Cada persona puede sentirse confundido en algún momento de sus vidas, con respecto a qué camino seguir. Por eso, todos necesitamos que nos escuchen y que nos acompañen.
El acompañamiento siempre debe involucrar tres cualidades o atenciones especiales de quien acompaña:
La primera es la escucha donde lo más importante es poder dar atención de calidad y donde el otro sienta que mi tiempo es suyo. Es fundamental el poder transmitir confianza y que pueda sentir una escucha atenta, desinteresada, con una mente abierta para poder acoger lo que trata de decir.
La segunda es la atención discernidora que invita a discernir lo que te están diciendo o compartiendo para poder ayudar al otro a reconocer la verdad y los engaños o excusas que puedan surgir en su pensamiento .
Y la tercera es la atención que se inclina a escuchar los impulsos, comprender los impulsos que el otro experimenta, hacia dónde quiere dirigirse con la delicadeza y cariño necesario para apoyarlo.
Tú respuesta a cada situación debe ser lo más tranquila y sobre todo guiada por la Palabra del Señor. Es aquí donde el discernimiento se convierte en un instrumento para poder darle una respuesta a quien fue escuchado, generándole paz y felicidad ante lo discernido.
Estas pequeñas cualidades son importantes para poder guiar a la persona en su vocación y de este modo pueda responder mejor a su llamado.
Al escuchar y acompañar de esta manera, llega el momento donde debes dejar que el otro siga solo el camino.
Por último, antes de acompañar a otros en este camino de discernimiento, es vital haberlo vivido tú primero.
Que la paz del señor los acompañe.