El equipo jesuita anhela mayor participación de familias en sus programas de formación integral, dirigido tanto para padres como para sus hijos.
Por Marianne Colmenárez
En las instalaciones de Fe y Alegría Panamá, ubicadas en Las Mañanitas, alrededor de 150 niños, entre migrantes y panameños en situación de vulnerabilidad, disfrutaron de una fiesta en la que celebraron la Navidad y la culminación del primer año del programa Tejiendo Amaneceres.
“Con este evento, que hemos organizado con mucho cariño, estamos realizando un proceso de acogida e integración de estas familias, que han trabajado durante el 2023 en los cursos de formación para el trabajo y del programa de reforzamiento académico Tejiendo Amaneceres, dirigido a niños y adolescentes”, afirmó Elías Cornejo, coordinador de Promoción Social y Servicio a Migrantes de Fe y Alegría.
La fiesta inició con la eucaristía presidida por el sacerdote Marco Tulio Gómez, director de esta obra jesuita, quien no desaprovechó la oportunidad de explicar a los presentes como en la Familia de Nazareth se entreve la dolorosa condición de tantos migrantes, especialmente de los refugiados, los exiliados, los desplazados y los perseguidos.
Una Navidad realmente especial
Entre los invitados se encontraba la familia Solorzano Cabritas, quienes disfrutan esta Navidad con mayor alegría y agradecimiento al Niño Dios. Luego de ocho años de haber llegado de Venezuela, fueron aceptados como refugiados en Panamá.
José Gregorio Solorzano, educador universitario del estado Táchira, comenta que tuvo que huir sin su familia luego de haber sido detenido de manera arbitraria mientras servía como director de Súmate y Vente, asociaciones civiles de la oposición venezolana.
“Cuando comenzamos a proyectar las acciones que tomábamos a nivel nacional empezamos a ser atacados. En el 2014 fui acusado de terrorista por Diosdado Cabello, en ese entonces diputado nacional. Por más de un año vivimos bajo amenazas, acosos, me detuvieron mientras trabajaba en la universidad, sin una orden de detención, me encarcelaron casi 48 horas sin poder comunicarme, entre otras injusticias”, relató Solorzano
Su familia buscó la manera de reunir el dinero para sacarlo del país, eligiendo a Panamá como país destino. A los tres meses de llegar al Istmo se reencuentra con su esposa Marisol y sus dos hijos, en ese entonces, Juliana de dos años y Joseph de 16.
Ahora están tramitando sus permisos de trabajo y gozan de la tranquilidad de saberse aceptados como refugiados en este país.
