Las Audiciones para pertenecer a la Orquesta que hará presencia en la Jornada Mundial de la Juventud en el 2019, se realizan con la participación de jóvenes nacionales y extranjeros, dispuestos a poner sus talentos al servicio de Dios y la Iglesia.
El pasado fin de semana se realizó la primera, a la que llegaron muchachos de Costa Rica, Colombia y Venezuela, así como los nacionales, que llegaron en su mayoría desde el interior del país.
Un equipo de jurados de lujo acompañaron en las audiciones; entre ellos Ana Catton, Alejandro Castillo, Leonardo y Loida Aguilar, Markus Gilkes, David Choy, Diomedes Díaz, Roberto Delgado, José Berdiales, Eric Dixon, José Ramón Guerra, y otros, quienes escucharon con atención a los participantes para evaluar su afinación, la destreza al tocar el instrumento y también el nivel de lectura musical.
En este último aspecto, el Profesor Elías Osorio, miembro de la Comisión de Coro y Orquesta, señala que deben ser estrictos, ya que las piezas y todo lo que se va a interpretar en la Jornada Mundial, requiere de este conocimiento musical especial.
Los jóvenes participaron con instrumentos como el violín, la viola, el trombón, el saxofón, la batería, así como instrumentos locales como la mejoranera, interpretada por un joven que llegó desde la región de Ocú, la caja, el repicador, y el pujador.
La Comisión quiere seguir motivando a los jóvenes a participar, por lo que están evaluando reprogramar otra audición, de modo que, los que no pudieron asistir a estas que ya pasaron, puedan hacerlo, esta vez en medio de las audiciones del Coro, que se realizarán en la Universidad Santa María La Antigua, un lugar más céntrico y accesible.
Lo que se busca, según el Profesor Osorio es exhortar a los jóvenes a participar, ya que éste es un evento único e irrepetible. “El poder participar de esta Jornada Mundial de la Juventud es un experiencia única, porque Dios ha querido acampar entre nosotros, ha querido llegar a Panamá a través del Papa y de la Iglesia”, dijo.
Agregó que lo importante es poder disfrutarlo y tener la disposición del corazón para poder acoger al Señor, que toca nuestra puerta para visitarnos, y hacer junto a nosotros cosas grandes y buenas.