“Urge recuperar nuestro compromiso con nuestro Seminario Mayor San José”, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta.

“Urge recuperar nuestro compromiso con nuestro Seminario Mayor San José”, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta.

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 Hoy Domingo del Buen Pastor, la iglesia universal también celebra la Jornada Mundial de la Oración por las vocaciones, pero además la Iglesia panameña está de fiesta por los 50 años del Seminario Mayor San José.  

Y precisamente, con este último tema, inició su homilía Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta. Dijo que debe embargarnos, por un lado, un sentimiento de gozo y de acción de gracias por estos 50 años dando buen fruto. 

Por otro lado, reconoció la preocupación ante la escasez actual de nuevas vocaciones sacerdotales, pero que por ningún motivo nos debe llevar a la tristeza o al pesimismo paralizante y estéril, sino al compromiso cargado de esperanza, para que “el corazón” de nuestra Iglesia diocesana, el Seminario Diocesano siga latiendo con fuerza.

Antes hizo un recorrido histórico de la llegada de la fe a territorio panameño, y que somos la primera Iglesia en tierra firme de América. Fue fundada en 1513, y desde entonces se ha preocupado por promover las vocaciones al sacerdocio.

Afirmó que, para atender esta realidad, una y otra vez, los obispos de Panamá han abierto casas de estudios por lo menos en el nivel secundario, que llamamos «seminarios Menores», en donde los futuros candidatos al sacerdocio recibirían la primera etapa de la formación, a falta de un Seminario Mayor para la Filosofía y la Teología. 

Rememoró que antes, los que sentían ese llamado a la vida sacerdotal eran enviados al exterior para los estudios superiores, muchos de ellos llegaron a ser sacerdotes.

Dijo que hemos de alegrarnos en este 50º Aniversario, y por eso mismo, este día nos llama a asumir todos los compromisos a favor del Seminario diocesano San José y las sacerdotales.

“En esto cincuenta años se han ordenado en este Seminario 140 sacerdotes”, dato que resaltó en su homilía Monseñor Ulloa, y agradeció a Dios por tanta generosidad, al igual que a sus hermanos sacerdotes, por su entrega constante y desinteresada al servicio del Evangelio.  

Hizo un llamado urgente a las parroquias, comunidades, y al mismo presbiterio “de recuperar e intensificar nuestro cariño, preocupación y compromiso con nuestro Seminario diocesano San José”.

“Nuestros antepasados respondieron siempre con cercanía y generosidad. Ahora nos toca a nosotros hacer lo propio. No olvidemos que nuestro Seminario es el corazón de nuestra Diócesis; es, pues, cosa de todos”, reafirmó.

A continuación, el texto completo de la Homilía desde la Capilla del Seminario Mayor San José.

Domingo del Buen Pastor

SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ DE PANAMÁ

Mons. José Domingo Ulloa Mendieta OSA

Arzobispo de Panamá

Hermanos y hermanas:

 La Iglesia de Panamá es la más antigua, como diócesis, en la tierra firme de América. Fue fundada en 1513. A partir de este momento histórico, la Iglesia local ha dependido, en cuanto a sus pastores, en gran medida, para designar tanto obispos como sacerdotes, del generoso aporte de otras Iglesias como la de España y otras más. 

Sin embargo, nuestra Iglesia, a través de los siglos, se ha preocupado por promover las vocaciones panameñas al sacerdocio.

Para hacer posible esta realidad, una y otra vez los obispos de Panamá han abierto casas de estudios por lo menos en el nivel secundario, que llamamos «seminarios Menores», en donde los futuros candidatos al sacerdocio recibirían la primera etapa de la formación, a falta de un Seminario Mayor para la Filosofía y la Teología. Durante este tiempo, los interesados eran enviados al exterior para los estudios superiores, muchos de ellos han llegado a ser sacerdotes y obispos.

Si bien en la historia del seminario de Panamá podemos destacar dichas etapas, también es cierto que se puede dividir en dos grandes períodos.

Como “Seminario Menor” desde 1622 hasta 1968:  en 1612 se funda el primer Seminario de Panamá, situándose éste como uno de los más antiguos del continente americano. 

Al principio lo recibieron los Padres Agustinos, por lo cual se llamó “Seminario de San Agustín”. Dicho Seminario parece haber desaparecido en el terrible incendio de 1644, que destruyó casi toda la ciudad de Panamá en su emplazamiento original a orillas de la bahía de Panamá entre las riveras de los ríos Abajo y Matasnillo. Y de allí toda una historia 

Como «Seminario Mayor» desde 1970 hasta la actualidad 2020.

En 1970 se reabre en Panamá el Seminario San José; y es inaugurado el 1o de Mayo del mismo año, pero ahora como seminario mayor con la gestión de Mons. Marcos Gregorio McGrath, C.S.C., Arzobispo Metropolitano de Panamá (1969 – 1994). Para ese entonces, el edificio donde funcionaba el Seminario en Las Cumbres se había alquilado al Ministerio de Educación para la fundación de un colegio de educación media, actualmente Colegio Mons. Francisco Beckman.

