“Cada santo ha dejado en la tierra una estela de luz”, Monseñor José Domingo Ulloa

“Cada santo ha dejado en la tierra una estela de luz”, Monseñor José Domingo Ulloa

redaccion@panoramacatolico.com

 El Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, inició su homilía de hoy lunes IV de Pascua, refiriéndose al testimonio y entrega de los santos, y se unió al gozo de la Vicaría y la Parroquia San Francisco de Paula, que está de fiesta patronal.

“Cada santo ha dejado en la tierra una estela de luz, la proyectada por su camino que le ha llevado a la unión con Dios. No hay dos santos clonados, como no hay dos caminos iguales”, dijo, a tiempo de explicar que cada santo ha vivido la vida divina de una manera, proyecta su itinerario y el camino que él ha seguido. 

Y aprovechando el tema, se refirió a aquellos que quieren imponer caminos espirituales, que lleva al abuso y manipulación a la gente, especialmente a las más sencilla. “Hay gente que está diciendo que lo que vivimos es un castigo de Dios, y tiene en tensión a mucha gente”, comentó y los acusó de alarmistas.

A los seguidores de la misa por FETV y Radio Hogar, los animó a seguir a los santos que fueron sensibles y tiernos, de manera particular hacia todos los pobres y los más débiles, como San Francisco de Paula. “Dios nos llama a través de lo diario, de lo cotidiano, de nuestras tareas, de nuestros problemas, éxitos y fracasos, y esa fue la vida de San Francisco”, agregó. 

El Papa Pablo VI dijo, en 1977, que San Francisco de Paula es un verdadero modelo para cuando tengamos que llamar la atención a los que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres.   Por muchos años, San Francisco de Paula recorrió ciudades y pueblos llevando los mensajes de Dios a las gentes. Y en aquellos tiempos (como ahora) algunas autoridades abusaban de su poder y gastaban los dineros públicos para enriquecerse o para hacer gastos inútiles y conseguir lujos, en vez de socorrer a los necesitados. 

En cuanto a la lectura de hoy, Monseñor Ulloa recordó al evangelista San Juan que en siete ocasiones Jesús utiliza la expresión, propia de Dios, “Yo soy”: la luz del mundo; el pan de vida; el camino, la verdad y la vida. 

Todas son descripciones que Jesús hace de sí mismo, de su identidad y de su misión, comentó el Arzobispo de Panamá. “Cuando Jesús dice “Yo soy el buen Pastor”, todos entendemos esa imagen; todos reconocemos a Aquel que, mientras acaricia una a una a sus queridas ovejas, nos dice: “yo cuido de vosotros, yo me desvivo por cada uno, sois lo más importante para mí, sabed que nunca os abandonaré, sois mi rebaño y no permitiré que os pase nada…” 

Y trayendo a la realidad la lectura de hoy, manifestó que a un asalariado no le importa las ovejas; a diferencia del pastor, que es conocido por ellas, porque reconocen perfectamente su voz.  “Ese es Jesús, el es el buen pastor que conoce a sus ovejas y es reconocido por ellas; que las atrae y reúne en un solo redil”, indicó.

Su reflexión fue más allá, y reconoció las divisiones que tantas veces desgarran la unidad de la Iglesia, el rebaño de Cristo. “Jesús, al hablar de su rebaño, habla de la unidad”, aclaró.

Para Monseñor Ulloa esa unidad no es uniformidad, porque la unidad no nos lleva a perder lo nuestro, ni despreciar sino reconocer lo bueno que tiene el otro, e incluso a no imponer sino proponer.

“Hoy en día, hay una increíble animosidad en el mundo. Un grupo étnico desprecia a otro. Un miembro de familia odia a otro miembro. Un vecino pelea contra su otro vecino”, lamentó.

Al respecto citó a San Agustín que nos dice: en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad o amor; tres principios que podemos poner en práctica mientras navegamos en este clima de tensión y cambios extremos.

 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

LUNES IV de PASCUA

Mons. José Domingo Ulloa M.

