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El Evangelio sale de Jerusalén

El Evangelio sale de Jerusalén

La muerte de Esteban marca un punto de cambio para la iglesia cristiana. Con el testimonio de Esteban y los apóstoles, mucha gente en Jerusalén creyó en Jesús y lo reconoció como el Mesías. Con excepción de algunos sacerdotes, el liderazgo religioso no reconoció a Jesús. Su mensaje amenazaba su forma de vida, y por ello instaron al pueblo a rechazar a los cristianos.

Así como persiguieron a Jesús para matarle, también comenzaron a hacer lo mismo con sus seguidores, en especial contra los cristianos de origen griego. Aun así los cristianos no se acobardaron, ni se dejaron vencer, perseguidos en Jerusalén (Hch, 8,4), anuncian la Palabra en Judea y Samaria.  La persecución trajo “un bien”: la expansión del Evangelio fuera de Jerusalén.

Saulo hacía estragos en la Iglesia, entrando en las casas, arrastrando a hombres y mujeres a la cárcel. Aunque esto suene negativo a primera vista, al final resultó ser algo positivo. Cualquier situación, aunque parezca negativa, al final sirve de bien para los que aman a Dios y se someten al propósito divino. (Rom 8,28).

La persecución cuya intención era callar a los creyentes, terminó provocando que el mensaje se propagara aún más.  Es de destacar que el primer lugar en ser evangelizado fue Samaria, adonde llegó Felipe, un helenista de espíritu amplio y desapegado del judaísmo.

El resultado que la misión produce es la alegría del pueblo, signo de libertad y de vida.  Se cumplían, así las palabras que Jesús dijo a sus discípulos (Hch 1,8):  “recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y me seréis testigos, a la vez, en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.