Para que las danzas sean autóctonas, deben bailarse en las calles del pueblo. Si se presentan en un escenario, es una proyección folklórica la que apreciará el espectador.
Por Elizabeth Muñoz de Lao
Carmen De La Cruz es una folklorista cuya misión es mantener las costumbres del pueblo chorrerano tal y como se las enseñó su abuelo, un defensor tenaz y estudioso de la cultura de La Chorrera.
De hecho, Carmen De La Cruz está empeñada en rescatar a los Congos de Lagarterita, así como la danza del Indio y la del Gallote, muy autóctonas de ese distrito y que se han perdido. “Esas danzas empezaron aquí y nos las quitaron, porque el mismo pueblo no luchó por ellas. Ahora se ven en el interior”, manifestó.
La danza del Indio se ejecutaba con sogas que iban tejiendo los danzantes mientras bailaban. En tanto, la del Gallote eran hombres que se disfrazaban de gallotes para esconderse del gobierno, explicó.
Danzas ancestrales
En el distrito hay otra danza con giro eclesial, llamada Los Mantúes, que anuncian el Corpus Christi, un día antes de que salga la danza del Gran Diablo. Ellos van a misa primero, le hacen pleitesía a Dios. Luego Los Mantúes empiezan a danzar con el sonido de las campanas de la Iglesia. Esta danza se está rescatando, informó.
También está la de Los Parrampanes, que bailan en el Corpus Christi. Todo comenzó con periodistas que se escondían de las autoridades y se manifestaban contra ellas, por eso se vestían con harapos y con máscaras para no ser reconocidos. Cantaban coplas, como: “soy el parrampán más grande/salido de donde quiera/yo le pido al gobierno/que apoye el Corpus de La Chorrera/. Hoy se sigue bailando, pero ya no por periodistas.
Otra relacionada con el Corpus Cristi es la Danza del Gran Diablo, que sale tres domingos y jueves hasta llegar el Día del Padre. Es la lucha entre el bien y el mal.
Existen también dos danzas muy parecidas: la de El Torito y El Toro Galán. La de El Torito es muy distinta al Toro Guapo de Antón.
Es una danza de hombres, pintados de ceniza, que sale el miércoles de ceniza, anunciando la Cuaresma, como señal de que reciben a Cristo. Lo hacen todo el día, como jocosidad, y al final, reciben las cenizas.
La de El Toro Galán estaba conformada por mujeres, y solo dos hombres: el toro y el Congo, que se burla del toro para tratar de quitarle las vacas. El toro no permite que las enamore y lo corretea para alejarlo de ellas. Se bailaba en el tiempo en que los corregimientos Barrio Colón y Barrio Balboa se llamaban Barriales y Portobelillo.
Esta danza se bailaba todo el día. Ya no se ve, pues las mujeres trabajan y no pueden dedicarse a estos menesteres, explicó De La Cruz. En nuestros días se baila como proyección de costumbres chorreranas, en un escenario, y no en las calles del pueblo.
En cuanto a la cumbia chorrerana, la más conocida en el país, informó que esta vino de Colombia, con los esclavos negros de diversos lugares, que llegaron a Panamá a trabajar.
Esta cumbia entró por las costas de Puerto Caimito, Vacamonte y de Veracruz.
Hay dos variedades: Cumbia Alegre y Cumbia Gaita. La Alegre es más rápida, jocosa, con movimientos circulares, tanto de la mujer como del hombre.
No es fácil bailar la cumbia chorrerana en seguidilla toda la noche, y ya se baila por momentos con el paso de paseo, expresó.
La Gaita es más lenta, con movimientos circulares en los varones, mas no en las damas, que bailan moviéndose rectas, elegantes, con las manos en la cintura, pero sin hacer el movimiento circular.
No hay que imitar, sino cuidar
Esta entusiasta del folklore pide a las nuevas generaciones no imitar las costumbres de otras regiones al ejecutar las danzas, sino mantener las chorreranas, cuidarlas y salvaguardarlas.
Carmen De La Cruz celebrará el próximo año del Primer Festival del Tambor, en honor a su abuelo, Luis Felipe De La Cruz Rodríguez, quien dejó un legado de conocimientos sobre el tambor, las danzas y la cumbia chorreranos, por medio de estudios y documentos.
Él era artesano, confeccionaba los tambores, componía las coplas de las cantalantes. También era músico y el tallerista que dictaba cursos a educadores sobre el folklore. Su nieta Carmen fue distinguida con la Medalla Manuel F. Zárate este año, y será reconocida por el Centro Regional Universitario de Panamá Oeste por su labor como folklorista el próximo 26 de noviembre.