PATRONA DE PANAMA
Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta/Arzobispo Metropolitano
Arena Roberto Durán, domingo 9 de septiembre de 2018.
Quiero iniciar esta celebración recordando a dos grandes hombres de bien, Don Raúl Orillac y Mons. Aurelio García, que han partido a la casa del Padre. Estamos convencido que el gran Premio que el Padre Dios, les ha otorgado a ha sido ante todo, porque fueron hombres leales. Leal a sus principios, pero sobretodo leal a Dios. Leal en el servicio a la Iglesia, de modo particular cuando desde la Iglesia Mons. Marcos Gregorio los llamó a desempeñar diversos cargos, a Raul Orillac el cargos de coordinar la Campaña de Promoción Arquidiocesana y sus múltiples obras, a Mons. Aurelio García ser el pastor que acompañara en Coclé a los Delegados de la Palabra. Ellos desde diversos ámbitos siempre pusieron su vida al servicio de la misión, en las distintas etapas de su existencia. Especialmente agradecemos a Don Raúl Orillac el entusiasmo y la entrega en la misión de preparar la Jornada Mundial de la Juventud, el capital semilla vino precisamente del él y hasta su último suspiro se entregó a este proyecto.
Como un verdadero regalo y don de Dios, con fe, amor y devoción, un año más celebramos juntos esta fiesta mariana en honor a Santa María La Antigua. La más significativa del año, para toda la iglesia panameña–- que la tiene como titular. Y la celebramos siguiendo una larga tradición de devoción y amor a la Virgen bajo esta advocación tan querida.
Han pasado 505 años desde que el Papa León X, el 9 de septiembre de 1513 mediante bula crea esta primera diócesis en tierra firme.
Si bien es cierto que en 1511 se habían creado las tres primeras diócesis del Continente (Santo Domingo, la Vega y Puerto Rico), éstas se encontraban en islas del Caribe.
Al fundarse el primer asiento de los españoles en tierra firme americana, en los territorios del cacique Cémaco, el rey Fernando V pidió al Papa León Décimo que creara allí un obispado para iniciar desde ese lugar la gran tarea de anunciar a Jesucristo al resto de las poblaciones de este gran continente, cuya forma y extensión se ignoraban.
Cuando el primer Obispo, Fray Juan de Quevedo, llegó al pequeño poblado llamado Santa María la Antigua [en honor a la Santísima Virgen venerada en Sevilla], es recibido con alegría y esperanza por el grupo de moradores indígenas y españoles, y encabezados por el Alcalde mayor Vasco Núñez de Balboa, cantan el TEDEUM en el rancho – capilla dedicado a Santa María la Antigua, ya convertida en la primera Catedral de tierra firme, abriéndose así una nueva página para la historia civil y eclesiástica del Continente recién descubierto.
Esa misma sede, se autorizó para que fuese trasladada el 1 de diciembre de 1521, al lugar que conocemos como Panamá la Vieja. Luego fue pasada, el 21 de enero de 1673, a la nueva ciudad de Panamá, donde el entonces obispo Antonio de León señaló el sitio donde debía erigirse la naciente Catedral.
Esta Iglesia particular de Santa María la Antigua empezó a multiplicarse cuando se crearon otras diócesis: Méjico; Coro-Venezuela; León, Nicaragua; Guatemala. De esta manera fueron naciendo las casi dos mil Iglesias que existen actualmente en América.
Sin saberlo, la primera advocación que llegó a América, Santa María la Antigua, fue penetrando en la cultura panameña en su esencia misma, de allí ese amor a la Madre de Jesús, que se ha convertido en parte fundamental de nuestra identidad religiosa y católica.
Podemos decirlo sin equivocarnos, la identidad panameña tiene en su ser el ADN Mariano, aunque algunos quieran negarlo. Un ADN que se revitaliza, al ser elegido nuestro país como sede de la Jornada Mundial de la Juventud, que tiene como tema central a María.
María camino a Jesús
Hoy volvemos a recordar que María es siempre el vehículo para ir a Jesús, a través de Ella nos encontramos con su Hijo, y cuando nos alejemos- Ella nos busca. De ahí que el camino de nuestra conversión, de nuestra fidelidad y de este nuevo amanecer de la Iglesia pasa por María. María es el camino que Jesús quiere para despertar nuestra fe. Jesús nos busca a través de María.
