A lo largo de mucho tiempo de la historia cristiana, el hogar fue considerado sagrado y el principal lugar para orar.
Orar es dialogar con Dios, nuestra manera de decirle cómo nos sentimos, deseamos, de expresarle nuestra gratitud y necesidad de perdón.
Es importante escuchar en la oración como el padre nos habla mediante el uno y el otro o a nuestros corazones, mentes y voluntades. Nos ayuda a enfrentar nuestras divisiones, a hacernos abiertos y vulnerables.
Orar nos abre a la presencia y voluntad de Dios. Con demasiada frecuencia las parejas evitan orar porque se sienten muy vulnerables o avergonzados.
Cuando se ora juntos se invita a Dios a hacerse parte de nuestro matrimonio, el mismo Señor nos dio esta vocación, amar a cada cónyuge más de lo que jamás podremos amarnos uno al otro.
¿Cómo comenzar?
• Se puede empezar orando por nuestro conyugue, pidiéndole a Dios amor y bendición para él o para ella.
• Busquen y háganse tiempo para orar juntos. Nos damos tiempo para ver televisión y para revisar redes sociales o para otros compromisos, así que el tiempo para orar también puede ser programado.
• Sean creativos y flexibles, se pueden agarrar de las manos entre los dos, por un minuto antes de salir al trabajo, tomarse de las manos para orar a la hora de las comidas o a tiempo de acostarse.
• Orar en voz alta es algo hacia los que se debe progresar. Puede tomar cierto tiempo lograr un determinado nivel de comodidad.