Siempre fijos en el ideal del Santo Patrono, los salesianos siguen acompañando a niños y jóvenes en su formación cristiana. Desde la Basílica y su Oratorio comparten una espiritualidad sencilla, que les enseña a posicionar a Dios en el centro de sus vidas.
Por Marianne Colmenárez
“De la sana educación de la juventud, depende la felicidad de las naciones”, cita una de las frases de san Juan Bosco, quien se empeñó a dedicar tiempo, amor y fe a los jóvenes más pobres de Turín. Creía firmemente que era la mejor manera de lograr una buena sociedad.
Por años, su gran empeño por la educación y la alegría ha calado en muchas personas devotas de su palabra y obras.
Su familia salesiana sigue su legado en Panamá, desde la Basílica Menor Don Bosco ofrecen una experiencia educativa e integral, acompañada de valores cristianos a los niños y adolescentes de las barriadas populares del corregimiento de Calidonia.
El sacerdote salesiano Manuel Gómez, responsable de la Pastoral de la Basílica comparte la buena noticia de que podrán continuar los trabajos de construcción de este proyecto que albergará las instalaciones del Oratorio, detenida desde el año pasado por el Ministerio de Cultura.
“A pesar de no tener los módulos construidos, comenzamos en octubre del 2023 el gran sueño de tener activo el oratorio semanal. Durante el periodo escolar se imparten clases de lunes a viernes para reforzar académicamente a chicos en situación de vulnerabilidad, que vienen de Cabo Verde, Llano Bonito y San Miguel”, señaló.
Explica que desde hace varios años ya funcionaba en la Basílica el Oratorio Festivo de los domingos, pero ahora en vacaciones escolares llevan a cabo el Oratorio de Verano, en el que más de 50 niños disfrutan de un nutritivo almuerzo, clases de artes, deportes, bailes, cantos, rezos, paseos, reforzamiento escolar, entre otras actividades que realizarán hasta el 10 de febrero.
Para ello, han contado con el apoyo económico de la Fundación San Felipe y la Caravana de Asistencia Social Damas Diplomáticas y Panameñas.
Catalina Lasso, moradora de Llano Bonito, camina todos los días hasta la Basílica para llevar a sus tres nietos a las actividades de verano. “Es una gracia contar con este espacio gratuito, siempre los mismos sacerdotes han ido a las comunidades para invitar a las familias”.
Comenta que en el año 2006 empezó a visitar el templo para traer a sus hijos al Oratorio, sin imaginar que, por esa vía el Señor transformaría su vida espiritual.
“Un día esperando la salida de mis nietos, me encontraba sentada en el templo, le pedía en oración que quería ser parte de un grupo para adorar al Santísimo. Sin esperar mucho, Dios me responde a través de un hermano que me entrega un papelito. Me invitaba a asistir todos los jueves a adorar a Jesús Eucaristía”, expresó Catalina.
Desde entonces no ha faltado, además de ser adoradora del Santísimo se formó para ser proclamadora de la Palabra.
En su comunidad se encarga de coordinar el rezo del Santo Rosario. “Todos los viernes del año visitamos alguna familia; vamos acompañados de las imágenes de María Auxiliadora y de San Juan Bosco”, destacó.
Imitando las virtudes de su santo patrono, Catalina Lasso busca transmitir alegría a los muchachos de su comunidad. Constantemente les motiva a ser parte de las actividades de la parroquia.
Contagiados del carisma
“Nunca me imaginé que las actividades de verano fueran tan divertidas como lo son ahora. Me encantan las clases de arte”
