“Es importante comprender el valor de la vida contemplativa”: Monseñor José Domingo Ulloa

“Es importante comprender el valor de la vida contemplativa”: Monseñor José Domingo Ulloa

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Unido en oración, con las religiosas contemplativas presentes en Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa celebró la santa misa de este sábado II de Pascua.  

Las hermanas del Monasterio San José y Santa Isabel de la Trinidad (Carmelitas) en Colón; así como las religiosas del Monasterio de la Encarnación de las Hermanas Pobres de Santa Clara (Clarisas) en la Pintada: el Convento San José (Madres Agustinas) en Chitré y al Convento de la Visitación de Santa María en las Cumbres, todas siguieron la misa por FETV y Radio Hogar. 

El Arzobispo aprovechó para explicar la vida contemplativa y el caudal apostólico que aportan a la Iglesia estas vidas concentradas en la contemplación divina, y aisladas por esta misma vocación, de la convivencia y de las solicitudes externas de sus hermanos.

“Es importante comprender el valor actual de la vida contemplativa y esto supone preguntarse si los monasterios se han renovado según las verdaderas exigencias del Espíritu, no para hacer la vida más fácil, más cómoda, sino para hacer más auténticamente contemplativa: más disponible a la escucha de la Palabra de Dios y a la oración”, dijo textualmente.

“Un signo evidente y palpable de una verdadera comunidad contemplativa es la alegría honda y serena que nace de la común experiencia del amor a Dios, del gusto comunitario de su Palabra y deseo de comunicarla a los hermanos, hermanas”, comentó.

Dirigiéndose a las jóvenes panameñas, mostró el testimonio directo de la alegría verdadera que nace de la comunión fraterna, de la contemplación y de la cruz, que se vive en los monasterios, y les exhortó a plantearse a optar por la vida contemplativa.

Al final de la su homilía hizo un resumen de la llegada y presencia de las Hermanas de la Visitación de Santa María en Panamá.  “Hace 95 años que esta comunidad, día a día, ha ido escribiendo su historia de amor con el Señor en esta bella tierra panameña”, señaló. 

 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

Homilía Sábado II Pascua

Mons. José Domingo Ulloa M.

Hermanos y hermanas:

Convento de las Concepcionistas fue fundado el 10 de febrero de 1597.

Hoy estamos unidos en oración por las hermanas del Monasterio San José y Santa Isabel de la Trinidad (Carmelitas) en Colón, (9 hnas.), inician su presencia el 25 de enero de 2017.  Nos unimos en oración al Monasterio de la Encarnación de las Hermanas Pobres de Santa Clara (Clarisas) en la Pintada, (10 hnas.) inician su presencia el 17 de septiembre 2000: el Convento San José (Madres Agustinas) en Chitré (19 hnas.)  que llegaron a Panamá en 1989 y al Convento de la Visitación de Santa María (en Las Cumbres) (17 hnas.), quien hoy están cumpliendo 95 años de presencia en Panamá.

Nos sorprende y nos extraña la incomprensión de que generalmente es objeto los religiosos contemplativos, sobre todo las religiosas, reflejada en preguntas tan repetidas como: ¿Qué hacen y para qué sirven esas monjas encerradas?

Sin embargo, sin dejar de ser penosa, podría ser menos extraña esa incomprensión, con solo pensar que es el mismo excepcional valor de la vida contemplativa el que dificulta su valoración, la cortedad de nuestra vista nos hace invisibles las más grandes y luminosas estrellas.

 En todo orden de valores y más en los de espíritu y, sobre todo, en los sobrenaturales, la comprensión suele estar en razón inversa de su elevación y preeminencia, lo mejor está reservado a los mejores.

Jesús nos previno que ciertos bienes evangélicos sólo serían apreciados por quienes recibieran la gracia especial para apreciarlos. Entre ellos, sobresale la consagración de la vida al amor y servicio de Cristo, por la vocación religiosa y mayormente por la vocación contemplativa.

Hoy quisiera compartir, el caudal apostólico que aportan a la Iglesia estas vidas concentradas en la contemplación divina, y aisladas por esta misma vocación, de la convivencia y de las solicitudes externas de sus hermanos.

Es importante comprender el valor actual de la vida contemplativa; es decir, su ubicación en la Iglesia de hoy como respuesta clara y comprensible de las necesidades del mundo actual, particularmente a las expectativas de los jóvenes. Esto supone preguntarse si los monasterios se han renovado según las verdaderas exigencias del Espíritu, no para hacer la vida más fácil, más cómoda, sino para hacer más auténticamente contemplativa: más disponible a la escucha de la Palabra de Dios y a la oración.

