 de enero, el P. General de la Orden, Pedro de la Virgen del Carmen, expidió su aprobación.  El 29 de septiembre de 1943 muere Mons. Maíztegui, quedando los Carmelitas sin su protector.

Luego, a principios del año 1944, llegó a Panamá el R.P. Telésforo Larrazábal con la misión de concretar y legalizar todo lo concerniente a la edificación de la casa de los frailes y el templo.

Sin pérdida de tiempo comenzó a ver terrenos y casas, pero todos resultaban costosos. Finalmente, en mayo de 1944, se compró una casa en calle 45 este, pues reunía las condiciones necesarias para que viviera la comunidad de frailes, los cuales se encargaron también de las Parroquias de Juan Díaz, Pueblo Nuevo y la Capellanía de los Hermanos Cristianos de Miramar.

En mayo de 1945, Mons. Francisco Beckmann les ofreció ser capellanes de las Iglesias Catedral y Santo Domingo, lo cual aceptaron gustosos tomando posesión el 15 de enero de 1946 hasta el 6 de enero de 1965.

 

Adquisición del terreno y permisos para construir.

Aunque los padres tenían a su cuidado varias Iglesias, quedaba por realizar el objetivo principal de su llegada a Panamá… la fundación canónica con su convento e Iglesia.

Después de algunas gestiones, el P. Telésforo se reunió con el entonces presidente de la República de Panamá, D. Enrique Jiménez, a quien le manifestó la necesidad de obtener un terreno para construir una iglesia y un convento. Inmediatamente el presidente puso todo su interés en ayudar a los padres.

El único terreno apropiado que el Gobierno tenía disponible era uno cercano a la Universidad Nacional, pero no era fácil que se les otorgara, ya que algunos organismos aducían que les había sido prometido. Después de muchas vicisitudes, el gobierno cedió el terreno, ubicado en Vía España, a los Padres Carmelitas.

 

Construcción del Convento y del templo

Se inició la construcción el 1 de febrero de 1947 y estuvo a cargo de su dirección el P. Luis de Santa Teresita o.c.d. Los primeros días del mes de septiembre de 1947 estaba concluida la obra. El convento fue ocupado oficialmente por la Comunidad el 24 de octubre. Instalada la Comunidad, se inició la construcción de la Iglesia, que sería un templo suntuoso y hermoso, ofrecido a Nuestra Señora la Virgen del Carmen.

 

Los planos fueron confeccionados por el hermano Salesiano Constantino de Castro y firmados y avalados por el arquitecto Don José Félix Villalobos. Al igual que el convento, la obra estuvo a cargo del P. Luis.

El 20 de julio de 1947, a las 4:30 p.m., fue colocada la primera piedra por Mons. Francisco Beckmann, quien dijo: “La radiante Virgen tan amada y venerada… dentro de poco, tendrá aquí su santuario propio, desde donde extenderá su manto protector sobre Panamá y sus habitantes, derramando a manos llenas sus favores y gracias sobre sus devotos, por medio de su bendito escapulario.” A inicios de 1948 se echaban los cimientos para iniciar la construcción de la Iglesia.

 

Mons. Beckmann firmando en el acta de la primera piedra.

Por falta de recursos económicos se paralizó la obra varias veces, hasta que el 16 de julio de 1953, sin haber terminado la construcción, se bendijo e inauguró solemnemente la nueva Iglesia. En julio de 1955 se culminaron las dos esbeltas torres y en abril de 1957 finalizó la construcción.

La Iglesia tiene un estilo rigurosamente ojival y mide 48 mts. de largo por 24 mts. de ancho y 60 mts. de alto. Originalmente, lucía en su interior un artístico retablo, púlpito y altar de madera, yeso y baño de oro de estilo gótico, traído especialmente de los talleres del artista barcelonés Don Claudio Ríus.

Arriba, en el centro del altar, fue colocada la impresionante imagen de la Virgen del Carmen de 3.60 mts. de altura.

 

Reconstrucción del altar

Lamentablemente, el retablo fue destruido por la polilla, debido a que los materiales usados, resistentes en Europa, resultaron vulnerables al trópico y tuvo que ser removido el 18 de septiembre de 1981.

Dedicado a la Virgen del Carmen, su patrona.

Después de estudiar varias propuestas, la Comunidad de Padres escogió la presentada por el maestro vitralista Mario de Ayala, que consistía en un mosaico artístico que cubría el fondo del altar de 120 m². con aproximadamente un millón de piezas artísticas de cerámica, vidrio y oro. El 6 de abril de 1986, en la Misa de 11:00 a.m., se inauguró el nuevo altar.

Además del mosaico central, el Sr. Ayala, también elaboró y colocó los mosaicos laterales, los vitrales en las ventanas y el hermoso rosetón en la fachada de la Iglesia. Vale la pena resaltar el esfuerzo de la Comunidad que tuvo que afrontar esta obra y el esmero de los frailes Martín Aríztegui y Agustín Goicoechea, para que el templo conservara su belleza.

 

Dar lo mejor a los demás

Por Karla Díaz

Más allá de la belleza del templo, entre sus columnas se desarrolla una vida pastoral activa. Cuentan con grupos de jóvenes, catecúmenos, Legión de María, grupos carismáticos y más.

Fray Javier Alpizar

Pero el mayor trabajo que se realiza, por el carisma que viven, es el de atender a la gente. Así lo destacó el párroco, Fray Javier Alpízar,  quien agrega que el mejor  apostolado es  abrirse a las personas.

“Siempre damos lo mejor de nosotros, procuramos la mejor  manera de ser, de presentarnos  con ellos y transmitirles el mensaje de amor”, dijo.

Como comunidad, todos se proyectan  como hermanos, todos  se apoyan, pues  la parroquia es de todos.

Atienden el Hospital de la Caja de Seguro Social desde hace mucho tiempo, y aunque el responsable es uno, todos se turnan para ayudarse y no cansarse.

Así, siguen adelante de la mano de Dios y de María Santísima, quien les guía bajo la advocación de la Virgen del Carmen.