Este año tan especial miles de jóvenes peregrinos del mundo se dirige hacia María, y se están poniendo en marcha como nosotros lo acabamos de hacer hace unos momentos, para recuperar el gozo de sentirnos acompañados y renovar nuestro deseo de estar prestos como María a servir y convivir como hermanos.
Solemos emplear la expresión “vamos a ver a la Virgen” cuando peregrinamos hacia algún santuario o ermita. Allí experimentamos una transformación radical. Y más que mirar, somos mirados con afecto, con ternura, con amor. Y con su mirada, aprendemos a mirar de manera distinta.
Hoy celebramos que María nos enseña a mirar a su Hijo. Nos muestra a Jesús Niño o a Cristo que ha experimentado por nosotros la pasión del amor.
María nos enseña a mirar de forma diferente a los hermanos. Ella, después del anuncio del ángel Gabriel, “se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá” (Lc 1,39). Fue a servir a Isabel. María supo mirar fuera de sí y descubrió la urgencia de atender a una mujer de edad avanzada que llevaba una criatura en su vientre.
La prontitud con que se dispuso a salir de su propio ambiente para salir al encuentro de una nueva vida en el seno de Isabel envejecida, nos impulsa a ser diligentes en nuestro servicio desinteresado hacia los hermanos más necesitados.
La prontitud de María se expresa de igual modo en el episodio de las bodas de Caná. También allí supo mirar con afecto y actuó en consecuencia. Vio una necesidad y pronunció las palabras oportunas para que Jesús realizase el primero de sus signos y manifestase su gloria, de modo que los discípulos creyeron en Él.
La prontitud de María se había hecho disponibilidad receptiva y acogedora cuando contestó en el momento de la anunciación: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). María nos enseña a mirarnos a nosotros mismos y nos permite descubrir lo que somos y lo que debemos ser. Este es ya uno de los grandes frutos de la jornada mundial, el haber dado la oportunidad a tantos jóvenes de haber podido descubrir cuál es su vocación.
Porque la felicidad humana, no está completa si no conocemos para que estamos vivos. En el trabajo, en la vida de familia, en la vida religiosa, como laicos, como sacerdotes…todos estamos obligados a responder a ese llamado que puede escucharse con claridad o barruntarse poco a poco, sin importar la edad o condición personal.
Por lo tanto, María nos interpela para vencer la inercia y la pereza y poder ser diligentes, dispuestos en cualquier ocasión y circunstancia a actuar en consecuencia cuando vemos una necesidad. La prontitud es una actitud de celeridad, de presteza, de viveza de ingenio, de capacidad de respuesta.
Tremendo modelo tiene nuestra juventud: María una madre joven, que asumió con valentía el difícil compromiso de ser llevar en su vientre a Nuestro Salvador, a pesar de colocarse en peligro de muerte, por cumplir con el proyecto de Dios.
Encuentro intergeneracional
En Cracovia el Papa animó a los jóvenes a hablar con sus mayores y nos retó: “¿Me prometen que para preparar Panamá van a hablar más con los abuelos? Y si los abuelos ya se fueron al cielo, ¿van a hablar con los mayores? Pregúntenles; son la sabiduría de un pueblo”.
En este contexto es bueno que los abuelos le cuenten a la niñez y a la juventud nuestra historia, la tradición, y les transmitan a sus nietos los criterios evangélicos para que vayan conociendo y amando más la historia sobre esta advocación, que ha acompañado a esta nación desde sus inicios de su conformación hasta la actualidad.
Ahora más que nunca hay que recuperar nuestra memoria histórica, nuestras raíces de pueblo creyente, con valores, con gente dispuesta a comprometerse con ideales sublimes, como el respeto a la dignidad humana, el buscar siempre el bien común, el convivir en armonía con la naturaleza, el ser solidario, fraterno, justo y honesto.
Responsabilidad y respeto
Para muchos estamos pasando momentos muy difíciles, y ciertamente es así, y buscamos responsables por todos lados, sin detenernos a analizar cuál es el grado de responsabilidad que cada uno tiene como ciudadano de este país.
El caos actual, en el que crece el número de empobrecidos, las pocas posibilidades de llevar procesos ágiles y trasparentes para todos, no son más que consecuencias de la indiferencia y el individualismo que lo va empobreciendo todo y a todos.
