Afrontemos los problemas con el coraje de Jesús

Esta semana el Señor nos está invitando a ser menos cómodos, a luchar contra esa mentalidad que propugna por huir, por evitar el dolor, por el individualismo facilón.

De manera insistente Dios nos está advirtiendo que sin Cruz no hay resurrección. En contravía, la sociedad de hoy nos trata de seudocatequisar vendiéndonos la idea de que la felicidad está en el ignorar el sufrimiento de los demás, en dejar pasar las oportunidades de servir, de enjugar lágrimas, de abrigar al desvalido.

Otros dicen, hazlo, ayuda, ¡pero no te mortifiques, que no te duelan tanto!

Sobre todo, la Palabra nos está invitando a ser instrumentos de Justicia y Verdad. La Misericordia no puede quedarse callada ante la maldad y la corrupción. La mayoría de nosotros nos auto convencemos de que mejor es callar, que no tenemos por qué meternos en problemas.

Hoy el Señor vuelve a decirnos que, a su ejemplo, si en realidad queremos ser servidores del Reino, debemos estar dispuestos a incomodarnos y ser perseguidos.

A veces, más que nuestra tranquilidad y bienestar personal, importan la seguridad y el bien de los demás.

El camino del seguimiento por parte del discípulo también comporta la Cruz. No hay verdadero discipulado si no se asume el mismo camino del Maestro.

Para algunos, la Cruz se vive en casa, ahí donde los hijos, los hermanos, los parientes, nos ponen en jaque por sus demandas de amor.

La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.

¡Ánimo!

Hoy se nos invita a ser profetas, es decir, denunciar la corrupción y la maldad, y anunciar el Reino del Amor y la justicia.