Eficientes en el Amor

Eficientes en el Amor

A veces nos falta pericia en el trato a los demás, en las maneras cómo construimos la comunidad y, mucho más, en cómo llevamos a cabo las obras de misericordia o las diversas pastorales. Queremos llegar a la meta, que a veces es cuantitativa, y en el camino herimos a los hermanos.

Esto le ocurre a laicos y al clero. Ponemos por encima de todo el proyecto mismo, y no a las personas que están involucradas, ya sea como agentes o como destinatarias.

Por eso esta semana el Señor nos está invitando a poner atención.

La «eficiencia por la eficiencia» no es un valor cristiano, ni siquiera es un valor verdaderamente humano (no parece que nos humanice; más bien parece que lo heredamos de nuestro pasado como depredadores).

La eficiencia aceptada y hasta encomiada por el evangelio es la eficiencia “por-el-Reino”, la que está puesta al servicio de la causa de la solidaridad y del amor.

Pongamos la astucia y el trabajo bien hecho al servicio de la luz, de la misericordia y de la salvación de nuestros hermanos

Lo que nos debe importar es la mayor «eficacia en el servicio al Reino», así como de «la competencia y la calidad total en el servicio al Evangelio».

¿Cuánta alegría provocamos en el otro? ¿Qué tan cerca de Dios se siente la gente a nuestro alrededor? De eso se trata, de ser puente y hacerlo bien. Que inclusive nos hagamos invisibles para que el otro lo que vea es la acción de Dios en su vida y no a nosotros.

No confundamos una obra bien hecha, rentable, limpia y de gran cobertura, con una obra llena de Amor. A veces no son lo mismo.

Si el proyecto resultó «exitoso», pero en el camino nuestra comunidad es menos feliz y está más lejos de Dios, todo falló.

¡Ánimo!