Cristo resucitado visitó los barrios y devolvió a todos la certidumbre.

Cristo resucitado visitó los barrios  y devolvió a todos la certidumbre.

Mientras en la pantalla del televisor se veía el paso de Jesús Eucaristía, a Carlos lo que le vino a la mente fue la imagen de su papá, hospitalizado en una de las unidades de cuidados intensivos. 

“Me atraparon muchos sentimientos encontrados: impotencia por tener que dejar todo en manos de Dios y los médicos por lo de la salud de mi papá; frustración ante la conducta de esas personas que no ponen de su parte; dolor por la gente que está muriendo sin que sus familiares puedan estar con ellos”, anotó Carlos.  

Y en eso el Resucitado…

“Pero sabes qué, todas las preocupaciones fueron disipándose a medida que veíamos el recorrido, y la reacción alegre de la gente. Lo sentimos como si estuviéramos cerca”, señaló.

Y agregó: “Traernos a Jesús Resucitado a nuestros hogares, y verlo a través de la TV nos reveló lo vulnerables que somos, y que pese a eso siempre hay un Jesús cercano (…) ¡Nunca hemos estado tan quietos los cuatro [Carlos, su esposa, y sus dos hijos] viendo algo en la televisión! (jajajaja)”.

Aire de esperanza

“Para mi mamá y para mí fue como volver a sentir confianza en estos momentos de temor e incertidumbre”, explicó Thelma, quien es profesional de la salud y está expuesta a realidades fuertes.

Thelma agrega: “Dios estuvo en nuestra casa, nos abrazó y dijo: ‘tranquilas, todo estará bien, hoy resucité y estoy entre ustedes’”.

Si tomo en cuenta el aspecto científico, subrayó, “para la población atribulada y confusa, estos signos le dan un apoyo moral, emocionalmente y reconfortante”.

Al paso de Cristo Eucaristía y del Resucitado la alegría iba en aumento.

“Como personal de salud, me quebré cuando pasaron por cada hospital”, indicó emocionada.

Su conclusión es emotiva: “Vivimos en estrés y angustia constante de no contagiarnos, y no exponer a nuestras familias… Que Cristo nos visitara en su mejor presentación, fue edificante y nos fortaleció”.

Fuerza en la debilidad

Isabel es ingeniera, trabaja en proyectos de construcción.  Ella dice: “Ver el Santísimo pasar es ver a Cristo Vivo y presente en todos los tiempos, en especial en estos momentos de fragilidad y angustias que nos envuelven a todos”.

“Cristo nos estaba diciendo ‘yo estoy aquí presente no están solos’”, agrega. Isabel cierra con esta frase: “Tu corazón salta de alegría porque vino a nuestro encuentro, a nuestras barrios y comunidades que es también su casa”.

“Desde el balcón de mi casa” 

Inés Núñez de Samaniego vive con su hijo en La Cuchilla de Calidonia. Desde que comenzó la cuarentena, ha sentido con mayor intensidad el deseo de recibir el cuerpo de Cristo. 

Como buena fiel, no faltaba a una celebración eucarística en la Basílica Menor Bosco, su parroquia. Pero ahora no puede… la celebración debe hacerla desde casa, y encontró el método doméstico ideal para hacerlo: cada vez que los padres salesianos celebran la misa a puerta cerrada, Inés se pega en su balcón tratando de escuchar cada palabra y cada bendición que sale por las bocinas que han puesto en la torre del campanario.

“En la Cuaresma y en la Semana Santa hemos estado realizando diversas actividades, juntos rezamos el Santo Rosario y la Coronilla de la Misericordia.  Mi hijo me ayuda para que pueda ver las misas, y demás celebraciones que la Basílica transmite por las redes sociales, pero insisto en colocarme en el balcón del apartamento, siento que es en vivo y directo”, manifestó.

Para Inés y para su hijo Yoel, el Domingo de Pascua fue realmente un día especial. “El Domingo de Ramos no pudimos ver bien cuando pasó el Arzobispo con el Santísimo desde el helicóptero, pero el día de Pascua cuando le vimos tan de cerca fue el bálsamo que tanto anhelaban nuestros corazones”. 

Describe que cuando veía que se acercaba el Papa Móvil se llenó de una emoción indescriptible. “La piel se me erizó y no supe de dónde salían tantas lágrimas”.

“Hemos hecho casi todos los días la comunión espiritual, pero ver a Jesús Eucaristía fue un alivio para todos, es una experiencia que reconforta nuestra fe; además que juntos, mi hijo y yo nos regocijamos al sentir esa presencia viva en nuestra casa, creemos firmemente que Jesús verdaderamente resucitó y nos vino a visitar”.

El personal de Salud expresó su alegría y devoción al paso de Resucitado. Muchos cayeron de rodillas.

Un domingo diferente

Josué tiene 25 años y en su juventud vivió el Domingo de Resurrección con toda su fuerza y alegría. Él señala: “El pasado Domingo con mucha alegría mi Iglesia Domestica se reunió para celebrar el triunfo de nuestro Señor sobre la muerte y prepararnos para recibir al Resucitado que pasaría por mi comunidad de fe”. 