 

Hermanos y hermanas:

Hoy nos unimos al gozo de la Vicaría y la Parroquia San Francisco de Paula en la Chorrera, que es la primera iglesia católica que se fundó en el área, el 8 de marzo de 1712 (308 años); bajo la responsabilidad de don Diego Muñoz de la Trinidad, quien fue el que instituyó esta parroquia.

Cada santo ha dejado en la tierra una estela de luz, la proyectada por su camino que le ha llevado a la unión con Dios. No hay dos santos clonados, como no hay dos caminos iguales.

Cada santo ha vivido la vida divina de una manera, porque cada persona tiene su carácter particular, pues la gracia no destruye ninguna de las propiedades naturales. Por eso, cuando el santo proyecta su itinerario, cada uno describe el camino que él ha seguido, integrando la variedad que enriquece el jardín de la Iglesia y de la humanidad.

Para ser santo, es preciso ser humano; para ser humano, es indispensable ser sensible y tierno. Y, precisamente, en su ternura hacia todos los pobres y su sensibilidad frente al sufrimiento de los más débiles, se radica la innegable atractividad de la santidad de San Francisco de Paula. Dios nos llama a través de lo diario, de lo cotidiano, de nuestras tareas, de nuestros problemas, éxitos y fracasos. Y esa fue la vida de San Francisco. Por eso la fiesta de hoy vuelve a repetir: tú también puedes ser santo.

Cuando san Francisco de Paula tenía unos pocos años se enfermó gravemente de los ojos. Se encomendó, junto con sus padres, a San Francisco de Asís y de este santo le obtuvo de Dios la curación. En acción de gracias se fue a los 14 años en peregrinación a Asís, y allá recibió la inspiración de convertirse en ermitaño, dedicado a rezar y a hacer penitencia.

Se retiró a la montaña, y ahí permaneció durante cinco años, rezando, meditando y alimentándose solamente de agua y de hierbas silvestres y durmiendo sobre el duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Pronto, varios hombres siguieron su ejemplo.

Miles de hombres decidieron abandonar la vida pecaminosa del mundo e irse a la comunidad religiosa fundada por San Francisco de Paula.

Así como San Francisco de Asís les había puesto a sus religiosos el nombre de «hermanos menores», San Francisco de Paula les puso a los que pertenecían a su comunidad el nombre de «hermanos mínimos».

El Divino Espíritu le concedió a San Francisco de Paula el don de hacer milagros, de hacer curaciones, y el don de profecía.

El Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un verdadero modelo para cuando tengamos que llamar la atención a los que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres.   Por muchos años, San Francisco de Paula recorrió ciudades y pueblos llevando los mensajes de Dios a las gentes. Y en aquellos tiempos (como ahora) algunas autoridades abusaban de su poder y gastaban los dineros públicos para enriquecerse o para hacer gastos inútiles y conseguir lujos, en vez de socorrer a los necesitados.

A ellos les iba recordando San Francisco, que a cada uno le dirá Cristo en el día del juicio aquellas palabras que dijo en el Evangelio: «Dame cuenta de tu administración”.

También les recordaba esta frase del Apocalipsis: «He aquí que tengo y traigo conmigo mi salario. Y le daré a cada uno según hayan sido sus obras». Todo esto hacía pensar muy seriamente a muchos gobernantes y los llevaba a corregir los modos equivocados de proceder que habían tenido en el pasado.

Doce años después de su muerte fue canonizado por el Papa León X en 1519.

“Yo soy el buen Pastor”. Según el evangelista San Juan, en siete ocasiones Jesús utiliza la expresión, propia de Dios, “Yo soy”: la luz del mundo; el pan de vida; el camino, la verdad y la vida… Todas son descripciones que Jesús hace de sí mismo, de su identidad y de su misión. Pero, entre todas, esta del pastor se nos hace la más sencilla de comprender, la más bella y dulce.

