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Fe judía en un mundo nuevo

Fe judía en un mundo nuevo

En el año 333 a.C, Alejandro Magno, príncipe griego, conquista Medio Oriente, desde Egipto hasta los límites de la India. El helenismo se difunde como nueva cultura, en el comercio, artes, deportes, el griego como idioma, el pensamiento filosófico y religioso.

Funda Alejandro ciudades modernas a las que llamó Alejandría, que tuvieron gran atracción en los pueblos conquistados, entre ellos los judíos. Nace la diáspora (dispersión de los judíos), que facilitaría el anuncio del Evangelio.

Alejandría, en Egipto, fue una de las colonias judías más importantes fuera de Palestina, porque allí, el año 250 a.C., la Biblia hebrea se tradujo al griego. Esa traducción recibió el nombre de los Setenta. La Palabra de Dios llegó a todos los pueblos, debido a que el griego era ahora la lengua universal. Se circuncidan paganos convertidos al Dios de Abrahán: son los llamados prosélitos.

Muere Alejandro sin hijos y el imperio entra en crisis. Sus generales se reparten los territorios dominados y nacen tres dinastías: en Grecia, Siria y Egipto. El pueblo judío de Palestina depende ahora de los príncipes egipcios (300 a 198 a.C.) y luego pasarían bajo el poder de los príncipes sirios.

En 198 a.C. los príncipes de Siria se apoderan de Palestina. La paz interna fue turbada cuando Seleuco IV saquea los tesoros del Templo de Jerusalén. Fue asesinado y sube al trono el tirano Antíoco Epifanes IV, quien se consideraba una manifestación divina. Quiso someter el modo de vivir griego al pueblo judío; suprimió la Ley de Moisés; la circuncisión se castiga con pena de muerte; profanó el Templo, colocando una imagen de Zeus en el altar de los sacrificios, a quien le dedica y consagra el Templo de Jerusalén.