Espiritualidad del Adviento

Un año más comienza el tiempo litúrgico de ADVIENTO, tiempo de preparación para la venida del Señor. Porque la expresión “adviento” significa precisamente eso, venida. La Iglesia nos invita a preparar, celebrar y vivir la venida del Señor. Una venida que tiene una triple dimensión (pasado, presente, futuro), nos ofrece un mensaje lleno de riqueza humana y cristiana (la esperanza, la valoración del tiempo y la perspectiva de futuro) y nos llama así a renovar nuestra vida y nuestra experiencia de fe.

La triple venida del Señor

El mismo Jesús que vino hace ya más de veinte siglos naciendo humildemente en Belén (Lc 2,1-14), vendrá lleno de gloria y majestad al final de los tiempos y todos los pueblos comparecerán ante Él (Mt 24,37-44 y 25,31ss.) Entre estas dos venidas del Señor, en el pasado y en el futuro, el cristiano vive y celebra en la fe su venida presente y permanente, su presencia salvadora en la vida y en la historia hasta el fin de los siglos,de acuerdo a su promesa (Mt 28,20).

Son las tres dimensiones fundamentales e inseparables del Adviento, progresivamente desarrolladas a través de los textos litúrgicos de este tiempo.

Igualmente, las diversas lecturas de la liturgia de la Palabra nos presentan a tres figuras bíblicas que nos ayudan a vivir el Adviento como preparación para la venida

del Señor:

• Isaías, el profeta de la esperanza en los tiempos difíciles del pueblo de Israel, que nos llama hoy a la misma actitud en medio de las dificultades de nuestro tiempo.

• Juan el Bautista, el precursor, la voz que clama en el desierto, que nos invita a la conversión para allanar el camino al Señor y acoger la salvación y la liberación integral, que es capaz de transformar la vida entera, no sólo en el aspecto religioso

• María, la madre de Jesús y de la Iglesia, modelo de espera y acogida humilde y amorosa, que pone gozo y ternura en nuestro

corazón y lo abre al Señor que viene.

Los símbolos del Adviento

No son lo más importante, pero ayudan desde fuera a mantener las actitudes del corazón y a compartirlas en la familia y la comunidad. Son iniciativas nacidas de la creatividad cultural y la religiosidad popular en distintos países, como:

• La corona de adviento, el símbolo más propagado en Panamá, con sus cuatro velas encendidas semanalmente: ramas verdes, color de esperanza; la luz, signo del mismo Cristo; número de velas encendidas cada domingo, señal de camino y encuentro con el Señor que cada vez está más cerca; colores de las velas con diverso significado (penitencia, gozo, salvación, Jesús…)

• El tronco de Jesé (nombre del padre del rey David), inspirado en la profecía de Isaías 11,1-10: un tronco de madera seco, en el que igualmente se van colocando y encendiendo velas, ya sea en la casa o en el templo

• El calendario de adviento, muy extendido en algunos países europeos: los días de tiempo de adviento tienen cada uno una especie de ventanita que se despega, y debajo aparecen imágenes, textos bíblicos o incluso chocolatinas para los niños…

Las actitudes que nos pide el Adviento

Constituyen, por supuesto, el elemento central de la espiritualidad del adviento, si queremos vivirlo en profundidad y con sentido cristiano. Son actitudes espirituales que, entre otras varias, podrían resumirse en las siguientes:

• La vigilancia, actitud específica de quien vive en fervorosa espera del Mesías Salvador.

• La fe, alimento y apertura del corazón y de la vida, que hace posible acoger, como María, el misterio de Dios encarnado, hecho hombre para salvarnos.

• La esperanza, confianza plena en la presencia y el amor misericordioso de Dios, que se revela para siempre en Jesucristo.

• La conversión, compromiso sincero y urgente de cambio de vida para estar preparado para la venida del Señor y el encuentro con Cristo.

• La lectura de la Palabra y la oración, escuchando e invocando afectuosamente al Señor: ¡ven, Señor Jesús!, ¡habla que tu siervo escucha!

• La alegría, expresión de la esperanza cumplida, que se concreta en una Persona

(Jesús), se celebra en una comunidad (la Iglesia), se manifiesta en el compromiso de una vida nueva y ya presente, pero que llegará a su plenitud (el Reino de Dios).

No nos dejemos robar el Adviento. Los  intereses comerciales o políticos quieren que gastemos y celebremos ya desde ahora, adelantando la Navidad. Pero lo importante es prepararla para que sea una auténtica celebración cristiana, que no excluye las manifestaciones festivas, pero se centra y fundamenta en la fe. Esa es la riqueza y la oportunidad que nos ofrece el tiempo litúrgico de Adviento.