Dios sale a nuestro encuentro

Dios sale a nuestro encuentro

Mientras algunos, muy apoyados por los medios de comunicación que les hacen aparecer como si fueran una mayoría, están pugnando por suprimir el concepto de pecado y por crear una conciencia tan débil que acepte sin remordimientos cualquier aberración que haga la persona, la inmensa mayoría, silenciosa pero real, sigue siendo consciente de que tiene pecados, sigue teniendo sentimientos de culpa, y acude al Dios de la misericordia no para que le dé la razón en lo que hace mal sino para que le perdone el mal que ha cometido y le ayude a hacer el bien. Yo creo que ahora están intentando hacer una Iglesia sin conciencia y estoy seguro de que fracasarán. Porque lo que todos anhelamos es la verdad y lo anhelamos aún sin saberlo, como diría San Agustín. Lo que deseamos no es que nos digan que lo que hacemos está bien cuando no lo está, sino que nos muestren el rostro del Dios de la misericordia, que nos da la mano cada vez que caemos y pedimos perdón, a la vez que nos dice: “Yo no te condeno, pero no peques más”.
La Cuaresma es el encuentro con ese Dios, con el verdadero Dios. Sale a tu encuentro para decirte que te quiere así como eres, pero que, por tu bien, quiere que seas mejor de lo que eres. Cuando te encuentra te abraza y hace fiesta, pero no para que sigas siendo el hijo pródigo que malgasta su fortuna y destruye su salud, sino para que vuelvas al hogar de donde nunca debiste haberte ido.
El Dios de la verdad es el mismo que el Dios de la misericordia, porque la verdad es la primera misericordia y una verdad sin misericordia sería insoportable. Ese único Dios, verdadero y misericordioso, sale a tu encuentro en esta Cuaresma y te espera para darte su abrazo resucitador en la Pascua.