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Capilla de Adoración Perpetua, un refugio de paz y encuentro con Dios

Capilla de Adoración Perpetua, un refugio de paz y encuentro con Dios

Un espacio abierto los siete días de la semana, las 24 horas del día, para recibir a quienes buscan un lugar de recogimiento y oración.

 

Marianne Colmenárez

La Capilla de Adoración Perpetua de la parroquia Santa Eduvigis, en Betania, es un refugio sagrado que, abierta las 24 horas, se ha convertido en un testimonio vivo de fe y compromiso. Sin importar el momento o las circunstancias, quienes la visitan encuentran en su silencio un espacio íntimo para estar en presencia de Dios.

Le visitan fieles provenientes de otras provincias.

Fue fundada el 25 de febrero del año 2004 por iniciativa del entonces párroco Marlo Verar, inspirado por el impacto espiritual del programa radial “El Reloj Eucarístico”, dirigido por su hermano, el padre Francisco Verar, en Radio María. Fue extendiendo el horario de la exposición del Santísimo hasta dejarlo de forma perpetua. 

“Con el apoyo de fieles muy comprometidos, se inició la adoración de manera permanente. Venían desde comunidades lejanas para dedicar horas a la adoración”, recordó el padre Marlo Verar.

El sacerdote Ricardo Paredes, actual párroco de la Iglesia Santa Eduvigis, se muestra impresionado por la afluencia de personas, especialmente hombres y jóvenes, que, movidos por la fe, acuden a este espacio en busca de paz y consuelo, particularmente en momentos de dificultad.

“Quienes vienen buscan cercanía, sentirse acogidos y hasta la inspiración necesaria que les ayudará a enfrentarse a los desafíos de la vida,” comentó.

 

Hacen falta adoradores

A pesar de la disminución de visitas en horas de la madrugada, entre las 2:00 y las 4:00 a.m., debido a preocupaciones de seguridad, la capilla durante el día mantiene una presencia constante de adoradores.

La parroquia toma en serio la seguridad del Santísimo. Cada noche, un guardia vigila el recinto y se cuenta con cámaras de seguridad, costeadas por las ofrendas de los fieles.

En sintonía con este enfoque, el padre Marlo afirmó que, precisamente en la madrugada, se vive la “hora del sacrificio.” “Es importante que se comprometan a acompañar al Señor. Es saludable dedicar una hora a la adoración de las 168 que tiene la semana,” señaló.

 

La riqueza del silencio

Padre Ricardo Paredes, párroco.

El padre Ricardo también subrayó la importancia del silencio en la capilla como una forma de orar y escuchar la voz de Dios.

“Si alguien no sabe qué hacer frente al Señor, el silencio es suficiente; no es necesario sentir algo extraordinario, pues el silencio también es oración,” afirmó.

 Agregó que el silencio, una práctica casi erradicada en la adoración, permite escuchar lo que el Señor quiere comunicar.

Para mantener este ambiente de paz, ha pedido que el rezo del rosario o los cantos se realicen en el templo, reservando la capilla para la oración en silencio.

 

Formación… siempre necesaria

Abundan peticiones de los fieles.

El párroco de la comunidad de Santa Eduvigis insiste en recordarles a los visitantes que la adoración no sustituye la Eucaristía: “En el Santísimo contemplamos y en la celebración eucarística consumimos. Jesús nos dijo: ‘Coman todos de Él, porque este es mi cuerpo’.”

En sus homilías, el padre también transmite el valor de asistir a misa y se apoya de diversos letreros que deja en la capilla, como el mensaje escrito por el sacerdote Nain Villegas que expresa: “Un domingo sin misa es como un río sin agua, como una flor sin olor o como un panal sin miel”.

El párroco señaló que este y otros mensajes han calado entre los fieles, quienes encuentran en la misa dominical una oportunidad para renovar su fe.

 

Testigo de milagros

Jacinta Peña, secretaria parroquial desde 2015, ha sido testigo del impacto de la adoración en la vida de los fieles.

Con frecuencia, personas en situaciones de dolor o desesperación, como separaciones o enfermedades, acuden a ella buscando orientación para visitar el Santísimo. “Sin preguntarles, muchas se desahogan conmigo, simplemente las abrazo y las acompaño hasta la Capilla. Les digo que Dios es el único que puede sanar y liberar. He visto cómo, con el tiempo, vuelven renovadas”, relató Jacinta.