Dar al que lo necesita

Dar al que lo necesita

Para el que no tiene muchas cosas materiales es fácil pasar por pobre. Pero para quien tiene mucho ¡Qué difícil desprenderse!

Ahora bien, esta semana vamos a desapegarnos de aquellas cosas que tenemos, de las que creemos ser propietarios, y la daremos a quienes las necesitan. No importa si soy pobre o rico; lo valioso es la actitud de desprendimiento que debemos asumir en estos siete días.

Muchos pobres son tan apegados a las cosas como lo son algunas personas adineradas, pues el amor al aquí y al ahora no es patrimonio del que tiene mucho: todos somos así.

Así se trate de un televisor pequeño, una camisa preferida, esa prenda de fantasía o el pequeño auto de segunda que manejo. No se trata de regalarlo, porque sería hasta irresponsable, sino de ponerlo a disposición de los otros, sobre todo de quienes más lo necesitan, por Amor a Dios y al prójimo.

Lo lograremos si nos convencemos de que no somos dueños y dueñas de nada, de que todo lo que poseemos en realidad le pertenece a Dios, y solo somos administradores. Si contemplamos esa realidad y la aceptamos en el fondo de nuestro corazón, podremos desprendernos con facilidad. 

Una guitarra vieja, un par de zapatos cómodos, aquel plato o postre preferido, el dinero, el tiempo libre que decimos nos hemos ganado… Todos los objetos son lo mismo si nos atraen con una pasión que va más allá de gozar de un bien, y nos carcome porque ardemos por ser propietarios, dueños, reyes.

Entendamos que el desprendimiento es una victoria sobre el mundo que en realidad nos esclaviza. Es así porque quien se cree propietario establece un vínculo que lo ata, en vez de él ser quien controla la situación.