El Pan del Cielo

El Pan del Cielo

Pablo Quintero

El profeta Miqueas profetiza del nacimiento del mesías en Belén de Judá casi 700 años antes de la primera venida de nuestro Señor Jesucristo (Miqueas 5,2).  Belén, en hebreo, se traduce como casa del pan. 

Nuestro Señor también nos dice que Él es el pan de vida que ha bajado del cielo (Juan 6, 33-38).  Los primeros que van a visitar al niño Dios después del aviso del ángel son pastores. 

Belén queda a unos cuantos kilómetros de Jerusalén, donde se encontraba el segundo Templo.  Y esos pastores eran precisamente los que criaban a los corderos que se sacrificaban en el templo como indicaban los rituales de la antigua alianza de Dios con Israel. 

Los primeros que adoran al niño recién nacido son los pastores que criaban a los corderos que se sacrificaban a Dios en el Templo.

San Juan Bautista nos dice que nuestro Señor es “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1,29).  Los primeros que adoran al niño recién nacido son los pastores que criaban a los corderos que se sacrificaban a Dios en el Templo.  Todo esto no pasó por casualidad.  Los ángeles cantaban: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lucas 2, 14) porque la única paz verdadera solo ofrece nuestro Señor Jesucristo. 

El viene a ofrecerse por nuestros pecados, vencer a la muerte y abrirnos las puertas del cielo cerradas por el pecado original.  Él nos dice que su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida (Juan 6,55).  Y también nos promete: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.» (Juan 6,54).  Estemos siempre preparados.