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Marcela en tres tiempos

Marcela en tres tiempos

Todos, como dirigentes del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, debemos esforzarnos en no solo predicar los principios y métodos, sino también encarnarlos y vivirlos. 

Así lo hizo Marcela Navarro de Galindo, mujer fiel al movimiento.  Tal como el itinerario cursillista se vive en tres tiempos:

Precursillo

Cursillo y

Poscursillo 

Repasemos brevemente, en tres tiempos o compases, el cuarto día de nuestra hermana Marcela.

PRIMERO

Marcela Navarro de Galindo es un nombre escrito con fuego, pero también con perfume en el corazón de muchos. Por su mano abierta, por su corazón agradecido, por su don de gente y entrega siempre a fondo.

Se le recuerda por tantas obras y pocas palabras. Vestida de Dama Rosada (voluntaria) al servicio de pacientes encamados en el Seguro Social; o con la cruz de Cursillo de Cristiandad al cuello, siempre buscando llevar almas a Cristo para que a su alrededor todos conozcan y vivan lo fundamental cristiano; o en la Casa Hogar Buen Samaritano, aliviando dolores y calmando hambres.

Marcela frecuentemente visitaba el Hogar Buen Samaritano. En Navidad preparaba una fiesta para los externos con VIH y sus familias.

Hace unos años siente que ya sus fuerzas no le acompañaban, y realizó lo que ella llamó “la última fiesta”. Distribuyó como siempre excelentes regalos, comida, dulces y bolsas. Los amaba. Ese día abrazó uno por uno a los asistentes. Lloró cuando se despedía…

Desde entonces, siempre llamó para saber cómo estaba el trabajo de Casa Hogar y pasaba en ocasiones por delante del lugar, y desde su carro saludaba.

Se notaba muy cansada y triste. Siempre donaba y pedía a sus familiares colaborar con las obras. Quienes tuvieron el privilegio de conocer a esta gran hija de Dios, sabían que era poseedora de grandes cualidades como persona sencilla, sincera y muy decidida.

Amaba Cursillos, apreciaba al Padre Domingo Escobar. Sabemos que pidió que él la visitara un día antes de morir, pero por la pandemia solo se despidieron por teléfono. Al otro lado de la línea, una voz suave y débil se escuchaba. Esto golpeó mucho al Padre, quien lloró con ella, mientras se despedían para siempre.

Ahora que ha partido hacia el Padre, nos deja con la esperanza de que ese encuentro con nuestro Señor Todopoderoso nos lleve a la vida eterna.

Los Cursillistas, que la conocimos, quedamos regocijados por haber compartido sus experiencias de Fe y de vida, con lo cual elevamos al Todopoderoso una oración por el eterno descanso de su alma.

Su partida nos lleva a la reflexión y a la acción, para proponernos ser cada vez mejores hombres y mujeres para Cristo, modelo de esta sociedad, como Marcela lo fue.

SEGUNDO

La sabiduría “enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza: es lo más provechoso para el hombre” (Sabiduría 8, 7).

El Señor Jesús ve la caridad como fuente de todas estas Virtudes, Marcela ese fue el norte de tu vida para que nada impidiera tu camino hacia Dios.

La Fe y la caridad fueron el contenido esencial de tu vida en Cristo.

Desde que tuviste ese encuentro con el Señor, en un cursillo de Cristiandad, le diste el “Sí, cuenta conmigo, y yo con tu Gracia”, tomaste muy en serio tu misión.

En tu peregrinar arrastraste a muchas personas a los pies de Jesús y María, para que pudieran amarlos y gozar de su nueva vida en Cristo y dando a Dios su Gloria y alabanza a su nombre.

Siempre estuviste en la búsqueda amorosa de Dios. Marcela, fuiste llamada por el Señor para que anunciaras el Evangelio a mucha gente, alumbrando su inteligencia y preparando sus corazones para la conversión. Fuiste dócil al Espíritu Santo viviendo a plenitud la acción de Espíritu de Amor.

Marcela, buena amiga y consejera, sin egoísmos enseñaste y diste todo lo que tenías; fuiste una trabajadora incansable para Dios.

Señor Jesús, sabemos que Marcela se ha unido a tu muerte para poder unirse a tu resurrección (Rm 6,5).

TERCERO

Para quienes la conocimos, fue un testimonio de vida, entrega entusiasta y una permanente acción de gracias a DIOS. Estaba agradecida por todo lo que le fue dado, incluyendo su querido esposo del que se sentía orgullosa, y por la familia que la Providencia le había regalado.

Sin duda, su experiencia de Dios fue creciendo con el tiempo, sobre todo durante los años que le dedicó al Señor como Dirigente y Rectora del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, al que amó con mucha fuerza. 

 Asumió como propio el reto para la consecución del terreno y posterior construcción de la Casa Sede en la Arquidiócesis de Panamá, tomando el liderazgo de cada una de las actividades de recaudación de fondos que se dieron. Según testimonio luego obtuvo, además de los resultados exitosos en cada una de ellas, una experiencia de Dios maravillosa. 

Su tenacidad, sin descuidar la Fe y súplicas al Señor para que nos diera la fuerza necesaria, fue la clave del éxito, impulsando con oraciones fuertes las intendencias de grupo, pues ella siempre creyó que la Oración con Fe es la clave del éxito apostólico.  Ello sin demeritar a muchos otros que también pusieron sus hombros, para alcanzar el objetivo.

En una de las tantas ocasiones que Marcela convocó a reuniones, en este caso para ultimar detalles de la subasta de 50 piezas, obras de arte y antigüedades, que realizamos en el hoy Hotel Sheraton, llegó como siempre de primera y cuando la vimos sentada en actitud orante, esperamos que terminara y le preguntamos “¿Cómo va la vida?”, y ella respondió: “Estoy viviendo como Dios quiere”. Así, con ese empuje sobrenatural (de seguro proveído por Dios) acabamos de completar todas las donaciones para realizar la actividad con éxito.  Recuerdo que se le comentó, “entonces estás ¡de Colores!, Marcela”. Se le dijo porque los colores para algunos estuvieron blancos, negros y grises y verla a ella nos motivó alegrándonos el resto de la tarde.  

Así la conocimos. Ella no aceptaba bancarrotas. Anunciaba también que se acababa de desprender de un crucifijo de bronce procedente de España, datado en el siglo 18, que era patrimonio familiar, siendo la principal pieza de la subasta. 

Ella se autodenominó, “la pedigüeña para el Señor”.

La tristeza de su despedida no podemos evitarla, pero quedarán en el recuerdo de todos los que la conocimos, los momentos alegres y de esperanza que compartimos.

Por eso y muchas otras cosas que en este momento escapan a nuestra frágil memoria, te despediremos con la siguiente frase que alguna persona inspirada manifestó: 

“Quererte fue muy fácil, pero olvidarte, será imposible”.

Ahora estás en la presencia del Señor, gozando de tu quinto día.