Compartir con los demás

Compartir con los demás

Nos embarga una fuerte creencia de que todo lo que tenemos es exclusivo nuestro y, si nos pertenece, podemos hacer lo que nos da la gana con eso.

Sin embargo, esta semana la Palabra nos advierte que es Dios quien le da la vida a las cosas del mundo, y tenemos que ver para qué las ha creado el Padre. Y si bien es cierto que la propiedad privada es un derecho, también es verdad que implica una función social, tal como lo dicta la Doctrina Social de la Iglesia, nuestro Catecismo y la Constitución de la República de Panamá.

Por eso esta semana nos atrevemos a sugerir que nos desprendamos del apego a esos bienes de los que creemos ser dueños. Trataremos de evitar que nos aten, y los compartiremos con aquellos que más necesitan.

No se trata de ser irresponsables, o desagradecidos por los bienes recibidos. Más bien lo que se propone es entender que son dones que se nos han puesto en las manos para que nosotros, y los demás, sintamos la cercanía y el Amor de Dios.

El bien común se logra a partir del bien particular. Vamos a ser generosos con nuestras propiedades, aunque sean modestas, entendiendo que los bienes que Dios ha creado para todos tienen que canalizarse por estructuras hacia al bien, hacia la felicidad de todos, y que no se dé ese terrible contraste señalado por las lecturas del domingo: mientras uno se banqueteaba, un pobre ni siquiera comía las migajas que caían de la mesa. Eso no es de Dios.

Para evitar esa injusticia, repartamos cada cual un poco de lo que tenemos, no de lo que nos sobra, y el mundo será un lugar mejor para todos.