El término amistad se va condicionando al paso de los años y lo que inicia como un compartir, tener gusto similares y hablar de temas personales se traslada a un sentir de empatía, apoyo incondicional y comprensión en momentos críticos de la vida. Damos paso a una amistad basada en la confianza, la paz y el sentir de familia y dejamos de lado el pensamiento de tener muchos amigos como sinónimo de que algo estamos haciendo bien. Santo Tomás de Aquino tiene una frase muy peculiar con respecto a los amigos: “quien dice verdades pierde amistades”, ¿cuántos amigos hemos perdido porque escuchan verdades que no les gusta? Porque no estamos de su lado o porque nuestro pensar no nos permite apoyar sus criterios. Entonces allí queda claro que al final no eran amistades, sino personas que querían un SÍ a todo lo que decían o pensaban. Y esta es una reflexión corta para simplemente dar gracias a Dios por los verdaderos amigos, por esas personas que no se van por cualquier pleito y que prefieren arreglar las cosas antes de cerrar el portal y decir “adiós” sin explicaciones concretas.
La corrección fraterna es sin duda alguna un signo de verdadera amistad porque muchos jóvenes prefieren comentar a las espaldas de los demás en lugar de decir la situación de frente de forma respetuosa y ayudar a encontrar una solución. Hoy te invito a poner en práctica el diálogo con tus amistades, a comprender que no siempre pueden tener tus amigos la razón y que cuando toca corregirlos debe ser de forma sincera y con amor, porque buscamos el bien de ellos y que estén en el camino correcto. Conversar sobre las situaciones que no estamos de acuerdo o que sentimos que no son correctas es un paso que deben dar los amigos para poner en práctica el respeto, la confianza, el valor de aceptar errores y que las correcciones hechas con amor no sean un signo de problemas sino de fortalecer los vínculos de amistad.