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Amar a los niños y ayudar a los pobres es vivir el verdadero espíritu de Navidad

Amar a los niños y ayudar a los pobres es vivir el verdadero espíritu de Navidad

Centrar la festividad en los regalos es caer en el consumismo, que lleva a convertir lo material en lo único o lo más importante, olvidándonos del verdadero sentido de la Navidad, del niño que nace en Belén.

 

Por B. Toulier U./E. Muñoz de Lao

La Navidad es una celebración familiar, y eso tiene su contexto entre los cristianos. Se festeja el nacimiento de Jesús, hijo de Dios, que llega a la vida hecho hombre en el seno de la sagrada familia.

Sin embargo, se tiende a desnaturalizar el festejo y se cae en el consumismo, dejando de lado el significado que tiene ese acontecimiento para los hombres y mujeres de fe.

Según el padre Miguel Ángel Keller, teólogo y primer decano de la Facultad de Teología de la Universidad Santa María la Antigua, Navidad viene de NATIVIDAD, que significa nacimiento.

“Los cristianos recordamos y celebramos el nacimiento de Jesús en Belén, como nos narran los evangelios. Es decir, el misterio de la Encarnación, el Niño que nace en Belén es el Hijo de Dios hecho hombre”, explicó.

La Navidad es para los cristianos un misterio de fe, es creer que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre en el seno de María, por obra del Espíritu Santo para salvarnos, destacó el padre.

No importa cuán sencillo sea el pesebre que se coloca en los hogares, lo importante es el sentido de la Natividad del Señor.

El nacimiento no es solo decoración

Sobre  aspectos simbólicos o rituales esenciales para celebrar auténticamente la Navidad, el sacerdote manifestó que hay que creer en la Divinidad de Jesucristo. Su nacimiento nos revela el amor de Dios y su cercanía al ser humano: hecho igual en todo a nosotros, menos en el pecado. “Recordarlo en el tradicional nacimiento, en los templos y los hogares, es importante siempre y, especialmente, en Navidad”,

 


Lo cristiano no se opone a lo humano

Pero ¿cómo se concilia los aspectos religiosos y espirituales de la Navidad con las tradiciones más comerciales y seculares que predominan en estas fechas?

El padre Keller fue tajante al enunciar que “lo cristiano nunca se opone a lo humano: fiesta familiar, cena alegre y especial, oración en familia, adornos y regalos… pero sin olvidar nunca el misterio que celebramos, y sin excesos”.

Eso sí, la fe en Jesucristo, el amor de Dios revelado en la encarnación, la caridad fraterna, el respeto a las personas, la importancia de la familia, la atención a los niños y la ayuda a los pobres, son  fundamentales para vivir el espíritu de la Navidad, incluso más allá de la temporada festiva.

Advirtió sobre centrar la festividad en los regalos, expresando que el problema es el exceso que supone el consumismo, y que llega a convertir lo material en lo único o lo más importante.

De hecho, ya el papa Francisco se había pronunciado al respecto en 2017: “Cuando recibimos a Jesús en nuestras vidas, nos convertimos en un regalo para los demás”. Por este motivo, los cristianos nos intercambiamos regalos, “porque el verdadero regalo para nosotros es Jesús y, como Él, queremos ser don para los demás”.

 

Dios se hizo hombre y también pobre

Y, ¿cómo ve el padre Keller, en el contexto de la Navidad, el problema de la pobreza y la desigualdad social?

“Dios se hizo hombre, pero se hizo pobre. No podemos olvidad su presencia en la familia, en los pobres, en los que sufren… En el juicio final, el mismo Señor  nos examinará según hayamos reconocido o no su presencia en el pobre, el hambriento, el que sufre…”, puntualizó.

En este sentido, el papel y la responsabilidad de los cristianos durante la temporada navideña y a lo largo del año, es tomar conciencia del problema, analizar sus causas, luchar por la justicia social, apoyar a quienes la promueven y defender las justas aspiraciones de los pobres, concluyó el teólogo.