Cuando Jesús dice “Yo soy el buen Pastor”, todos entendemos esa imagen. Todos reconocemos a Aquel que, mientras acaricia una a una a sus queridas ovejas, nos dice: “yo cuido de vosotros, yo me desvivo por cada uno, sois lo más importante para mí, sabed que nunca os abandonaré, sois mi rebaño y no permitiré que os pase nada…” Oír estas palabras en boca de nuestro Dios nos consuela mucho. Quizás por eso la imagen del buen Pastor ha sido una de las preferidas en el arte cristiano, desde los primeros siglos.

A un asalariado no le importan las ovejas. Así nos hace ver qué tipo de pastor es Él.   Los ladrones y bandidos son extraños para las ovejas; a diferencia del pastor, que es conocido por ellas, porque reconocen perfectamente su voz. Los ladrones y bandidos entran en el redil para robar, matar y hacer estragos; al contrario, el pastor viene para que tengan vida y vida en abundancia.

Por otro lado, los asalariados no son dueños de las ovejas; el pastor, sin embargo, es el verdadero dueño de las ovejas, que las reúne y apacienta en un solo rebaño. A los asalariados no les importan las ovejas, por eso huyen ante el peligro abandonando al rebaño a su suerte. El pastor, todo lo contrario, da su vida por las ovejas.

Ese es Jesús. Él es el buen pastor que conoce a sus ovejas y es reconocido por ellas; que las atrae y reúne en un solo redil.

También a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor”. Estas palabras, a la vez que nos llenan de un gran consuelo, también dejan en nuestro corazón un poso de amarga tristeza.

Todos conocemos las divisiones que tantas veces desgarran la unidad de la Iglesia, el rebaño de Cristo. También, las enemistades que durante siglos han enfrentado a los cristianos de tantas partes del mundo. Jesús, al hablar de su rebaño, habla de la unidad.

Unidad no es uniformidad. La unidad no nos lleva a perder lo nuestro, pero ha de llevarnos no a despreciar sino reconocer lo bueno que tiene el otro, e incluso a no imponer sino proponer.

Todos somos extraordinarios. Todos somos distintos. Incluso así, Dios desea que vivamos en unidad. ¿Te parece eso algo fácil? Hoy en día, hay una increíble animosidad en el mundo. Un grupo étnico desprecia a otro. Un miembro de familia odia a otro miembro. Un vecino pelea contra su otro vecino.

Desde hermanos hasta ejecutivos, la unidad no se logra de una forma natural. Sólo tenemos que observar a los bebés mayores (de uno a dos años). Las primeras palabras que aprenden a decir son “no” y “mío”.

Si el anhelo del cristiano fuese de armonizar ¿de dónde, entonces, viene todo este odio? La respuesta es que todo este odio proviene del pecado. Vayamos de vuelta a Génesis 3. El pecado envenenó el mundo, trayendo así la separación del hombre con Dios. ¿Cuál fue el resultado de eso? Odio y desunión.

Jesús dice a sus seguidores, a la Iglesia: yo quiero que ustedes sean diferentes. Quiero que se amen los unos a los otros, así como yo les amo. Ustedes son todos individualmente distintos, individualmente extraordinarios en el cuerpo de Cristo, pero ámense los unos a los otros. Así que cuando otros les vean, ellos puedan ver a Dios. Cuando la iglesia está en unidad a pesar de ser diversa, ella se hace un reflejo del Dios Único y Verdadero—El Padre, Hijo y Espíritu Santo, los tres en uno.

Échale un vistazo a tu vida. ¿Estás tú reflejando la unidad en la diversidad de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? ¿En cuáles áreas estás careciendo de la unidad con los demás creyentes? Pidámosle a Dios que te ayude a vencer cualquier animosidad que tengas hacia otros. Pidámosle a Dios que nos ayude a ser una influencia para promover la unidad en medio de la diversidad de la iglesia de Cristo.

Aprendamos lo que nos dice San Agustín: (en lo esencial unidad, en lo dudoso libertad, en todo caridad o amor).

