Estoy sumamente escandalizada y preocupada por las tantas cosas que suceden a nuestro alrededor. Indudablemente que algunas son muy conocidas, los medios se encargan de divulgarlas, pero hay otras que, aunque las reconocemos, callamos y en ocasiones comentamos con la gente a nuestro alrededor y no pasan de ser un comentario más. ¡Esto es preocupante! ¡Tomemos conciencia!
He aquí algunos hechos recientes que dejan mucho que decir del comportamiento de muchachos y lamentablemente de adultos también:
Asistí a la presentación de una obra, fantásticamente interpretada por alumnos de una prestigiosa escuela. El teatro estaba repleto, se notó la unión del conjunto educativo.
Pero, qué tristeza, al finalizar la jornada el piso del teatro parecía un “patacón”, se veían tiradas por todos lados, botellas de agua y de vino, copas, bolsas plásticas, servilletas, etc. ¡Algo increíble! No puede ser que, tanto chicos y adultos, tuvieran semejante actitud. ¿En sus casas o en la escuela lo harán igual?
En otro caso inexplicable, jóvenes ya mayores de edad, egresados de la universidad, en un evento en una residencia dañaron espejos, lavamanos, puertas, plantas, quemaran manteles, y tiraron utensilios.
Y qué decir de los lugares recién pintados que aparecen rayados; y el aspecto de las calles después del juego de fútbol que nos llevó al mundial. Esta situación es muy preocupante, se trata de una actitud de nuestra gente acostumbrada a tirar desperdicios por doquier. Es hora de que cada uno sea consciente de que la basura es suya, tírela a un tinaco. ¡Cooperemos con el mantenimiento de nuestro medio ambiente!
Señores, pongamos atención, ¡nuestra sociedad está enferma! Hagamos un alto, recordemos que “el colapso de la educación es el colapso de la nación”.
¡Todos juntos enderecemos nuestro rumbo! ¡Aprendamos a dejar en alto a Panamá, aquí y afuera! Demostremos que amamos a nuestro país. ¡Seamos ejemplo para el mundo, sobre todo en estos futuros eventos del Mundial y la JMJ.