El Seminario funcionó inicialmente en la avenida A, Barrio de San Felipe de la ciudad de Panamá, en una casa alquilada. En 1974 se traslada a la antigua residencia del Arzobispo en Calle 48, barrio de Bella Vista.

Desde 1970 a 1977 estuvo bajo la dirección de un equipo de sacerdotes del clero secular, con la ayuda de uno, y en algunos momentos de dos, Padres Jesuitas. En adelante, la formación académica queda dispensada por la Universidad Santa María La Antigua (U.S.M.A.), fundada en 1965. El programa de estudio se hizo con base en el programa de la Filosofía, Ética y Religión de la U.S.M.A., con un ciclo adicional de dos a tres años de Teología.

En 1977, Mons. Marcos Gregorio McGrath invita y confía la dirección del Seminario a la Sociedad de Sacerdotes de San Sulpicio, venidos de la Provincia de Canadá, especializados en el carisma de la Formación Sacerdotal.

En 1980, finalmente, el seminario se traslada a sus nuevas instalaciones, construidas en terreno propio, situado detrás de los terrenos de la U.S.M.A. en la avenida Ricardo J. Alfaro. Construcción realizada, en sus inicios, con los fondos provenientes de la venta del edificio del antiguo plantel de Las Cumbres, y de la residencia del Obispo en Calle 48. 

Los Sacerdotes de San Sulpicio estuvieron al frente de la dirección hasta 1987. En 1988, cuando se retiraron, el Arzobispo nombró por un año al Obispo Auxiliar Mons. José Luis Lacunza, O.A.R., para que se encarga de la rectoría, quien a la vez era rector de la U.S.M.A. 

Desde 1989 hasta 1994, el Arzobispo confió la dirección del Seminario a Mons. Oscar Mario Brown J., Obispo Auxiliar de Panamá y en la actualidad Obispo Emérito de la Diócesis de Santiago de Veraguas, juntamente con un equipo de sacerdotes panameños.

En 1992, a petición de Mons. Marcos Gregorio McGrath, se integran al equipo de formadores del Seminario Mayor San José a los Padres Operarios Diocesanos, procedentes principalmente de Venezuela. 

En el periodo comprendido entre 1995 hasta el presente ha estado a cargo de diversos Padres Diocesanos panameños.

A partir de 1995, los rectores y sus equipos de formadores han emprendido diversos proyectos para presentar al pueblo de Dios “Pastores según el Corazón de Cristo”. Este equipo lleva a cabo la difícil, pero loable labor de la formación del clero panameño.

Quien mira únicamente las dificultades recientes puede o hubiese podido, hasta hace pocos años, fácilmente ceder a la tentación del desánimo y creer que Panamá no era tierra fértil para seminarios. Pero quien considera todo el transcurrir histórico puede lanzar su juicio con una mirada desapasionada, y darse cuenta de que el Seminario de Panamá ha tenido en esta generación sus épocas fecundas y promete afianzarse cada vez más, ya que constantemente se reciben varones vocaciones al Ministerio Ordenado.

Por eso hoy celebramos que hace 50 años exactamente, el 1 día de mayo de 1970, se iniciaba esta nueva aventura.

Hoy debe embargarnos, por un lado, es un sentimiento de gozo y de acción de gracias por estos 50 años dando buen fruto. Y por otro, la preocupación, sobre todo, ante la escasez actual de nuevas vocaciones sacerdotales; ésta no nos debe llevar a la tristeza o al pesimismo paralizante y estéril, sino al compromiso cargado de esperanza, para que “el corazón” de nuestra Iglesia diocesana, el Seminario Diocesano siga latiendo con fuerza.

En esto cincuenta años se han ordenado, en este Seminario, 140 sacerdotes. 

Gracias a Dios por tanta generosidad. Gracias, hermanos sacerdotes, por vuestra entrega constante y desinteresada al servicio del Evangelio.

Unos llegaron a ser sacerdotes; otros, en el proceso de discernimiento vocacional, vieron que no era ése el camino por donde Dios les llamaba, pero aprendieron aquí a ser buenos cristianos y honrados ciudadanos.

Recogiendo las palabras de la Virgen María, queremos que nuestra alma proclame las grandezas de Dios, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en nosotros (cf. Lc 1,46), a través de los diversos equipos de Rectores, formadores y profesores, que han entregado lo mejor de su vida a la educación de los seminaristas, con el desprendimiento y la esperanza del sembrador. No olvidamos a todas las demás personas, que han contribuido, cada cual, con su trabajo, a llevar adelante la tarea formativa del Seminario, haciendo que tantos jóvenes crecieran sanos de cuerpo y de espíritu.

Nuestro agradecimiento a Dios, y de un modo muy especial a Mons. Marcos Gregorio quien reabrió y aposto por las vocaciones nativas.

Él supo también motivar a numerosos y generosos bienhechores que con sus bienes hicieron posible construir el Seminario y mantenerlo, además de prestar ayuda económica imprescindible a muchos seminaristas. 

