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«El tesoro del Seminario Mayor San José»

«El tesoro del Seminario Mayor San José»

Si la familia es un tesoro de inestimable valor, el seminario mayor vendría a ser como el puente de un anillo, donde se engarza la piedra preciosa que son los hijos para que resplandezcan.

 

Por Mons. José Domingo Ulloa M.

El primero de los seminarios vino a ser la carpintería de Nazaret, donde San José le transmitió a Jesús no solo los secretos del oficio de la madera, sino el tono de una abierta y sana relación con Dios, así como la hombría de bien que caracterizaron a aquel hombre justo.

Lo mismo ha de suceder hoy en nuestros seminarios —y con especial cariño nos referimos al Seminario Mayor San José, donde se forman los futuros ministros de las iglesias panameñas—, pues es en este ambiente académico y espiritual donde se debe propiciar el discernimiento vocacional y la labranza del carácter de quienes serán presbíteros, y donde “toda la educación de los alumnos deben tender a la formación de verdaderos pastores de almas, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor» (Optatam totius, Nº4).

 

La formación de los presbíteros es una obligación de la comunidad.

 

La Iglesia, que somos todos, está llamada a velar por la vocación de nuestros pastores. Por ende, hemos de trabajar para que las familias sean verdaderas escuelas de humanidad, de perdón y solidaridad, pues es allí donde se cuaja el alma dócil a Dios. También debe interesarnos la salud de nuestro Seminario Mayor, sus necesidades y desafíos, así como ayudar a los formadores en el establecimiento de los criterios de maduración que vayan configurando la personalidad del futuro sacerdote, con capacidad de escucha y diálogo, en favor de ese pueblo al que le tocará acompañar.