Confirmamos que la “espiritualidad de acogida” es el reto más importante que tenemos hoy en el mundo. Ese espíritu de aceptación de la vida, de las personas, de la historia y su realidad, del presente hermanado con el pasado y con proyección libre, acogedora, esperanzadora y comprometida del futuro. Una espiritualidad que comienza por saberse amado, saberse acogido por Dios y por la vida misma. Una espiritualidad que nos lleva a sabernos “familia de Dios”, hermanos todos, amados y amando las responsabilidades que a cada uno nos corresponda. El espíritu de acogida favorece la actitud de comunión de unos con otros, la aceptación y proyección de vida de todos. Acoger es “salir de sí mismo para acoger el sí de Dios”.
La preparación de la JMJ ha de estar impregnada de “espiritualidad”, como una planta a la que no ha de faltar agua. Los animadores de la JMJ hemos de ocuparnos en crear actitudes de vida interior en los jóvenes, en los animadores, y en todos los que nos preparamos para este encuentro. Advertimos que no es difícil comenzar con entusiasmos y terminar como hacedor de actividades, y luego creemos que eso es espiritualidad. Es fácil reunir personas de buena voluntad para organizar un equipo de animadores pastorales para la JMJ, como para las demás pastorales; pero lo difícil es acompañar a los jóvenes y animadores ofreciéndoles mística y espiritualidad, que no siempre es comprendida, dado que a veces se mide la espiritualidad por las actividades, sin saber evaluar la rectitud de vida, la pureza y coherencia de vida de los jóvenes y animadores en relación consigo mismos, en relación con Dios y con su designio. Es bueno preguntarles a los jóvenes: ¿Qué has hecho por ti y qué esperas de sí mismo hoy? ¿Qué esperas de ti mismo a partir del encuentro con el Papa Francisco en la próxima JMJ? ¿Qué esperas de la Iglesia? Consideramos que nos ayudaría a todos juntarnos para ver cómo caminar en esta línea de “salir hacia la espiritualidad de acogida”, que no es otra que la espiritualidad de “Adviento”, de “Pascua”, que nos ha de caracterizar como hijos de Jesús, el “Huésped de tu alma” y a la vez, “Hospedero de tu salvación”.
Fundamento de la espiritualidad de la acogida
Tengamos en cuenta que “una acogida amable, fraterna y delicada es el primer acto de espiritualidad frente a la persona”. Frente al peregrino de la JMJ, la eficiencia y la eficacia vocacional y apostólica se descartan cuando falta la acogida. La palabra y la práctica de Jesús de Nazaret son un paradigma constante de la espiritualidad de acogida: “El que los recibe a ustedes me recibe a mí” (Mt 10,40). “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo” (Mt 18,5; Mc 9,37; Lc 9,48). El único criterio de salvación establecido por Jesús fue el de la acogida: “Tuve hambre… sed… estaba desnudo… preso… enfermo… de paso… y me vinieron a ver… Irán a la vida eterna” (Mt 25,35 ss).
Los evangelistas muestran que a los únicos que Jesús no puede acoger es a quienes se mantienen en la hipocresía y la falsedad, a quienes no aceptan ser acogidos al rechazar a Jesús. En todos los demás casos, Jesús aparece siempre acogiendo, dando la bienvenida: “Al que venga a mí, yo no lo rechazaré” (Jn 6,37). “Todo el pueblo acudía a él” (Jn 8,2), y Jesús “recibió a la multitud” (Lc 9,11). Y especialmente a los pecadores “¿Alguien te ha condenado?” (Jn 8,10-11). ”Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23,43).
Es importante que los que tenemos responsabilidad de animación y preparación de la JMJ19, caigamos en la cuenta que, para asegurar su eficacia, debe comenzar con desarrollar una espiritualidad de acogida. Esto lo confirma el hecho que quienes vienen buscando acogida son “personas”, que buscan a Dios, que acogen una llamada de Dios, y aquí será confirmada para lo que será el futuro de sus vidas. Jesús elogia a María, la hermana de Marta, por haber descubierto lo que era más importante en aquel momento preciso de la vida del maestro: “acogerlo”. Ya San Pablo insistía en ello: “Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes” (Rom 15,7). La persona sólo se deja cautivar y mover por aquel que tenga disponibilidad y buenos modales en la acogida, desde el primer contacto.