La Iglesia insiste hoy en la evangelización. ¿Habrá que abrir las puertas de los monasterios para que las contemplativas – hasta ahora dedicadas a la oración y al trabajo oculto – se lancen también ellas a anunciar la Buena Noticia a los pobres, a catequizarlos, a mostrarles el camino de la salvación?

Es una tentación frecuente, no solo entre las mismas monjas, sino entre los mismos obispos y sacerdotes. Existe una urgencia ciertamente, sobre todo en ciertas regiones, de un determinado apostolado más directo, pero habría que tener en cuenta – entre otras muchas cosas – tres aspectos que estimo muy fundamentales en la vida monástica contemplativa:

La Vida Contemplativa es una existencia profética

Es una forma privilegiada de anunciar a los hombres la llegada del Reino y de invitarlos a la conversión. La esencia de la evangelización es anunciar a Jesús y comunicarlo de forma directa. Si un monasterio contemplativo es fiel al Espíritu plantea constantemente a los hombres interrogantes muy profundos sobre el sentido de la vida y de la muerte, la esperanza y el amor, el sufrimiento y la alegría, el tiempo y la eternidad.

Es imposible que ante la realidad – humanamente inexplicable – de una comunidad profundamente alegre y normal, los hombres no se pregunten alguna vez si existe Dios o si vale la pena buscarlo. Es decir, que la vida contemplativa es en sí misma una existencia profética.

Su Misión es engendrar constantemente la palabra profética.

No hay anuncio eficaz del Evangelio que no nazca de la fecundidad del desierto. Así lo hicieron los profetas, así lo hizo Juan el Bautista, así lo hicieron Jesús y San Pablo. Fueron hombres que vivieron en la soledad fecunda del desierto.

La verdadera profecía exige siempre profundidad contemplativa: «yo pondré mis palabras en tu boca». En la Iglesia – cuerpo orgánico de Cristo – se dan necesariamente los carismas complementarios: a los profetas, a los maestros, a los apóstoles, se añaden indirectamente los contemplativos.

 

Esencialmente Evangelizadora

La vida contemplativa participa a los demás el fruto sereno y hondo de su contemplación. Y es así como es evangelizadora. El valor del hombre no está en tener más, en hacer más, sino en ser más (PC 6). Cuando la contemplación es auténtica -verdadero encuentro con el Dios Amor- señala y abre a los hermanos caminos de una plena y gozosa realización humana.

El primer aporte de los contemplativos y contemplativas, para la promoción integral del hombre, es permanecer auténticamente contemplativos.

Hay una zona en la promoción del hombre – en su felicidad verdadera- que sólo pueden atenderla los contemplativos. Si la contemplación es auténtica, habrá ciertamente una capacidad para descubrir el drama de la existencia en su verdadera profundidad. Y desde lo absoluto de Dios hacerse presentes en dichos acontecimientos.

Hace falta una gran sensibilidad humana para ser almas auténticamente contemplativas. No se trata sólo de tener la capacidad para conocer los problemas de las personas, sino disponer de una gran libertad interior para asumirlos con serenidad salvadora. Por eso, la vida contemplativa se inserta profundamente en la historia de los hombres. Para ser auténtica, necesita alimentarse del dolor y la alegría de los hombres.

Es verdaderamente alma contemplativa quien escucha al Señor en el desierto y sabe comprender y asumir el dolor de sus hermanos. El conocimiento del hombre alimenta la contemplación y la contemplación ahonda la comprensión del hombre. Algunos elementos que la vida contemplativa puede ofrecer a nuestra sociedad: el concepto de la verdadera libertad de los hijos de Dios, la experiencia fundamental de la paternidad divina, la fraternidad universal, el equilibrio del silencio y la oración, la comunicación de la paz y la alegría, el testimonio permanente y comunitario de la esperanza.

Hay un signo evidente y palpable de una verdadera comunidad contemplativa: la alegría honda y serena que nace de la común experiencia del amor a Dios. Del gusto comunitario de su Palabra y deseo de comunicarla a los hermanos y hermanas.

Hoy, los jóvenes necesitan y exigen el testimonio directo de una alegría verdadera que nace de la comunión fraterna, de la contemplación y de la cruz. Por eso, no pueden vivir ajenos a la profunda experiencia de Dios en el desierto, pero tampoco pueden sentir lejanos a los hombres y manifestarse extraños a su dolor y a su alegría, a su búsqueda y a su esperanza.

Reiteramos las hermanas contemplativas, en este caso de la iglesia panameña, en su conventos o monasterio de San José y Santa Isabel de la Trinidad (Carmelitas) en Colón, o el Monasterio de la Encarnación de las Hermanas Pobres de Santa Clara (Clarisas) en la Pintada, o el Convento San José (Madres Agustinas) en Chitré o el convento de la Visitación de Santa María (en Las Cumbres).