Añade: “Al verlo pasar me recordó una frase muy linda de nuestro arzobispo que nos recuerda que Cristo triunfó sobre la muerte y con eso nos abre las puertas del Cielo”. 

“Con un corazón lleno de felicidad puedo decir ¡Gracias! porque al pasar me llenaste de mucha fortaleza y ánimo para seguir caminando en nuestra Iglesia Doméstica con fe viva, y esperanza firme porque me convenzo que resucitaste por mí y por todos nosotros. Feliz Pascua de Resurrección.

Otras miradas de este tiempo especial

Tenemos cuatro relatos puntuales, que vale la pena resaltar para ponerle especial atención. 

LUZ QUIRÓS: “Dios no ve dónde vivimos, sino cómo vivimos en la fe y las obras”.

Uno de ellos es de la licenciada Luz Quirós, quien contó lo siguiente:

“Mi Semana Santa empezó el Domingo de Ramos. Decoré la puerta de la casa con hojas de palmita cubana y sobre ellas una cruz de palma bien conservada del año pasado.  

Escuchamos la santa misa de Monseñor Ulloa, y nos preparamos para ver al Santísimo sobrevolar por nuestro hogar (si por la Providencia pasaba). 

Decidimos tomar un vídeo de la ocasión, y tuvimos suerte porque pasó tan cerca que pudimos ver su brillo, y entre brincos y lágrimas de emoción: el celular, para nuestra sorpresa, no grabó.

Seguimos con el Jueves Santo y nos fuimos a Italia (virtualmente claro) y asistimos a la misa del Papa, quien nos invitó a ser humildes y serviciales cómo Jesús.  Ya en casa, preparamos unas lecturas sugeridas para la ocasión e hicimos un pequeño altar, encendimos una vela y comentamos sobre las lecturas. Visitamos las siete iglesias de FETV y dimos gracias a Dios por esta experiencia que nos motivó a profundizar la oración.

Gracias esta vivencia, comprendí que mi hogar es una verdadera iglesia «doméstica».  

El Viernes Santo nos preparamos para la Pasión de nuestro Señor, y visitamos de manera virtual la basílica de Turín, con una interesante explicación previa del origen e importancia de la Sábana Santa, para luego orar en nuestro corazón frente a esa imagen.

También tres de nosotros decidimos hacer ayuno: tratando de repetir «Señor Jesús hijo de David, ten compasión de nosotros», cuando sintiéramos hambre. 

Finalizamos el viernes Santo, con una lectura en familia sobre la pasión de Cristo, entendiendo que la lucha de Jesús no fue contra los fariseos o el sanedrín o el pueblo judío, sino contra nuestros pecados, que le pesaban más que la misma cruz.

Monseñor dijo algo muy interesante sobre los pecados, que pedir perdón nos libera. ¡Hagámoslo! ¡Pidamos perdón y luego ya no pequemos más!  

Finalizamos el sábado con la Vigilia Pascual y el fin del ayuno ¡aleluya! 

El Señor resucitó y, con ello, experimentamos el emocionante paso de Jesús por nuestros barrios marginales (cómo dijo el narrador). Pero no importa, Dios no ve dónde vivimos, sino cómo vivimos en la fe y las obras… ¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!”.

El pueblo de rodillas ante el paso de su Dios.

FRANKLÍN LU: “Como jefe de familia, me sentí como un verdadero sacerdote frente al altar del hogar”.

Otro relato nos los trae el arquitecto Franklin Lu, quien señaló:

“Esta Pascua 2020 ha sido inédita. Dios Nuestro Padre sabe mucho, y sabe cómo hace las cosas. Este fin de semana ha marcado nuestra vida en familia, y a pesar del encierro al que estamos sometidos, teníamos que vivir al máximo la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, quien dio su vida para salvarnos de nuestros pecados y darnos la Vida Eterna.

Nuestra Pascua, la iniciamos viendo por FETV todas las celebraciones presididas por el Papa Francisco. El Jueves Santo, la celebración de la Misa de la Cena del Señor; el Viernes Santo la memoria de la Pasión del Señor desde Roma, y el Sábado Santo, no fue la excepción, seguimos la transmisión de la Vigilia Pascual.  

Esos días, en la noche, todos juntos en familia celebramos la Palabra con la participación de mis hijos varones, que no son muy de ir a misa. Como jefe de familia me sentía como un verdadero sacerdote frente a nuestra mesa, adornada con nuestro altar improvisado, pero hecho con mucho amor. 

El Sábado Santo, en la noche, seguimos la transmisión en vivo por YouTube de la Eucaristía, desde el Redemptoris Mater, de Medellín (seminario donde se forman los futuros sacerdotes, inspirados por el camino neocatecumenal), que vimos desde casa con nuestro altar, el encendido de la vela, las lecturas y la renovación de las promesas bautismales, con la bendición del agua. Fue una celebración maratónica, pero gratificante y luego de terminada, a comer se ha dicho.

