Son variadas las experiencias de grupos donde existen personas que todo lo critican, se la pasan sembrando discordias, y a todo le encuentran su lado negativo.
Son los quisquillosos y peleoneros de la familia, que viven en permanente conflicto, y solo son felices cuando hay una discusión sobre la mesa. En esta nota le hemos llamado, con ánimo de elegancia, los “diferentes”.
El Señor en su Palabra nos está animando a aceptarlos con ánimo evangélico, con la compasión que Él mismo exhibió, con esa Misericordia que solo el Padre puede inspirar.
A veces surge la tentación de sacarlos de escena, de cerrarles la puerta y nunca más recibirlos para evitar soportarlos. Hoy la divinidad nos está invitando a dejarlos ser, mientras en el camino les amamos; siempre con la esperanza de que ese Amor les haga efecto y les transforme.
Necesitamos apertura para acoger con una actitud de pluralismo y Misericordia la diferencia, que siempre va a estar presente en nuestra humanidad.
Muchas veces dividir la humanidad entre buenos muy buenos, y malos muy malos, ofreciendo el premio de la salvación para los primeros y la condenación para los segundos, puede ocasionarnos equivocaciones irreparables. Sólo a Dios le corresponde juzgar, con su inmensa justicia y misericordia, a cada ser humano, como sólo Él lo sabe hacer.
Por eso esta semana la invitación es a tener esperanza, y con esa actitud mantener la puerta abierta a los “diferentes” que son familia, vecinios, hermanos de comunidad y conciudadanos nuestros. Esos que no podemos evitar.
¡Ánimo!