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Apoyo de la Iglesia en la independencia de España y la separación de Colombia

Apoyo de la Iglesia en la independencia de España y la separación de Colombia

En suma, no puede negarse que la Iglesia católica de Panamá tuvo una participación activa y decidida en los movimientos de 1821 -1903.

 

Por Armando Muñoz Pinzón 

Panamá se independizó de España el 28 de noviembre de 1821. El trascendental suceso tuvo como antecedente inmediato el Primer Grito de Independencia en la heroica Villa de Los Santos, el 10 de noviembre de ese mismo año, en el que se destaca la figura del clérigo José María Correoso. Dicho movimiento tuvo significativo impacto en la capital del país, por lo que se considera que señaló el camino para la independencia del Istmo.

Por su lado, los promotores capitalinos decidieron continuar con el movimiento independentista y el 28 de noviembre de 1821 convocaron a un cabildo abierto, y mediante un acto solemne, en presencia de las altas autoridades civiles, militares, eclesiásticas y miembros de la diputación provincial declararon rotos los vínculos que nos mantenían sometidos al imperio español. Se establece en el Pronunciamiento contenido en el “Acta de Independencia”, cuyo artículo 1, señala:

“Panamá espontáneamente y conforme al voto general de los pueblos de su comprensión, se declara libre e independiente del gobierno español”. ; y por el segundo: “El territorio de las provincias del Istmo pertenece al Estado republicano de Colombia, a cuyo Congreso irá a representarle oportunamente su diputado”.

Tras la separación de Panamá de Colombia, el 3 de noviembre de 1903, se conformó la Junta Provisional de Gobierno.

De esta forma, Panamá se unió voluntariamente a Colombia en pos del ideario bolivariano de unidad continental y para protegerse de un intento de reconquistar el Istmo, por parte de la Corona Española y ante la eventualidad de la toma del nuevo Estado por las otras potencias mundiales de la época.

El Libertador Simón Bolívar, tan pronto tuvo noticia del gran acontecimiento, desde su Cuartel en Popayán remitió, por intermedio de uno de sus Edecanes, el coronel Florencio O’ Leary, una elogiosa nota a José de Fábrega, Jefe Superior del Istmo, por la liberación del dominio español y el contenido del “Acta de Independencia”.

 

Apoyo moral y material de la Iglesia

En esa jornada histórica, se destaca el apoyo moral y material de los dirigentes de la Iglesia católica, pues se adhirieron plenamente al ideario independentista del pueblo panameño y sus dirigentes militares y civiles, encabezados por la burguesía comercial istmeña. Una vez se produjo el trascendental acontecimiento el Coronel José de Fábrega fue nombrado Jefe Superior del Istmo; los próceres José Vallarino Jiménez, Mariano y Gaspar Arosemena, entre otros, también participaron en dicho acto.

 

Es de resaltar que el Obispo de Panamá, Fray José Higinio Durán Martel y Alcocer participó activamente en el movimiento. Al respecto, la historiadora Argelia Tello afirma que “en Panamá, el Obispo junto con el Cabildo tuvo una relación estrecha con los criollos comerciantes con quienes compartía sus simpatías por la independencia”.

 

Es así que en el Acta de Independencia, suscrita el 28 de noviembre de 1821 y redactada por Manuel José Hurtado (padre), están estampadas las firmas, en primer lugar, del Coronel José de Fábrega, la del Obispo Durán (peruano de nacimiento), quien figura en segundo lugar, y a continuación las de los clérigos panameños Juan José Martínez, Arcedanio de la Iglesia Catedral y Manuel José Calvo, Rector del Sagrario. Asimismo, tuvieron actuación, aunque no firmaron el histórico documento, los clérigos Andrés Zamora, el Dean Vicario de la Catedral, Juan de Arosemena y otros.

Dado el desgaste económico que padecía el Istmo en esos días, el Obispo Durán ofreció auxilio económico al nuevo Gobierno. Para ello convocó al Cabildo Eclesiástico y a sacerdotes notables de la capital, en el que se aprobó otorgar un préstamo de 60.000 pesos con un interés de 5% anual, obtenidos de la venta de algunos bienes de la Iglesia para atender los gastos urgentes.

 

La bandera, símbolo de la nación panameña, fue confeccionada por Doña María Ossa de Amador.

 

El nuevo Estado

Con el advenimiento de la República, a raíz de la secesión del 3 de noviembre de l903, inicialmente la Iglesia católica no tuvo la beligerancia que desplegó en el movimiento independentista de 1821, pero sí participó en los actos oficiales de la constitución del nuevo Estado con la realización del Te Deum que ofició el Obispo Francisco Javier Junguito (1841-1911) quien ocupaba la silla Episcopal de Panamá. 

Según el historiador Ismael Ortega, el 20 de diciembre la enseña patria “fue bendecida con toda pompa y solemnidad imaginables, en la Plaza de Arias, en presencia del Ejército y de toda la población civil de la ciudad de Panamá, por Fray Bernardino de la Concepción García, Capellán del Batallón Colombia”. 

El Doctor Manuel Amador Guerrero, al asumir el cargo de Presidente de la República el 20 de febrero de 1904, escogido con la aprobación unánime por la Convención Nacional Constituyente, decidió contar con el apoyo de la Iglesia católica para organizar y dirigir la Instrucción pública en el país, que en esos días adolecía de un sistema educativo moderno para elevar el nivel de la educación popular.  En su discurso de toma de posesión señaló:

“El clero de la República, a cuyo cargo se encuentra un Pastor sensato y virtuoso, será entre nosotros un factor apreciable en lo que se refiere a la moralización del país. Mucho tenemos derecho a esperar del celo y virtudes evangélicas de ese prelado y la Iglesia católica encomendada a su cuidado, nada deberá temer del nuevo curso que la Providencia señaló a este país, habiéndose consignado en la Carta Fundamental principios de verdadera tolerancia y quedando reconocido allí el hecho de ser la religión católica la de la mayoría de la nación”.

 

La Iglesia y el primer Gobierno

Las relaciones entre la Iglesia y el primer Gobierno de la República no fueron del todo armónicas ni exentas de roces. La Constitución de l904, primera de era republicana y sancionada por el Órgano Ejecutivo el 15 de febrero de ese mismo año produjo cierta discrepancia, pues en el nuevo Estatuto Fundamental se eliminó la norma de la Carta Política colombiana, que rigió en el Istmo hasta la secesión el 3 de noviembre de l903 que decía: “La Iglesia Católica Apostólica Romana es de la Nación” (artículo38). En cambio, nuestra primera Carta de forma más moderada establecía: “Se reconoce que la religión católica es la de la mayoría de los habitantes de la República”, (artículo 26).

La enseña patria fue bendecida con solemnidad por Fray Bernardino de la Concepción García.

Otro tanto aconteció con la cuestión de la deuda pendiente del Gobierno de Colombia con la Iglesia panameña, que el nuevo Estado se negó a admitir, pues las gestiones del Obispo Junguito para su reconocimiento resultaron infructuosas. Empero, el Prelado con la prudencia que lo caracterizó pudo realizar su labor espiritual en Panamá hasta su deceso en 1911.

En suma, no puede negarse que la Iglesia católica de Panamá apoyó activamente los movimientos de 1821 -1903, y pudo realizar su labor espiritual y social, a favor de los sectores populares.