Estamos convencidos que la pobreza que existe en el país no es solo una pobreza económica, es una pobreza moral y cultural, que nos inmoviliza; ante la corrupción que como cáncer social nos corroe, sin que nada suceda para combatirla.
Si hay algo que el país reclama más que nada en estos momentos es honestidad y transparencia; en fin, reclama de todos sus hijos una actitud ética y moral, especialmente de quienes tienen mayores responsabilidades políticas, económicas, sindicales, culturales, religiosas. Dejemos de estar señalando al “otro” y empecemos a comprometernos. Ya no podemos seguir colocando “parches” o dando aspirinas a los graves problemas sociales del país. No es justo para los grandes excluidos del progreso económico, al que solo un pequeño grupo tiene acceso.
Instauremos el respeto hacia el otro como primer paso, para cambiar el ambiente hostil que está predominando entre los que habitamos este país. Llegó la hora de colaborar todos responsablemente, a fin de superar nuestra historia de desencuentros, que han dejado heridas abiertas, y empinarnos juntos para construir el Panamá que todos queremos. Tenemos que disponer el corazón para perdonar y reconciliarnos.
Tengamos presente que cuando la Iglesia Católica habla de reconciliación, lo hace desde la dimensión del evangelio, que reitera que la dignidad de las personas debe ser salvaguardada. La reconciliación de la que habla la Iglesia no se traduce en impunidad ni se acomoda a intereses personales, económicos o partidistas. Es la que respeta el debido proceso y la presunción de inocencia para llegar a encontrar la verdad en cada caso denunciado.
No tendremos un futuro esperanzador, si no abrimos nuestra mente y nuestro corazón para reconciliarnos, aprendiendo de los errores pasados, pero con la mirada puesta en la Patria nueva que todos aspiramos.
Niñez y juventud
Este domingo quiero invitar a todos los padres de familia aquí presentes a prestar especial atención a sus niños y jóvenes. Las palabras que los padres dirigen a sus hijos dejan huellas, no pocas veces hasta la edad adulta. Cada uno de nosotros recordamos y difícilmente olvidamos lo bueno o lo malo que nuestros padres nos dijeron.
¡Corrijan a sus hijos! pero siempre con amor, jamás con una palabra ofensiva, con una humillación o con una ridiculización. Ténganles paciencia.
Ya bastante están siendo objetos de ataques violentos y hostiles en los ambientes, para añadirle otro más en el hogar. Amen a su hijos, pero demuéstrenselo, necesitan escucharlo y sentirlo.
Protagonismo de la juventud
Estamos a pocos meses de la Jornada Mundial de la Juventud. Hoy hemos celebrado la JMJ Kids, un espacio para la niñez, que también pueden aportar a este evento internacional. Gracias por estar aquí mostrando su amor a mamá María. Un aplauso para estos niños. Ellos serán los jóvenes en un par de años más, y por eso es importante sembrar en ellos la semilla del amor a la Iglesia y a Jesucristo, a través de María.
No nos cansaremos de insistir que la juventud es nuestra esperanza para cambiar todo aquello que debe ser transformado para ser una mejor sociedad y una mejor Iglesia. No seamos mezquinos, apoyemos a nuestra juventud para que pueda participar en la JMJ y comparta con jóvenes de distintas partes del mundo. Esto es una experiencia inolvidable que todo joven merece vivir.
Solidarios con el Papa Francisco
Nuevamente queremos hacer pública nuestra solidaridad con el Papa Francisco, quien ha sufrido ataques de sectores que simplemente se resisten ante la renovación y redirección impulsadas por él para devolverle a la Iglesia el verdadero rostro de Jesús y su Evangelio para que cumpla fielmente la misión encomendada por Él.
Apoyamos y nos identificamos con esa Iglesia misericordiosa, cercana, acogedora, servidora, pobre para los pobres, despojada de poderes, honores y ostentaciones que está impulsando el Papa Francisco.
En manos de la Virgen María
Al leer los signos de los tiempos, vemos como el Espíritu Santo va suscitando frutos en medio de las adversidades. Coloquemos a los pies de nuestra patrona, Santa María la Antigua, nuestro país, a nuestra niñez y juventud; para que podamos trabajar por un Panamá mejor, sin exclusión de nadie. AMEN