Fueron muchas luchas y un duro caminar para llegar desde Colombia a Panamá. Su primer monasterio estuvo ubicado en Bella Vista y, posteriormente, trasladado a Las Cumbres para alejarse del bullicio de la ciudad.
Por Elizabeth Muñoz de Lao
En el Monasterio de la Visitación de Santa María, en Las Cumbres, hay un aura acogedora. La alegría de servir y la paz del lugar se percibe a simple vista.
Allí, veintiún hermanas viven en claustro, en completo orden y armonía. Son una familia, que este año ha sido bendecida doblemente: Celebran los 100 años de la Orden de Vida Contemplativa en Panamá y lo hacen en el marco del Jubileo de la Esperanza.
El culmen de esa celebración será el 26 de abril, a las 4:00 p.m., con la eucaristía presidida por monseñor José Domingo Ulloa M.
Y, a propósito del Jubileo, para todas las hermanas ha sido una bendición el hecho de que monseñor Ulloa haya distinguido la capilla del lugar como Puerta Santa, para que los fieles que la visitan pongan la esperanza en el Señor, que es quien los sostiene espiritualmente.
Sienten gran alegría cuando son visitadas en el monasterio porque han palpado cómo aquellos que llegan aquejados por situaciones difíciles, salen renovados y fortalecidos en su fe, sostiene la Madre Superiora, Hermana Margarita.
“Para nosotras es un regalo de Dios que nuestra capilla sea Puerta Santa de gracia para los panameños. Esto implica para nuestra comunidad una vivencia más radical, profunda y constante de lo que somos dentro de la Iglesia de Panamá y, sobre todo, darles esperanza a los panameños porque la fe es creernos, ya, lo que esperamos. Nosotras, como contemplativas, somos ese ya de lo que esperamos, que es la vida eterna donde todo se vive en armonía y así tratamos aquí de vivir felices”, dice la superiora.
Para estos 100 años, se ha invitado a las parroquias a hacer peregrinación para que los fieles vayan ganando la indulgencia, añade.

La tiendita de la alegría
El monasterio cuenta con el ala donde habitan las hermanas, comedores, salas, capilla, las áreas verdes y la tiendita. Toda esta infraestructura tiene un costo de mantenimiento, por lo que la Madre Superiora se las ha ingeniado para recaudar fondos.
Los sábados y domingos se hacen las peregrinaciones, y en la tiendita venden las comidas que preparan en equipo, y también despachan por pedidos (al 268-0150).
Ofrecen productos hechos por ellas, como raspao, duros, bolsas del mercado personalizadas, panes, remedios naturales para dolores musculares y de uso externo, rosarios, café traído de Renacimiento, suéteres, tazas y calendarios.
También crearon los bonos de 5, 10, 20, 50, 100 y 500 dólares, que realmente son recordatorios de los 100 años de presencia del Monasterio de la Visitación en Panamá, así como del Año del Jubileo, que se puede enmarcar, pero que a su vez es una contribución para las mejoras y el mantenimiento de la estructura.

Cómo son, cómo viven
Esta Orden de Vida Contemplativa está oculta en el corazón del Señor. Es un llamado que Dios hace, un don que Él le da a la persona que llega allí y se dedica a la oración, a una vida oculta, pero no a espaldas del mundo.
La oración es la que sostiene, tanto a los sacerdotes como a las hermanas religiosas, encargados de las pastorales.
Sus oraciones llegan a las personas que sufren. “Nuestro corazón está puesto en pequeñas labores cotidianas mientras estamos en oración para que el Señor derrame gracias y bendiciones a aquellas personas que lo necesiten”, explica la hermana Lourdes María.
Ella recibió el llamado a la vida contemplativa mediante un proceso de discernimiento de muchos años, Esta es una entrega, una oblación que hace el alma a Dios para que todo lo que se haga tenga su gracia, alega.
Lourdes María tiene 12 años de estar allí y siete de haber profesado los votos solemnes. El periodo de preparación es de nueve años, que comienzan con el aspirantado, un postulantado, un noviciado, la profesión temporal de cinco años y luego los votos solemnes.
Todas las hermanas de vida contemplativa están internas, no pueden salir, pero cuatro de ellas tienen permitido atender al público que las visita para comprar los productos que elaboran. Al terminar, vuelven a sus claustros a compartir con el resto.
También las ayudan los laicos afiliados a la Orden de la Visitación y la Guarda de Honor, dedicada a la espiritualidad del Corazón de Jesús.
La hermana María José, por su parte, tiene cinco años de vivir allí y está en el noviciado. Asegura que no es aburrido, desde las 4:15 a.m. comienza la oración comunitaria y después de la eucaristía, estudian, luego trabajan en la parte externa, hacen limpieza, preparan los productos para la venta, hacen las vísperas, el rosario, la oración y las completas.
“Lo que hacemos es para reparar el Sagrado Corazón de Jesús y orar por las familias, los enfermos, los sacerdotes.