La noticia de la reapertura del caso de la desaparición forzada del sacerdote colombiano, Jesús Héctor Gallego, devolvió la esperanza de que se conozca la verdad, tras 53 años de un hecho que conmocionó al país.
Por Betzaida Toulier U.
La Procuraduría General de la Nación, a través de la Fiscalía Regional de Veraguas, reabre la investigación por la desaparición forzada del sacerdote Jesús Héctor Gallego, y con ello, la esperanza de que se conozca la verdad del hecho registrado el 9 de junio de 1971.
La Iglesia y familiares del sacerdote colombiano, tras conocer la noticia de la reapertura del caso, lo han recibido, sobre todo, con la esperanza de que se descubra la verdad y se conozca donde están sus restos.
El Padre Héctor Gallego desapareció el 9 de junio de 1971, y nunca más se supo de él.
La reapertura
La decisión responde a una resolución del Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial, fundamentada en las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El tribunal destacó que el delito de desaparición forzada es imprescriptible, basándose en la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, que Panamá ratificó mediante la Ley 32 de 28 de junio de 1995 y en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, incorporado al ordenamiento jurídico panameño a través de la ley 14 de 2002 que establece que la desaparición forzada debe ser tratada como un delito de lesa humanidad, lo que conlleva serias consecuencias jurídicas y penales.
De acuerdo con las conclusiones del Tribunal Superior de Coclé y Veraguas, la causa se encuentra vigente en el tiempo de forma permanente y continuada hasta que se puedan ubicar los restos humanos del sacerdote.
En el caso del padre Héctor Gallego, en 1994, tres ciudadanos fueron condenados a 15 años de prisión en calidad de cómplices primarios por el delito de homicidio. Sin embargo, a criterio del tribunal, el concepto de estas sentencias dejó pendiente la vinculación del autor o autores materiales e intelectuales del crimen, así como la participación de otras personas en los hechos.
Iglesia y familia
Al conocer de la reapertura de la investigación, Edilma Gallego, hermana del sacerdote, dijo que “la familia guarda la esperanza de conocer dónde están sus restos para cerrar esa herida tanto para la Iglesia panameña como para nuestra familia”.
La Iglesia también se pronunció. El arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta y el obispo de Santiago, monseñor Audilio Aguilar Aguilar, consideran que es necesario conocer la verdad y sanar esta herida que sigue abierta para la comunidad, su familia y la Iglesia misma.
Para la Iglesia y su feligresía, el sacerdote es merecedor de elevarlo a los altares. Pues como dijo monseñor Audilio, “Héctor se entregó a la misión pastoral, a la caridad, a la evangelización, al servicio de los demás”.
El obispo resaltó que esa entrega y seguimiento a Cristo, fue un sacrificio que también vivió su familia. “Lo dejaron partir a otras tierras para servir a la Iglesia, y nunca regresó”.
Evangelización y desaparición
Era la medianoche del 9 de junio de 1971, dos policías de la Guardia Nacional obligan al padre Héctor Gallego, párroco de Santa Fe de Veraguas, a salir de la vivienda de Jacinto Peña y Clotilde Toribio. Nunca más se supo de él a pesar de las diligencias efectuadas por la Iglesia católica y de todo un país que exigió que fuera devuelto con vida.
El sacerdote colombiano inició un trabajo de evangelización. Fue así que las reflexiones grupales en torno al Evangelio y la realidad circundante fueron despertando la conciencia de la gente, en cuanto a la necesidad de cambiar situaciones de pecado, tanto personales como sociales.
Cuando se van descubriendo las contradicciones, entre lo que dice el Evangelio y las condiciones de vida, va naciendo el compromiso por el cambio. Esto hizo que empezaran a surgir las diferencias entre los que ostentaban el poder económico y político, y la masa empobrecida excluida de cualquier participación dentro de las políticas y planes del distrito.
La desaparición del sacerdote fue la reacción de una fuerza externa contraria a la acción pastoral de un pastor comprometido con su gente, hasta dar su vida.