No están aislados del contacto social por falta de interés por los hombres, sino más bien por un mayor interés y deseo de Dios. Y este incrementado amor divino, facilitado por la separación física, es la causa de que estén más presentes, espiritualmente, entre aquellos de los que se han apartado, porque están unidos más íntimamente a Jesucristo.

 

Viva + Jesús

MONASTERIO DE LA VISITACIÓN

DE SANTA MARÍA DE PANAMÁ

1925 ♥ 25 abril ♥2020

Hace 95 años que nuestra comunidad, día a día, ha ido escribiendo su historia de amor con el Señor en esta bella tierra de Panamá.

Esta fundación es obra del amor de Dios, pero no podemos desconocer ni olvidar que se ha hecho realidad a la valerosa heroicidad de nuestras queridas Hermanas fundadoras.

La Fundación germinó en el dolor escondido y aceptado, pues, era necesario el sello de la cruz para hacer realidad esta obra que creemos, sin lugar a duda, es querida por el buen Dios. ¡Por las dificultades pasadas en los primeros años, te damos gracias, Señor!

La Comunidad de la Visitación sale de Ocaña, Colombia, el 15 de abril de 1925; llevando la responsabilidad nuestra querida madre María Cecilia Moreno.

Este viaje duró 10 días, a la vez trajo sus dificultades, noches sin dormir, hambre, cansancio, etc.; empezaron su peregrinaje a lomo de mula, en canoa y el resto del viaje en barco, pasando, en el recorrido del viaje varios accidentes graciosos, que les hizo ameno el trayecto a pesar de las incomodidades que tuvieron que sufrir.  Llegaron a Panamá el 25 de abril de 1925.

Así se establece la vida de una nueva familia Visitandina en la iglesia panameña.

El 12 de agosto, del mismo año, se puso la primera piedra del monasterio en el terreno que se había conseguido en Bella Vista; estableciendo la clausura el 27 de diciembre del mismo año.

Debido a que el barrio de Bella Vista se vio pronto lleno de residencias y fábricas, fue preciso pensar en trasladar el monasterio a otro lugar más alejado, donde nos pudiéramos dedicar con tranquilidad y paz a la vida contemplativa.

Fue vendido al Gobierno Nacional, que lo utilizó para centro educativo.

Y mientras se terminaba la construcción del nuevo monasterio en Las Cumbres, se trasladó la Comunidad a la casa de los Hermanos Cristianos en Carrasquilla, quienes tan bondadosamente la cedieron por el tiempo que durara la edificación. Permanecieron en Carrasquilla cerca de 2 años, y por fin en noviembre de 1959 nos trasladamos definitivamente a nuestro nuevo Monasterio en Las Cumbres, más favorable al clima de recogimiento de nuestra vida de oración.

Hemos vivido 95 años tras estas rejas benditas que no significan separación ni muerte, porque son transparencia de vida. Desde la soledad de nuestro monasterio gritamos al mundo: “Que Dios está con ustedes, porque Dios vive en el claustro de la humanidad”. 

Hoy, este Monasterio de Las Cumbres, obra de los Corazones de Jesús y de  María, seguimos orando por la Santa Iglesia, el Santo Padre, los sacerdotes, y todas las necesidades del mundo entero, y en especial por las del país que tan calurosamente nos acogió, las necesidades de nuestra Arquidiócesis, por las intenciones de Ntro. Sr. Arzobispo; recogemos y presentamos al Señor,  las quejas de los que sufren, de los pobres, de los presos, y ahora de esta emergencia universal, unidos a la oración de Cristo, los ponemos en la Liturgia diaria, en los sacrificios personales y comunitarios. Nos situamos en medio del pueblo para ofrendar nuestra vida, como Jesús en la Eucaristía, al Padre en holocausto de amor.

Apostolado ignorado de muchos, que cual la savia, vivifica y fortalece el árbol; en virtud de la comunión de los santos, ayudamos a nuestros hermanos que trabajan en el apostolado activo.

Agradecemos a todo el pueblo panameño y a todas las personas que desde el principio de nuestra fundación han sido tan caritativas, proporcionando su eficaz ayuda a nuestra comunidad.

Reciban nuestro sincero: DIOS SE LO PAGUE.

NUESTRA COMUNIDAD QUIERE SER PRESENCIA ORANTE EN ESTA PORCIÓN DE LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN PANAMÁ.

Escondidas, pero no aparte ni indiferentes, queremos ser un poco de levadura en esta MASA cristiana para que fermente la SANTIDAD.

Gracias PANAMÁ por acogernos.

PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

 

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