La cocina ya no es como era en la época de nuestras abuelas, mujeres que tenían tiempo para dedicarle a cada plato cariño y mimo. En la actualidad, muchas familias apenas tienen tiempo para cocinar, pero es importante seguir esta práctica.
Por Karla Díaz
Cocinar con la familia es una grata experiencia, que puede traer múltiples beneficios tanto para los padres como para los hijos. Involucrarlos se ha vuelto aún más interesante y motivador, sobre todo desde que se observa mucho más la participación de los hijos en dichas tareas, en lugar de estar frente a la televisión.
Y es que, cocinando en familia, los niños pueden aprender a hacer la comida, lo que les será de gran utilidad en el futuro, pero también a conocer los alimentos y a tener una buena y saludable alimentación en su día a día.
Consuelo de Montenegro junto a su esposo y sus dos hijos hacen el trabajo de la cocina en casa. Pero lo hacen más ameno y llevador sobre todo por la unidad que se logra en la familia.
“Hay muchos beneficios de trabajar y cocinar juntos; nos ha ayudado a conocernos más, a estar más unidos como familia, como pareja y como padres”, señala.
También los ha ayudado a resurgir, pues luego de duros momentos, descubrió que si su familia trabaja unida lo puede todo. Y así nació su emprendimiento familiar “Cremositos y Más”, con el cual, desde la cocina de su hogar, preparan empanadas, boquitas, pasteles y dulces que son del disfrute de sus clientes.
Un emprendimiento que no sería posible sin el apoyo de cada miembro de su familia. Cocinan juntos todos los días, y cada uno es importante para que todo se cumpla. Estar unidos es esencial para el negocio.
“Cuando hacemos empanadas de carne, de pollo, de piña, mi esposo se encarga de preparar la masa y yo de cocinar la carne y el pollo. Las cerramos juntos, las ponemos en las bandejas, y de ahí entran nuestros hijos, que nos ayudan a pintarlas y luego las colocan en el horno. Mi esposo lo hornea y yo me dedico también a lo frío, dulces y demás”.
Les ayuda al futuro de sus hijos
Para Consuelo y su esposo, como papás, es importante que ese vínculo se dé, sobre todo porque sus hijos ven que trabajan y están juntos, y eso es lo mejor que les ha pasado.
“Nos conocemos bien, no somos perfectos, pero estamos echando para adelante los 4 siempre, y es bonito que tus hijos crezcan y vean que tú estás allí con ellos. Siempre estamos juntos para arriba o para abajo en casa o repartiendo pedidos”, dice entre risas.
Además, destaca que siempre les aconseja a los chicos que “aprendan las cosas buenas y desechen lo malo, que sean agradecidos, humildes y si pueden ayudar, ayuden porque la recompensa viene de Dios”, resalta Consuelo.
Compartir la cocina en familia es una experiencia única, hay enredos, pero entre todos se ayudan; cuentan, cortan, acomodan, sellan, pero comparten en unidad el don de la familia.
El amor se hace más fuerte
Cocinar en familia es un momento perfecto para charlar y compartir historias. También sirve para jugar con los niños y explicarles la importancia de alimentarse sanamente.
Les puedes ofrecer verduras en trozos pequeños para que reconozcan su sabor. Otra manera, es enseñarles a lavar y picar las frutas, y luego mostrarles cómo incorporarlas a la decoración de los postres.
Eso lo sabe muy bien Yanitzel Góndola, quien junto a su esposo y su hija comparten la pasión por los alimentos y la cocina.
La preparación de una receta puede transformarse en una ocasión divertida para que todos aprendan sobre el cálculo de las proporciones, las unidades de medida, el significado de los nutrientes y el trabajo en equipo.
Y así lo hacen en esta familia: cocinan juntos, uno apoya al otro y todo fluye. El trabajo en equipo es tan bueno que decidieron juntos crear un negocio familiar basado en los dulces y postres, y así nació @mycakes_17.
Mientras que para unos cocinar es un sacrificio, hay quienes encuentran en la cocina el momento perfecto para despejar la cabeza y liberar el estrés del día. Es una experiencia sensorial con aroma, sabor, tacto y deleite visual.
Basta con mirar las bellezas de pasteles que la familia de Yanitzel logra hacer, pero nada sería posible sin el apoyo de cada uno.
“Mi esposo y mi hija me ayudan en la confección del dulce y también a la hora de la entrega, lo preparamos juntos. Incluso mi hija, que es menor de edad, le gusta crear postres y también comida. Nos apoyamos mutuamente tanto en la limpieza de la cocina, como con los productos. Cuando comemos en familia todos participamos y compartimos esa experiencia”, destaca.
Se ayudan de la siguiente manera: su esposo se encarga de comprar los insumos, ella de la preparación, su hija le ayuda en la decoración, selección, producción, limpieza y manipulación de los ingredientes.
“Esto nos ha ayudado a integrarnos como familia; compartimos en el área de la cocina, área de la preparación, tiempo… aprendemos, nos divertimos, fortalecemos los lazos como familia y aportamos conocimientos”, puntualiza.