Históricamente Panamá se ha considerado un país de tránsito, que ha visto en estos últimos años un aumento acelerado en el número de personas forzadas a huir de Venezuela y Nicaragua; al mismo tiempo, solicitantes de asilo siguen llegando desde Colombia, El Salvador y Honduras.
Las autoridades panameñas permiten a los refugiados y solicitantes de asilo acceder a servicios públicos como salud y educación. Sin embargo deben esperar hasta años para que puedan con suerte ser reconocido su estatus, con el que pueden luego solicitar un permiso de trabajo.
Sensibilizados con esta problemática, la Pastoral de Movilidad Humana de la arquidiócesis de Panamá organiza un evento para conmemorar la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, el domingo 29 de septiembre.
Es una ocasión para expresar nuestra preocupación por la diferentes categorías de personas vulnerables en movimiento y para sensibilizar a los católicos y personas de buena voluntad sobre las oportunidades que ofrecen las migraciones” afirmó Jorge Ayala, director de la Pastoral.
Nica con talento
Heily Alemán tiene siete meses de haber salido de Nicaragua, con su esposo y sus dos hijos, uno de 13 difey otro de 8 años. Vendieron todo lo que pudieron para escapar de una fuerte persecución política que sufrían.
“Mi esposo trabajaba para el Gobierno y le miraban como un traidor por no participar en caravanas, en actos de represión, entre otras actividades que no iban acordes con nuestros valores. Estábamos en lista porque asistimos a marchas de protestas en contra del régimen de Ortega” afirmó Heily.
Luego de ser distribuidores mayoristas de joyería artesanal en su país, hoy se mantienen participando los fines de semanas en ferias o mercados urbanos, con los mismos accesorios que ella confecciona y promociona en su cuenta de instagram: @artesolpanama. También desde su casa venden Chocobananos, un postre originario de Nicaragua, los niños del sector les compran por tan solo 50 centavos.
Lo más doloroso para esta talentosa nicaragüense ha sido haber dejado a su mamá y abuela, sin saber cuándo podrá visitarles, sin embargo siente paz al ver a sus hijos felices disfrutando sin ningún peligro.
Creatividad ecológica
Marisol Cabrita llegó a Panamá hace cuatro años, desde San Cristóbal – Venezuela. Su esposo labora como vendedor de persianas, mientras su hijo estudia en la Universidad de Panamá y su hija de 5 años asiste al kínder. Esos mismos cuatro años llevan esperando bajo la condiciónde petición de refugio.
Su esposo era vocero de la organización civil opositora Súmate, que orientaba a los electores en el estado Táchira. “Recibió amenazas directas por parte del narcotraficante Diosdado Cabello, desde un canal de televisión estatal, le mencionó con nombre y apellido. Mi esposo consiguió escapar y se vino a Panamá, acá le recibió mi hermana y a los tres meses me vine con mis hijos”, dijo.
Acá apartaron los títulos profesionales y comenzaron a limpiar casas, patios y autos, todo lo que reunían lo aportaban para pagar el alquiler y comprar comida.
Gracias a los retazos sobrantes de telas que llevaba su esposo, se les ocurrió la idea de aprovechar el material para elaborar piezas útiles. Luego de tomar un curso gratuito de costura ofrecido por la parroquia Espíritu Santo elabora bolsas ecológicas, cartucheras,
Famosa por sus Pupusas
Maribel Martínez es periodista de profesión, llegó con su abuelo Eberto de 93 años huyendo de la violencia insoportable que se vive en El Salvador. Pasaron mucho trabajo, comiendo hasta desperdicios que conseguían en el Mercado de Abastos.
Gracias a un curso de Comida Internacional dictado por la Cruz Roja Panameña, ahora se destaca haciendo distintos platos y las famosas pupusas salvadoreñas: de queso, frijoles o de chicharrón.
Su abuelo le ayuda con las entregas de los pedidos que le hacen por el teléfono: 6973-8711.