Agustín nos da tres principios que podemos poner en práctica mientras navegamos en este clima de tensión y cambios extremos.

En primer lugar, los cristianos debemos mantenernos firmes en lo esencial de la fe cristiana. Solamente Dios establece los parámetros de nuestra fe y ninguna institución humana está sobre ellos. Los seres humanos tenemos el honor de ser creados a la imagen y semejanza de Dios.

Todos somos valiosos y tenemos una dignidad intrínseca que va más allá de nuestro contexto social, cultural y económico. Por lo tanto, el racismo va en contra de Dios y debe ser repudiado por todos.

 Los seguidores de Cristo valoramos la dignidad humana y debemos unirnos para repudiar el racismo y la discriminación a toda costa. También, el Dios que nos creó a su imagen ha estableció el matrimonio como el pilar social para la procreación, la intimidad sexual y la manera completa de representar a Dios de acuerdo con sus propósitos como mayordomos de la creación de Dios. El matrimonio bíblico es un pacto entre un hombre y una mujer en una permanente y exclusiva relación. Así que, como seguidores de Cristo debemos mantenernos firmes y unidos para defender el plan divino a pesar de la oposición social y cultural.

En segundo lugar, debemos reconocer que hay diversidad de opiniones y posturas en cuestiones no esenciales de la fe cristiana. Por esta razón, nos necesitamos unos a los otros para complementar nuestro entendimiento de Dios y nuestra fe.

Algunas posturas doctrinales, aunque importantes como para establecer denominaciones, son secundarias en la esencia del cristianismo. Me da tristeza ver que algunos líderes cristianos etiquetan a otros como «liberales» o aún peor, como «falsos maestros», solamente porque existen diferencias en doctrinas no esenciales entre ellos.

Es normal que existan las diferencias de opinión y debemos ser humildes en reconocer que en algunas ocasiones no somos los únicos poseedores de toda la verdad y podemos aprender de otros que también tienen al Espíritu Santo morando en ellos.

Por último, necesitamos ofrecer gracia y amor a todos los que nos rodean sin importar sus creencias o posturas. Jesús nos recordó que el amor hacia nuestro prójimo es la marca permanente de sus discípulos. Como cristianos, debemos amar a todos, aunque ellos nos odien o tengas posturas totalmente en contra de lo que Dios ha establecido. Nosotros podemos mantenernos firmes en la verdad divina, pero necesitamos hacerlo en amor hacia Dios y hacia nuestros semejantes. Es relativamente fácil hablar la verdad sin amor o decir que el amor gana sin la verdad, pero nuestro llamado es siempre unir la verdad con el amor.

 No hay nada que más duela al corazón de este buen Pastor que las divisiones entre sus ovejas.

“El Papa Francisco alentó a los fieles a que “prestemos atención a las voces que llegan a nuestro corazón. Preguntemos de dónde vienen. Pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del Buen Pastor, que nos saca de los recintos del egoísmo y nos lleva a los pastos de la verdadera libertad”.

La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la mala voz seduce, asalta, fuerza, despierta ilusiones deslumbrantes, emociones tentadoras, pero pasajeras. Al principio engatusa, nos hace creer que somos omnipotentes, pero luego nos deja con el vacío en el interior y nos acusa”.

La voz de Dios, “nos corrige, con mucha paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela: siempre alimenta la esperanza. La voz de Dios es una voz que tiene un horizonte. En cambio, la voz del malo te lleva a una pared, te lleva a la esquina”.

“La voz del enemigo distrae del presente y quiere que nos centremos en los temores del futuro o en la tristeza del pasado, el enemigo no quiere el presente: trae de vuelta la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de aquellos que nos hieren. Muchos malos recuerdos”.

“En cambio, la voz de Dios habla en el presente: ‘ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercer la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los remordimientos y los que mantienen preso a tu corazón’. Nos anima, nos lleva hacia adelante, pero habla al presente: ahora”. Homilía Santa Marta 4 de mayo.

  PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

 

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