Los países, hechos y cifras son por todos conocidos e insistentemente presenta- dos por los medios de comunicación y las redes sociales. Las medidas de salud pública nacionales e internacionales de precaución son importantes y deben seguirse con disciplina y serenidad.
Sin embargo, el miedo a una pandemia global ha provocado catástrofe en las bolsas, desde Asia hasta Estados Unidos, pasando por Europa, han ido cayendo como si de una baraja de naipes se tratase. Las bolsas de todo el mundo abren en rojo. Los inversores temen que la pandemia siga expandiéndose, existe una especie de “gripe bursátil” que diezma los valores en todo el mundo.
Nada es casual y, mucho menos, cuando las élites de distinta índole tienen interés en que no lo sea. El mundo no se ha dado cuenta, pero estamos siendo testigos de un conflicto silencioso que tendrá graves consecuencias en el futuro más cercano. Nos hallamos en la I Guerra Mundial del siglo XXI y el coronavirus podría ser el último capítulo de la misma. No veremos grandes batallas como hace un siglo, las guerras se desatan por intereses, principalmente movidos por quienes bus- can acumular riqueza y poder del tipo que sea. El mayor peligro desde hace un par de décadas es la economía China y, hasta ahora, nadie ha podido evitar que se convierta en una de las economías de mayor crecimiento mundial. Si China no crece por encima del 6% de PIB, occidente se arriesga a una grave recesión que, evidentemente, llevaría hacia una grave crisis social.