Toda la comunidad diocesana hemos de alegrarnos en este 50º Aniversario, porque el Seminario hemos de sentirlo muy nuestro. Por eso mismo, este día nos llama a asumir todos los compromisos a favor del Seminario diocesano San José y las vocaciones sacerdotales.

Nuestro Seminario debería ser una preocupación de todos, debería estar siempre presente en la vida de nuestra Diócesis, de nuestras parroquias y comunidades, de nuestro presbiterio. Nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro cariño, preocupación y compromiso con nuestro Seminario diocesano San José.

 En él se forman los futuros pastores, que necesitan nuestras comunidades. Ellos serán testigos del amor y de la misericordia de Dios en nombre y en representación del Buen Pastor. Nuestros antepasados respondieron siempre con cercanía y generosidad. Ahora nos toca a nosotros hacer lo propio. No olvidemos que nuestro Seminario es el corazón de nuestra Diócesis; es, pues, cosa de todos.

Y, junto con ello, una cuestión previa debe centrar nuestra atención: la promoción de las vocaciones al sacerdocio mediante la oración por las vocaciones y la predicación sobre la vocación, mediante la propuesta vocacional a niños, adolescentes y jóvenes, mediante la acogida cordial y el acompañamiento delicado de quienes sientan y escuchen la llamada del Señor al sacerdocio. Hace cincuenta años había un aumento considerable de alumnos; por desgracia, desde hace años hasta hoy sufrimos una fuerte merma vocacional que nos ha de interpelar a todos y nos ha de llevar a la implicación personal, familiar y comunitaria en la promoción de las vocaciones al sacerdocio ministerial.

Hoy no es fácil hablar de vocación. El contexto cultural actual propugna un modelo de ‘hombre sin vocación’ y ‘sin Dios’. Interesa lo inmediato, lo útil, el tener; falta una perspectiva de la persona como proyecto de vida. 

El futuro de niños y jóvenes se plantea, en la mayoría de los casos, reducido a la elección de una profesión o a tener una buena situación económica, pero sin apertura a Dios. 

Y, sin embargo, una mirada creyente de la propia existencia descubre que Dios tiene una vocación para cada uno. No es antinatural proponer a un niño o adolescente que se plantee ante el Señor y ayudarle a discernir, si Jesús le llama al sacerdocio: es una concreción de la vocación cristiana.

Dios sigue llamando al sacerdocio a niños, adolescentes y jóvenes, también en nuestra Iglesia panameña. Hay signos claros de que Dios sigue llamando al sacerdocio y que son motivo para nuestra esperanza y acicate para el trabajo vocacional. Actualmente en la Arquidiócesis estamos acompañando a 22 jóvenes y se están fortaleciendo y animando a la creación de grupos de oración por las vocaciones, pues el clamor de nuestra humilde oración a Dios es el primer paso para el surgimiento de una vocación.

Necesitamos orar con insistencia a Dios para pedirle el don de nuevas vocaciones al sacerdocio ordenado. La oración nos ayuda, a la vez, a tomar conciencia de la necesidad urgente que tiene nuestra iglesia panameña de nuevas vocaciones. Ayudemos todos a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a hacerse sin miedo esta pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga en mi vida”. Si sienten la llamada al sacerdocio, ayudémosles a responder con alegría y generosidad. Será nuestro mejor servicio a su felicidad, y el mejor fruto de este 50º Aniversario de nuestro Seminario diocesano mater Dei.

Una vez más pongo bajo la protección de la Virgen, al seminario Mayor San José, nuestro Seminario. Y que por su intercesión el Señor nos conceda el don de nuevas y santas vocaciones al sacerdocio. Amén.

Cena de Pan y Vino

Hacemos memoria agradecida de la Prof.  Rosamérica de Vásquez. 

Perteneció a diferentes asociaciones cívicas y políticas, pero de las diversas facetas de la profesora Rosamérica, hemos de destacar su gran convicción como cristiana, por ello no dudó en entregarse por completa con todas sus fuerzas en la promoción de las vocaciones sacerdotales, como bienhechora del Seminario Mayor San José, y en el Comité de la Cena de Pan y Vino, los cuales apoyó desde hace 50 años.

Su gran pasión fue el Seminario y durante estos cincuenta años fue junto con el comité de la Cena de Pan y Vino, alma motora de recabar fondos para su sostenimiento y el estar siempre pendiente de las necesidades estructurales como de cada seminarista y formadores. Visionaria de la Cita Eucarística y de la Universidad Católica Santa María La Antigua. Destacándose como miembro fundador de la Universidad Santa María la Antigua, perteneciendo a su Junta de Directores desde hace cuarenta y cinco años.

Con nuestro recuerdo a sus hijos Ricaurte Vásquez- Alex Ricardo y Romy Vásquez.

El 21 de febrero recibió la condecoración Francisco Javier de Luna Victoria y Castro por la Universidad Santa María La Antigua

El 9 de diciembre 2011 recibió la Condecoración Pro Eclesia et Pontífice que otorga la Santa Sede a las personas que trabajan a favor de la Iglesia y del santo padre.

 

PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos por Panamá -Quédate en casa.

 

†  JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