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Bautismo e increencia religiosa

Bautismo e increencia religiosa

La Iglesia hoy tiene que hacer frente al gran reto de la indiferencia y la increencia que prosperan a consecuencia del secularismo. Es como una plaga espiritual, que lleva a vivir como si Dios no existiera, un neopaganismo que idolatra los bienes materiales y los frutos del poder. En esa realidad, se ha debilitado la transmisión de la fe en el interior de las familias tradicionalmente cristianas. Los padres, sin embargo, continúan pidiendo el bautismo para sus hijos y los otros sacramentos de la iniciación cristiana, pero fuera de los momentos de recepción de los sacramentos, la fe no parece ejercer influencia en la vida familiar.

A pesar de los cambios surgidos a raíz del Concilio Vaticano II, el bautismo ha perdido el significado que tenía en la iglesia primitiva: una renuncia al pecado hasta hacer morir al hombre viejo, un baño regenerador que lo hace nacer a una vida nueva como verdadero hijo de Dios.

El Directorio General para la Catequesis reconoce la necesidad de una evangelización misionera y una catequesis de iniciación cristiana adecuada en nuestros ambientes secularizados. Ante todo, es conveniente preparar el terreno favorable a la escucha, despertar la atención y suscitar el interés de las personas. En este sentido, el testimonio público ofrecido por los jóvenes que participan en las JMJ ofrece una magnífica oportunidad para ayudar a cambiar esa falsa imagen de Iglesia considerada como institución decadente. Por otro lado, los enormes cambios que los medios de comunicación social operan en la vida de las personas, pueden jugar un papel misionero esencial y permiten crear puentes entre el mensaje evangélico y la vida cotidiana actual. Saliendo del templo para ir a dialogar en espacios públicos, los cristianos podemos dar testimonio del gozo de creer y de la importancia de la fe para la vida.