Sin dominar el español, los religiosos coreanos valientemente recorren sectores vulnerables de Panamá para dar comida y acoger a los más pobres.
Por Marianne Colmenárez
“Dios me ha sacado de la basura, de la inmundicia. Soy un amado de Cristo”. Estas son las palabras de Mario Armando Mc Faggart, de 66 años, quien llegó al Hogar Caridad Kkottongnae hace tres meses tras vivir años recogiendo latas en las calles de Panamá.
Mario recuerda con gratitud el día en que se cruzó con un misionero de la Congregación coreana Hermanos Kkottongnae, quien le ofreció alimento y una oportunidad para cambiar su vida.
El hogar, ubicado en la calle 4ta de Parque Lefevre, es un refugio para ancianos en situación de abandono. En este lugar, dirigido por el Hermano Juan (Byeongseop Park) y el Hermano Pedro (Dongseok Ahn), estos religiosos han iniciado una nueva obra de misericordia desde abril de 2024.
Aunque la sede es prestada por cinco años, gracias a una persona de buen corazón, su sueño es establecer más espacios para atender a más necesitados.
El testimonio del hermano Juan
Él ha servido como misionero durante 14 años en Uganda, Haití y ahora en Panamá. El Hermano Juan destacó que en Haití atendían a casi 400 personas. “Ya tengo dos años y medio aquí en Panamá, quiero quedarme muchos más para trabajar”.
Él y el Hermano Pedro se turnan en las mañanas para asistir diariamente a misa, se aseguran de no dejar solos a los abuelitos en el hogar.
Los misioneros no solo administran este albergue, sino que también salen semanalmente a las calles, recorren sectores como Calidonia, San Miguel, entre otras áreas cercanas a la Asamblea Nacional, para entregar alimentos a personas sin hogar.
Con las donaciones que reciben, preparan paquetes con emparedados, frutas y jugos; en su propio carro se movilizan para distribuirlos con amor y dedicación.
Un esfuerzo compartido
La obra cuenta con el apoyo de colaboradores como Diana Restrepo, quien ha estado involucrada con los Hermanos desde su llegada a Panamá en el año 2018. Formada en la atención a inadaptados sociales e infractores, destacó que la misión de los religiosos es un testimonio vivo de servicio.
La doctora Analisa Samaniego también forma parte del equipo como voluntaria. “Conocí la obra gracias al sacerdote Santiago, uno de los religiosos de esta congregación, que estuvo por un buen tiempo en el país. Desde que visitó mi parroquia Santa María La Antigua, me motivé a colaborar, he estado realizando chequeos médicos, armando expedientes y haciendo curaciones. La dedicación de los misioneros a los abuelos es inspiradora”, expresó.
El hogar actualmente tiene capacidad para 10 personas y planean construir una nueva habitación para atender a 15 más. Sin embargo, enfrentan desafíos, como la falta de psicólogos y trabajadoras sociales. Aunque han solicitado apoyo al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), aún no logran solventar esta necesidad.
Una nueva oportunidad
Mario, Santiago, Bernardo, Luis, Pablo son solo algunos de los hombres que ha encontrado refugio en Kkottongnae. El hogar, que solo acepta varones mayores de 60 años, representa una segunda oportunidad para quienes han sido olvidados por la sociedad.
Muchos llegan con problemas de salud, sin documentación y sin familiares que los visiten. Los misioneros no solo proveen alimento y techo, sino también dignidad y esperanza.
“Dios me sacó de la basura y aquí he aprendido a pagar con gratitud, respeto y escuchando la Palabra de Dios”, expresó Mario.
«Sé que es obra de Dios el poder vivir en este lugar, a pesar de mis errores fui bendecido», afirmó Luis.
El impacto de Kkottongnae
La Congregación Hermanos Kkottongnae, fundada en Corea, ha transformado vidas en 20 países. En Corea atienden a más de 4,000 personas, y en Haití, administran un albergue para casi 400. En Panamá, su misión es convertirse en una piedra angular para erradicar la mendicidad y ofrecer a los más vulnerables una vida digna.
Reciben donaciones de empresas locales y voluntarios, pero también depende de la generosidad de los fieles para financiar sus proyectos, como la construcción del nuevo dormitorio.
Los misioneros, con nombres inspirados en los apóstoles, siguen viviendo el Evangelio en acción: “Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”, (Mateo 25, 40). Así, como buenos obreros del Señor, seguirán expandiendo la cultura del amor hasta el fin del mundo.
Para donaciones pueden depositar a la cuenta #03-71-01-148383-8 Fundación Kkottongnae Panamá, Bco. General.