El Domingo de Pascua de Resurrección, borracho de fe y esperanza, y amanecidos, nos levantamos para participar la misa de Monseñor Ulloa. Seguí el recorrido por las calles de nuestra ciudad del Santísimo Sacramento y Nuestro Cristo Resucitado en el Papa Móvil.

Me admiró ver un incansable y entusiasta Monseñor Ulloa. La verdad mis respetos, me llenó mucho el ver a tanta gente que, en medio de estos tiempos difíciles, que estamos atravesando, salieron a rendir homenaje a nuestro Señor Jesús.  

Esta Semana Santa quedará grabada en mi mente y en mi vida, así como en la de mi familia, como una oportunidad que nos dio el Padre de poder intimar, compartir y convivirla junto con el mejor regalo que me ha dado en la vida, mi familia. ¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!”.

CRISELIA GONZÁLEZ: “Jesucristo me da la seguridad de que pronto esta situación pasará”.

Criselia tiene 70 años y vive en Penonomé, y hasta allá fue a visitarla el Resucitado el pasado domingo. Ella cuenta…

“Sentí una alegría muy grande al ver nuestro Señor Jesús recorrer cada hogar bendiciendo y sanado nuestras almas necesitadas.

Recordé a mi familia reunida, y a pesar de no poder acompañarle en procesión, sentí que caminábamos con Él. 

Verdaderamente mi alegría era tan grande que llamé a mi hermana y a mis sobrinas para compartir la victoria de Nuestro Jesucristo, que me da la seguridad de que pronto esta situación pasará, y que con su resurrección nos llenaremos de fe y esperanza”.

GERMAN MEJÍA: 

Germán es un alto ejecutivo de empresa que se prepara como aspirante al diaconado permanente, y vive en Costa del Este. Su relato es hermoso, y dice:

“Fue una Semana Santa especial que la vivimos con mucha intensidad como familia. 

Por primera meditamos a fondo lo que los Evangelios nos cuentan, y eso ayudó a que todo tomara una dirección diferente. Llegamos a la conclusión de que la última Pascua de nuestro Señor Jesús fue celebrada en una casa, donde vivía una familia, como la nuestra.

Leyendo San Lucas 22: 10 – 11 encontramos: “Jesús les respondió: cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre con un cántaro de agua; seguidle y veréis que entra en una CASA. Decid entonces al DUEÑO: el Maestro te pregunta: ¿Dónde está la sala donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?”

 

Nunca me había detenido a meditar estos versículos. Sobre esta base decidimos vivir nuestra Pascua en ese sentido, desde la casa, no forzados por una cuarentena sino viviéndola como Cristo y sus discípulos la vivieron. Cada uno de los signos de la celebración tuvo un sello más de familia, donde cada día fue diferente:

 

Domingo de Ramos: arreglamos nuestras propias palmas, las cuales bendecimos, y las pusimos en nuestra puerta como señal de “aquí vive una familia que quiere seguir a Cristo”.

 

Lunes a miércoles: continuamos preparándonos, participando de la Misa diaria.

 

Jueves Santo: nos lavamos los pies entre nosotros, en señal de servicio y de entrega entre nosotros, y luego participamos de una Hora Santa que previamente habíamos preparado y grabado con varios hermanos de la Parroquia, para que, a pesar del distanciamiento social, pudiéramos estar juntos, alabar y acompañar al Señor. Cenamos juntos de manera sencilla, pero especial. Nos vestimos y comimos con algo diferente.

 

Viernes Santo: comenzamos desde temprano en un Viacrucis virtual, en donde participamos 100 miembros de la Parroquia San Lucas; fue hermoso. Por la tarde, participamos de la celebración y adoración de la cruz, poniendo nuestra vista en el madero que nos redimió.

 

Sábado Santo: nos preparamos arreglando la mesa con el Cirio Pascual, el agua y el Resucitado. Sin luces, encendimos el cirio que nos señala la luz de Cristo que ilumina nuestra familia. Con el agua bendita nos rociamos mutuamente y pusimos las fotos de todos nuestros hijos y sus familias, y las bendecimos [Los hijos viven en el extranjero]. Esa noche nos vestimos con algo más elegante y comimos con algo sencillo, pero diferente.

 

Domingo de Resurrección: muy temprano nos vestimos de manera más especial, y participamos de la fiesta de Resurrección del Señor.

 

Nuestra Pascua tiene que continuar, nos faltan 50 días más de celebración hasta Pentecostés. Es nuestra fiesta más importante y debemos de celebrarla como familia y comunidad con ese sentido. 

No puede terminarse la Pascua sin haber ocasionado un cambio en nosotros. Pido al Señor para que al terminar este hermoso tiempo que la Iglesia nos regala, seamos mejores individuos, mejores familias, y mejores cristianos, que podamos ser luz y testigos en este mundo, de la alegría de ser seguidores de Cristo y que vivimos con esperanza, en medio de las dificultades y las crisis que este mundo siempre tendrá”.